martes, 31 de julio de 2012

Nederland día 0. Nos vamos a Rotterdam y nos organizamos.

El primer día de nuestro viaje a Los Países Bajos era uno de los más complicados, teníamos muchas dudas y dependiendo de como resolviéramos algunos problemas o cabos sueltos así tendríamos que continuar el resto de los días.

La organización del desplazamiento a Barajas la decidimos unos días antes y estaba todo calculado. Salíamos desde Alcázar con una furgoneta del cuñado de David con las 4 bicicletas embaladas en cajas, él cuñado y su hermana una vez nos dejaran en Barajas se volverían a Alcázar, necesitábamos su apoyo logístico para no tener que dejar dos coches en Madrid 10 días aparcados y además tener que llevar cada uno sus dos bicis en la baca del coche o en el maletero con los asientos tumbados y una cuerda tipo chapuza con riesgo de multa, etc.

Como el sábado nosotros estuvimos en Madrid y dejamos a los niños con los abuelos el viaje y la preparación durante el día fue rápida y también muy cómodo.

Salimos de Alcázar y llegamos a Madrid a la casa de mis padres para despedirnos de los niños y que mi padre nos llevara al aeropuerto.

Durante el trayecto llamé a la compañía para confirmar la terminal de salida y me dijeron que la T1, llegamos, bajamos las cajas, bajamos el equipaje, comprobamos que llevábamos todo, dejamos todas las llaves a mi padre y nos quedamos solo con la de su casa ya que a la vuelta él estaría en la playa con los niños.

Aquí ya nos quedamos solos los 4, mi padre de camino a Vallecas, la furgoneta de camino a Alcázar y nosotros teníamos que buscar el mostrador para facturar las bicicletas.

Preguntamos en información y nos dijeron dos mostradores, el 213 y 214, nos colocamos en la fila y allí había gente que iba a Londres y a Rotterdam los dos con la misma compañía que nosotros Transavia.

Faltaba más de una hora para que empezaran a admitir equipaje y estuvimos hablando, haciendo unas fotos hasta que llegó la chica del mostrador para facturar las maletas de toda la fila, algunos les decía que si y a otros que no, entonces descubrimos que a los que decía que no eran a los de Rotterdam, resulta que no sabía para que vuelo la habían puesto y después de consultar dijeron que los de Rotterdam eran en otro mostrador, así que además de “enfadarnos” nosotros por la información errónea que nos habían dado se cabrearon con nosotros todos los que llegaron después y les dijimos que estaban bien en esta cola.

Cuando nos tocó a nosotros enseñé el billete único que llevaba yo con el nombre de los 4 y que incluía el precio de las cajas de las bicicletas ida y vuelta y nos pidieron los DNI a los 4 pero como no cabían por la cinta transportadora nos pidió que la acompañáramos hasta otra compuerta mucho más grande para llevar grandes bultos.

Allí abrió otro hueco y nos pidió que metiéramos nosotros las cajas, esto nos dio alegría pues en las cajas además de las bicicletas iban los transportines, el carro, las alforjas, maletas, y todos los bultos de los 4, no se con exactitud lo que pesaba cada caja pero calculo que uno 35 o 40 kilos por caja. Las levantamos como si fueran peso pluma y la pregunté a la chica que si las iban a tratar bien ya que éramos corredores profesionales que íbamos a una gran prueba y las bicicletas tenían que llegar en perfecto estado, nos aseguró que las iban a cuidar y que llegarían bien. Menudos cuerpos de profesionales que lucimos los 4.

Una vez hecho esto nos dirigimos al acceso de pasajeros y pasamos el control del escáner sin problemas, todas las herramientas, clavos, destornilladores, navajas, colonias, champús, estaban dentro de las cajas de las bicicletas.

Nos tocó esperar otra hora, y es que íbamos con mucho tiempo, la última vez que fuimos Belén y yo a Dublín nos tocó correr literalmente con las maletas a cuestas de la T4 a la T1 para poder llegar y coger el avión por un pequeño error de no saber el horario y sitio de salida.

