jueves, 31 de mayo de 2012

Nuevo viaje de Alcázar a Madrid.

Otra vez quise aprovechar tres circunstancias como son un día de fiesta, no poder salir con David y querer ir a Madrid con repetir la ruta que se está convirtiendo en favorita de ir desde Alcázar de San Juan a Madrid.

Una ruta dura para hacer solo pero que en esta ocasión intentaría recortar en tiempo y distancia modificando el recorrido y acortando paradas.

Salí sin mochila porque al no ser festivo en Madrid y ser un día entre semana, jueves 31 de mayo día de Castilla la Macha, podría parar en cualquier sitio a rellenar el bote de agua, y las pocas cosas que llevo últimamente me caben en los bolsillos del maillot.

Quería salir a las 6:30 am para llegar pronto y comer con la familia que iría en coche pero esa fue la hora a la que voy a por la bici, luego entre que me preparo y arranco se hicieron más cerca de las 7:00 am., mi intención era que si la otra vez llegué a las 16:15 h. en esta ocasión si salía media hora antes y recortaba unos kilómetros y corría un poco más, seguro que antes de las 15:00 estaría en casa.

El viaje comenzó bien, ya amanece muy pronto y a las 6:30 no hacen falta luces, en una hora, antes de las 8:00am, ya esta en el observatorio de la Hita y recortando unos metros improvisé por un camino más recto para llegar a Villa de don Fadrique y crucé este pueblo sin parar, el siguiente era Lillo y en este segundo pararía para tomar un café.

Al llegar a Lillo pasé al mismo bar que la vez que fui con David y allí me preguntaron por la cámara, el GPS y me dijeron que no me preocupara por dejar la bici en la calle por qué la gente de Lillo era buena, le contesté al extranjero que me lo decía en la calle que eso ya lo sabía pues yo era de Lillo no como él.

La noche anterior estuve mirando y memorizando todos los track que había hecho hasta Madrid e intenté recordar en que puntos podía recortar unos metros, había varios sitios en los que podía ganar algo de tiempo.

La parada de Lillo fue corta, un solo café, sin bollo, sin bocadillo como la otra vez, sin dedicarme a hablar por teléfono, solo el café y continuar. Luego seguí hasta cruzar Dos Barrios en donde tampoco paré y seguí hasta Ocaña. Incluso crucé el aeropuerto de avionetas y paracaídas de Ocaña sin ver despegar o aterrizar algún aparato.

Cuando quería hacer una foto era quitándome el casco dos disparo por si una sale mal y continuar, cuestión de segundos.

En Ocaña si paré unos minutos a comerme un helado, tenía sed, empezaba a hacer calor y el frequito de un helado además del alimento de la galleta de un sandwich de nata me vendría bien, no había y me comí otro.

Crucé Ocaña y como la otra vez evité la trialera que baja a la vía del tren de Ocaña a Ontígola para no perder tiempo luego cuesta arriba y volví a hacer un recto ganando otros minutos.

En Aranjuez no pasé ni al palacio, ni a los jardines ni a cualquier sitio, en la misma rotonde de cruce paré a hacer 4 fotos y comerme una barrita en marcha sin descansar más de dos minutos para subir una foto para comentar lo bien que iba, llevaba 98 kilómetros había recortado 3 en total y llevaba 4:40 horas, una media superior a los 20 km/hora paradas incluidas y a lo tonto llevaba más de 50 fotos, un helado, un café y una pequeña charla con una señora empeñada en que la dijera donde estaba un restaurante de Aranjuez pensando que me conocía la zona como viviera allí.

Empecé a pensar que si seguía igual y que contando con que el recorte importante de metros estaba al final, no lo sabía pero creo que estaría en unos 5 kilómetros, podría llegar en un tiempo de record absoluto.

Me quedaban un máximo de 50 kilómetros yo calculaba que se podían quedar quizá en menos, y 4 horas y 30 minutos para terminar en el mismo tiempo que la otra vez. Ni dando pedales marcha atrás iba a tardar eso. Eufórico por como iba el día salí de Aranjuez con un trago de agua y una barrita de cereales.

Pero todo lo malo venían en estos siguientes 50 kilómetros, dejaríamos la buena suerte para comenzar otro episodio de bici-aventura.

Empezó a hacer calor pero atravesé Titúlcia sin parar nada más que en la salida al cruzar el puente para hacer unas fotos y antes de llegar a Ciempozuelos por la carretera para desviarme por el camino dirección a San Martín de la Vega me adelantaron un grupo de unos 10 o 15 ciclistas de carretera.