Unos minutos antes de poder embarcar llegó nuestro avión que “aparcó” en la puerta asignada y vimos desde el ventanal como se acercaba un “coche-tren” lleno de maletas y en el último vagón 4 cajas grandes de cartón, nuestras bicicletas.

Ver que las iban a subir nos dio la primera y momentánea alegría, íbamos a tener bicicletas a nuestra llegada a Rotterdam, vemos como aparca el tren debajo del avión y como se acercan dos operarios a nuestras cajas, las miran, hablan entre ellos y desde lo lejos vemos como las empujan, ruedan por el aire y caen dando vueltas al suelo, así las 4 bicicletas. Se nos quedó una cara a David y a mi que era para hacernos una foto, les llamé todo lo que sabía llamar a una persona, a ellos y a todos sus familiares vivos, muertos y por nacer.

Vale que para ellos no es más que mercancía y bultos parte de su equipaje, pero para mi es una bici que me ha costado un pastón, que la quiero para más veces y especialmente ahora para este viaje y un desgraciado las estaba tirando y haciendo rodar por el suelo.

Las chicas estaban en la cola embarcando y nos llamaban diciéndonos que subiéramos y que dejáramos de mirar por el ventanal por no poder hacer nada pero nosotros no nos podíamos despejar de los cristales viendo a los animales lanzar las cajas por el suelo.

El avión despejó de la T4, no se para que embarcamos en la T1 cuando se recorrió todas las pistas como si fuera por una carretera hasta la T4, yo hacía bromas diciendo que a este paso íbamos a llegar tarde a Rotterdam o que como siguiera así cuando quiera despegar íbamos a llegar a Segovia.

El vuelo como estaba estipulado duro desde las 21:00h. que nos subimos hasta las 23:00h. que nos bajamos, habíamos pasado la primerísima prueba pero todavía nos quedaban muchas para terminar el largo día que nos esperaba.

Llegamos y después de enseñar el DNI en el pequeño aeropuerto de Rotterdam-La Haya, porqué allí en vez de hacer un aeropuerto para cada provincia los comparten entre ciudades próximas y comparten también el nombre para evitar envidias de si es mio o tuyo, llegamos a la única cinta para recoger las maletas, en nuestro caso cajas, pero por el tamaño las traían unos operarios empujándolas y arrastrándolas por el suelo.

Nos las dieron y nos las llevamos a una esquina del aeropuerto donde no estorbaran, y comenzar la segunda parte de la historia. ¿dónde montábamos las bicicletas? ¿cómo nos las llevábamos al albergue? ¿qué hacíamos con las cajas? etc.

Visto lo visto en el aeropuerto de Barajas pensamos que conservar las cajas era una cosa imprescindible y se me ocurrió que si encontrábamos un taxi grande con baca o un taxi furgoneta podríamos llevar las bicicletas directamente al albergue dentro de las cajas y al día siguiente después de dormir montarlas tranquilamente.

Teníamos una reserva para una noche (esta primera noche) en Las Casas Cubo, un conocido y original albergue económico pero muy original en el centro de Rotterdam. Por mail y con mi mal inglés les había pedido por favor que nos guardaran las cajas durante 8 días y que al regreso del tour el último día volveríamos a alquilar una noche y recogeríamos las cajas, incluso había llegado a decir que estábamos dispuestos a pagar algo por guardarnos las cajas y tenía la aceptación por parte del albergue en un mail que me llevé impreso por si había luego dudas pero algo nos decía a David y a mi que me habían respondido sin entender bien la pregunta y no nos fiábamos de la respuesta recibida.

Primero salimos a la calle Carolina y yo para buscar un taxi pero tipo furgoneta solo había uno y estaba concertado pues el chofer buscó a los clientes que le habían contratado, luego pasamos y salimos David y yo mientras ellas vigilaban las cajas y vimos otro taxi-furgoneta enorme también concertado y con mi escaso inglés le pedimos que después de hacer el viaje concertado que volviera a por nosotros para hacer otro porte, pero no le interesó al hombre y nos quedamos sin nada, a los 15 minutos el aeropuerto se quedó vacío.

Cerraron todo y solo quedamos un vigilante, un operario de la limpieza, un chico solo y nosotros cuatro.

Con todo el aeropuerto para nosotros empezamos a abrir cajas, la opción de llevarlas enteras al albergue se esfumó, y empezamos a sacar alforjas, ropa suelta, herramientas, ruedas, manillares, pedales…

Las bicicletas dentro de las cajas deben ir con la rueda delantera quitada, puesta no cabe, las dos ruedas desinfladas debido a que por la diferencia de presión durante el vuelo pueden explotar, y pregunté en un foro de viajeros que siguiendo la misma teoría las horquillas delanteras y trasera de las suspensiones que son de aire también deben de vaciarse y como no me respondieron las quitamos el aire por si acaso, además creo que con todo el aire no caben en la caja.

Formamos un “pisto” de piezas en medio del aeropuerto grande de verdad, comenté a estos que estaba seguro que al regreso en Barajas no nos iban a dejar hacer esto y ocupar nosotros medio aeropuerto y menos a las 09:00h. de la mañana que era la hora a la que regresaríamos dentro de 9 días.

Finalmente y después de dos horas y cuarto terminamos de montar bicicletas y carro. Parece mucho pero es inflar con un bombín 9 ruedas (2X4 bicis + 1 carro) inflar las horquillas de 4 bicis, y dos de ellas dobles, montar 4 manillares, montar 8 pedales, luces, meter todas las cosas en las alforjas.

Al terminar me empecé a poner nervioso de las cosas que ya nos faltaban, primero David tenía una rueda pinchada… no es normal, la tenía bien en España, la desinflamos aposta para meterla en la caja y ya está pinchada. Al rato descubrimos que también la otra y una de Belén también perdió todo el aire que la di. Dos pulpos que quería llevar yo para sujetar las esterillas y alforjas en mi transportín se quedaron en Alcázar en la casa de David, mi bote de agua en el coche aparcado en Vallecas y el GPS que no cogía cobertura ni en el avión ni en el aeropuerto no tenía los mapas de “Benelux” (Belgica, Países Bajos y Luxemburgo) que tenía en mi ordenador de Alcázar.

Y todo esto para empezar, eran más de la 01:00h. todavía estábamos a 8 kilómetros del albergue concertado y teníamos 4 cajas enormes llenas de plásticos protectores que no queríamos tirar ni perder por nada del mundo pero tampoco sabía que hacer ni donde llevar las cajas.

David sugirió que nos quedáramos a dormir en el aeropuerto, literalmente tirados en el suelo, total estábamos solos, ni el vigilante ni el de la limpieza nos decían nada, era muy tarde para ir a ningún sitio, pero más tarde aún en un país en el que todo está cerrado desde hace muchas horas, las calles están desérticas y un hombre en el avión cuando subíamos en Barajas nos advirtió que tuviéramos mucho cuidado por la noche en Rotterdam que nos podían quitar las bicis y a hasta a las chicas si no andábamos listos.

Yo estaba nervioso por salir, por empezar a hacer algo, pero reconocí que era la mejor opción dadas las circunstancias y que al día siguiente ya veríamos como empezábamos la aventura que se nos estaba empezando a complicar antes de empezar.

Mientras me preparaba la “cama” vi a Carolina que intentó hablar con el chico que nos miraba montar las bicis y me di cuenta que ni él se enteraba de lo que ella decía ni ella de lo que decía él, no quise acercarme para participar de la “no conversación”, y se esfumaron mis esperanzas de que ella fuera quien nos ayudara con el idioma, tenía en el mejor de los casos mi nivel, que siendo el de un niño de primaria de ahora ya era algo más que el de Belén y David. La íbamos a llevar clara con el idioma.