Al adelantarme intenté ponerme a rueda de ellos y durante dos o tres kilómetros mantuve su velocidad por encima de los 30 km/hora pero cuando me desvié al camino y ellos siguieron tuve que parar para tomarme una papilla de plátano pues me había quedado sin agua y era lo más parecido que tenía a líquido.

Luego este tramo hasta San Martín de la Vega se me hizo pesado pero me daba igual mantener la media por encima de los 20 o ir a 18 km/hora, total iba a adelantar igualmente un montón de tiempo y si me había cansado tontamente me tocaba sufrir unos kilómetros y después del descanso en San Martín de la Vega recuperaría el tiempo perdido que no iban a ser más de unos pocos minutos.

Llegué a San Martín tocado y seco de agua directamente dirección a la tienda que conozco de las anteriores dos paradas a comprar una botella de agua, un helado y lo que me apeteciera pero al ir a dejar la bici apoyada en un árbol en la puerta de la tienda vi a tres "chavales" que no me gustaron un pelo.

Me alegré de llevar el candado debajo del sillín que aunque no es muy bueno si es ligero y no molesta y se pone en unos segundos evitando la tentación de coger la bicicleta y salir corriendo. Cuando ponía la cadena se me acercó el que hacía de jefe de la banda compuesta por un moreno con el pelo como Will Smith en el episodio piloto del Príncipe de Bel Air y el tonto que se ríe de las gracias de los otros dos.

Me decía algo de carrera pero no le entendía, creo que era extranjero o imbécil no me atreví a preguntarle, yo le contestaba que mi bici no era de carretera era de montaña, y que no era de competición era calidad media, a la tercera o cuarta aclaré que me decía que me vendía una bici de "2 kilos" de carreras, le dije que NO, primero por que no voy a comprar la bici robada de otro ciclista, segundo por que me podía arriesgar a recibir una paliza y quitarme el dinero, tercero por que no se como me voy a llevar dos bicis encima, cuarto por que no existe una bicicleta de dos kilos, etc... luego me ofreció un ordenador portátil y también le dije que no y sin volver a mirarle y dejando la bici atada pasé a la tienda a comprar.

El problema es que los mamones estaban sentado en el banco en el que yo iba a descansar y sin sentarme en ningún sitio me tomé un helado, rellené el bote con media botella de agua fría de litro y medio y me bebí lo que sobró, además luego me compré otro bote de acuarios para reponer más líquido perdido.

Cuando ya me iba giré la vista dirección al banco y ya no estaban allí los "amigos", pero observé que había llegado la Guardia Civil al bar de al lado y no se debían llevar bien del todo.

Con poco descanso pero repuesto de líquido quedaba afrontar los últimos kilómetros y saborear el record en tiempo, algo más cansado por la falta de reposo en todas las paradas, no estirar o comer y beber menos de lo debido pero aún eso iba a llegar a muy buena hora para comer. Subí la marañosa a un muy bien ritmo, la anterior vez no bajé de los 20 km/hora durante toda la subida y en esta ocasión no bajé de los 18 km/hora, eso no es ningún retraso apreciable.

Hasta este punto iba siguiendo el track que había hecho hacía tres fines de semana también solo desde Alcázar a Vallecas, pero bajando la marañosa y antes de llegar a Perales del Río tenía que girar a la derecha por un camino para llegar a Vallecas (Palomeras) en línea recta y recortando lo que yo creía que iban a ser entre 5 y 10 kilómetros la ruta. Como no quise perder tiempo dibujando la ruta para el GPS intenté recordar el punto en el que tenía que girar.

Lo que sucedió lo he visto cuando he analizado la ruta en el ordenador pero entonces lo que vi es que me había "perdido", giré a la derecha y empecé a avanzar ya con mucho calor y el Sol apretando, pero no llegaba nunca a la depuradora del Sur que se supone que estaba cerca y cruzaba el Manzanares, seguí avanzando y ya seguro que había pasado el cruce intenté llegar al río, pero todos los caminos estaban cortados por un Manzanares de más de 20 metros de anchura, intenté cruzarlo por varios sitios y no encontraba donde estaba puente. Hablé con David por teléfono y me apuntó que la anterior vez que fuimos junto a Madrid fue la ruta 115, mi intención era mezclar la ruta 125 con la ruta 115 y así recortar los por lo menos 10 kilómetros.