Yo cuando duermo, duermo, me tiré en el suelo encima de una colchoneta y durante dos horas estuve muerto en el suelo sin enterarme lo que pasaba a mi alrededor. Luego alguien me despertó por algo y me dijo Belén que en los bancos de sentarse se estaba más caliente y cómodo me cambié de sitio y ya no me volví a despertar hasta que unas señoras me empujaron un poquito los pies para poder sentarse, me incorporé en el asiento y se empezaron a reír. Además antes de acostarnos nos cambiamos de ropa en los servicios del aeropuerto y ya dormimos vestido de ciclista, sin los vaqueros y camisa que llevé en el avión. Entendimos al chico con el que compartimos “habitación” que cuando me vio vestido me dijo que parecía que iba a participar en el Tour de Francia.

Tenía unas ganas locas por empezar y aunque no tenía mapas los track de las rutas si los tenía en el GPS, siguiendo una línea en un mapa en blanco y con el zoom adecuado en la pantalla pensé que nos podíamos apañar para hacer el recorrido de por lo menos el primer día hasta encontrar un cibercafé y por internet descargarme los mapas que necesitábamos.

Se nos ocurrió que ya por la mañana en vez de ir a las Casas Cubo del centro de la ciudad que estaba a 8 kilómetros del aeropuerto podíamos ir al camping que vimos en un primer momento, y hacer la misma jugada que habíamos pensado pero en otro sitio, el camping estaba a solo 3,5 kilómetros, menos de la mitad de distancia. Además subiendo las cajas encima del carro que llevaba David, el que nos compramos para hacer la ruta de Alcázar-Gandía-Benidorm, teníamos que hacer dos viajes llevando las cajas de dos en dos.

Mientras las chicas se quedaban en el aeropuerto cuidando de dos cajas vacías, David y yo nos fuimos con otras dos cajas al camping.

El siguiente problema es que yo tenía el track para ir a otro sitio y tenía que ir al camping siguiendo la intuición y el recuerdo de donde se encontraba. Como la idea original era ir al camping y como trabajo con mapas y se me da bien la orientación recordaba la distribución de Rotterdam y las calles principales, sabía más o menos donde estaba el camping y después de una o dos dudas llegamos al camping David y yo cargados con las dos primeras cajas.

Era demasiado pronto y el camping estaba cerrado así pensamos en esconder estas dos primeras cajas debajo de un camión abandonado aparcado en un solar pegado a la entrada del camping y regresar al aeropuerto a por las chicas y las otras dos cajas.

Ya nos sabíamos el camino y el segundo viaje fue más rápido, al llegar a la puerta vimos que alguien había tocado las cajas de cartón por lo que la ya descartada idea de esconderlas en algún sitio quedó confirmada como idea imposible de llegar a buen puerto.

El camping seguía cerrado y pensamos en darnos una vuelta por los alrededores para seguir cerrando asuntos y problemas abiertos. Yo seguía nervioso por los mapas que no teníamos, las ruedas estaban infladas con el bombín pero con el peso que llevábamos necesitaban más aire y todavía no habíamos desayunado.

Pasamos por una gasolinera y hinchamos bien fuerte las ruedas pero una de David daba problemas así que nos separamos por primera vez, mientras Belén y yo nos íbamos a buscar algo para desayunar David y Carolina seguían intentando inflar su rueda.

Pasamos por una estación de tren de Rotterdam y ahí Belén y yo alucinamos por primera vez, vimos un parking con por lo menos 100 bicis juntas, y por las calles en cada portal de los edificios bajos de dos o tres plantas había decenas de bicis, atadas a cualquier sitio, incluso “garajes” callejeros para bicis, todo cosas nuevas para nosotros.

Dimos unas vueltas y compramos unos bollos y un litro de leche y volvimos a la gasolinera donde ellos ya habían solucionado lo de su bicicleta. Nos comimos lo comprado en un puente antes de ir al camping y empezamos la negociación de las cajas.