Al meter la nueva ruta descubrí que estaba a 50 metros del puente por el que cruzamos la anterior vez pero como iba en dirección contraria no reconocí el camino. Una vez llegado al punto en común y cruzado el río tenía que volver y hacer kilómetros otra vez en dirección contraria, no iba a adelantar nada. Pensé que primero ya había avisado a casa de que llegaría más tarde a comer, segundo que el objetivo de recortar tiempo y distancia ya iba a estar complicado y tercero que siempre procuro hacer ruta nueva y no repetir recorrido, por pequeños que sean los cambios hay que descubrir y abrir nuevas rutas.

Después de estar parado un buen rato, de dar vueltas por distintos caminos y de hablar con David para que me recordara el número de ruta a seguir solo la hice caso durante unos escasos 200 metros, luego en un cruce de caminos me planteé en hacer caso al GPS o hacer caso a la bici-aventura y al traje que El Soplao que estrenaba en una ruta larga e improvisar.

Improvisar suponía hacer una subida fea por un camino feo que cuando llegué a la cima vi que iba paralelo a la valla exterior del Vertedero de Valdemingomez, el vertedero de Madrid, entonces recordé que por allí cerca esta la Cañada Real o las Barranquillas y estaba pensando en eso cuando al comenzar una pequeña bajada vi al fondo una casa, luego otra y luego una calle llena de chabolas, estaba en mitad del supermercado de la droga de Madrid.

Lo primero era quitarme la cámara del casco, y no solo por el peligro a que me la quitaran, es que pensé en que esta gente se podía pensar que estaba grabando o espiando, y lo segundo era que aunque las fuerzas ya estaban debilitadas tenía que salir de allí lo más rápido y discretamente posible. La Cañada Real es una calle asfaltada en la que a ambos lados veía a gente andando y hablando, algunos en coches y otros en las puertas de las casas pero también se veía a algún "zombi" andar hacía las afueras, había visto algún reportaje en la TV de gente que nada más comprar su droga se van a las afueras y en cualquier camino se pinchan.

Crucé la calle y no quería ni ir a izquierdas ni a derechas, para pasar desapercibido me quería ir, cruce de frente por un caminucho con mucha pendiente adelantando a un zombi, arriba se veía un coche y junto a coche a una chica/o agachada/o creo que pinchándose en las piernas, miré para atrás y ya estaba a 300 metros de las casas y no veía que me siguiera nadie, pero tenía a mi espalda las chabolas y enfrente la M50 que no sabía por donde cruzar. Me dejé de ideas de de trazar nueva ruta y me metí por la vía de servicio y carril de aceleración del la M50 para cruzar por un puente y de ahí subir por unos caminos también cortados por montones de tierra para evitar que pasen los coches de los drogadictos que van allí a pincharse.

Al fondo veía los edificios altos del ensanche de Vallecas y me propuse no parar hasta que no llegara allí, tenía que atravesar una vía de tren, y una zona con un camino estrecho borroso que iba casi campo a través pero no quería detenerme ni un segundo.

Cuando pisé asfalto por primera vez de una calle del Ensanche de Vallecas me sentí más contento que Borjamari entrando por la garita del guarda de seguridad de la Moraleja. Además avancé unos metros y en el primer cruce de calles veo una pastelería con un cartel en la puerta que ponía "cañas muy frías 1 euro", yo seco y hambriento me pareció que me estaba llamando. Paré y le pedí un bote de cerveza sin alcohol muy fría y cuando volvió el camarero con el aperitivo ya había tirado el bote vacío, así que le pedí otro para tomarme el pincho, y luego llené la botella de agua. Salí después de charlar un rato con el camarero y su mujer sobre la ruta y los 150 kilómetros que llevaba y por donde había pasado y llegué a casa a buena hora pero más tarde de lo pensado 50 kilómetros atrás.

Yo quería recortar kilómetros, creo que en la primera parte recorté algunos metros, y al final de la ruta hice 2.5 kilómetros más. Pensaba recortar tiempo, mínimo una hora, y al final hice 20 minutos más. La próxima vez que vaya a Madrid en bici, solo o acompañado, no volveré a hacer esta ruta, pero tampoco repetiré exactamente ninguna de las hechas hasta hoy. De todas las rutas y experiencias se aprende y de esta también sacaré las cosas positivas para mejorar en la siguiente ruta.

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