Entramos en el camping donde había una señora mayor que sabía 4 palabras, o al menos eso demostraba, de español, sabía tan poco español que no servía para mantener una conversación, y también otra niña que no se a que tribu urbana pertenece, la típica anglosajona muy blanca de piel, y excesivamente maquillada, con las cejas pintadas, y nos miraba con cara rara por no saber nosotros suficientemente inglés.

La intenté explicar a la señora del camping que si nos guardaba las 4 cajas en cualquier almacén del camping el último día podríamos regresar y dormir allí los 4, nos dijo que no disponía de almacén pero si queríamos podíamos alquilar un bungalow pequeño para dos personas y meterlas ahí. Eso calculé que nos iba a costar un pastón, además no me parecía lógico dormir durante una semana en el suelo mientras 4 cajas estaban techadas y con una litera y colchones en una habitación.

David por otra parte veía el problema del trato que dieron a las bicis en Barajas, y el trato que no vimos en Rotterdam, las bicis llegaron bien por lo bien que las embaló David, pero a la vuelta podíamos encontrarnos con cualquier pieza rota.

Como la señora me vio dudar entró en el juego del regateo como cualquier español hubiera hecho. Me di cuenta que en esto estas personas no eran muy distintas, mientras David decía que si, y yo pensaba que si, decía que no nos interesaba, empezó pidiendo un dinero, luego menos y finalmente regalándonos un día si reservábamos para el resto.

Los cálculos que eché es que alquilar una bici en Rotterdam nos salía a unos 15 euros por día por 9 días son 135 euros; comprar una bici Holandesa de una calidad pésima descubrimos el último día que costaban la más barata 150 euros, si el último día las vendíamos recuperábamos parte pero si no las vendíamos nos tocaría abandonarlas o regalarlas; y nuestra opción era llevarlas y traerlas en cajas que nos costó 80 euros por bici, si nos cobraba la señora 200 euros por todos los días guardarnos las cajas sería sumar 50 euros por bici, 80+50=130 euros por bici. Efectivamente la idea de alquilar un bungalow para 4 cajas parece absurda pero es lo mejor que se nos ocurrió en ese momento y después del regateo no creo que nos saliera mal del todo, y menos viendo los acontecimientos de los próximos días, especialmente del último.

Como David decía… un simple golpe en la maneta de un freno ya nos costaba esos 50 euros, y eso en una sola bici, pero llevábamos 4, un golpe en una horquilla… 300 o 400 euros, o un golpe en un disco, rueda, etc… y esto en una sola bici, 200 euros por 4 cajas se nos hizo un mal necesario.

Además solucionábamos otro problema, si no guardábamos las cajas el día que tenía programado de descanso lo teníamos que gastar el último en Rotterdam buscando cajas por las tiendas de bicis de la ciudad para poder regresar, pero si este problema lo solucionábamos el día de descanso lo podíamos gastar en Amsterdam visitando museos, viendo la capital, la gente, la cultura... y podíamos hacer todo el recorrido tranquilos y disfrutando sin pensar en otras cosas.

La única condición que pusimos, por consejo de Carolina, es que la salida del camping no la hacíamos a las 12:00h. como nos indicaba si no a las 17:00h. pensando que el último día repetiríamos el de hoy, llegar al aeropuerto, desmontar bicis, embalar bicis, y dormir en un banco hasta las 5:00h. que facturáramos y las 7:00h. que despegara el avión de camino a España. La señora aceptó la única condición viendo que así cerraba un trato y ganaba 200 euros por alquilar un bungalow para 4 cajas de cartón que no la iban a molestar ni dar trabajo, ni ensuciar ni romper nada, un negocio redondo para todos.

Desde aquí empezamos nuestra primera etapa. Llevábamos unas pocas horas en el país y ya habíamos solucionado muchas cosas, visto muchos problemas a los que nos íbamos a tener que enfrentar y aun eso estábamos llenos de ilusión y ganas por empezar.

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