Senderismo con niños en las Lagunas de Ruidera haciendo Geocaching.

Hoy hemos hecho otra buena ruta andando y como siempre me pasa de más kilómetros que los planificados en un principio.

Le había prometido a Paula que la próxima se iban a quedar en unos 15 kilómetros pero al dibujar el track modificando otro encontrado me salieron 17 kilómetros para poder pasar por los dos únicos caches que había en la zona de las Lagunas de Ruidera.

Y finalmente cuando llegamos al coche habíamos superado nuestro récord conjunto en distancia superando los 20 kilómetros. No había sido la ruta más dura ya que el desnivel no fue muy grande pero si en distancia.

Aparcamos el coche en una zona de baño que hay entre las lagunas Salvadora y Lengua y éramos el único coche que había a las 11:30h. y con mucho frío. Dejé aquí el coche porque justo en este sitio había un cache que buscar, pero para no perder tiempo en comenzar la caminara para entrar en calor y con el frío que hacía lo dejamos para el final de la vuelta.

Cruzamos al otro lado de las lagunas, al otro lado de la carretera por una zona que cuando las lagunas están más llenas no se puede por ser una zona de baño y paso de agua de una laguna a otra. Al poco de cruzar escuchamos ruidos por los walkis y luego frases de niños que hablaban entre ellos.

Les decía a Paula y Marcos que entraran en la conversación y como no se atrevían fue Belén quien los saludó, así hicimos unos cinco kilómetros preguntándoles y preguntándonos de donde somos, que hacemos, en dónde estábamos, al final resultó que ellos estaban de vacaciones por el puente en el Camping de Los Batanes y nosotros estábamos paseando por la parte de atrás del camping. Los niños tenían ilusión en conocernos y los nuestros en conocerlos a ellos y su padre les llevó hasta donde les íbamos indicando que estábamos.

Sin parar en ningún momento ni desviarnos de la ruta llegamos a coincidir con 3 niños de unos 6 años y un hombre que no era el padre de ninguno de los tres y tras las presentaciones y un poco de conversación sobre el sitio, la amabilidad de los manchegos, el humor, la buena gastronomía de la zona, la utilidad de los walkis y lo bonito del sitio ellos se volvieron a su camping y nosotros continuamos nuestra ruta.

Habíamos hecho unos 5 o 6 kilómetros entretenidos gracias a los walkis y el juego con estos niños desconocidos. Después llegamos al comienzo de la subida a la Cruz y aunque Marcos quería subir escalando por unas piedras y una pared vertical subimos por un lado que es un sendero chulísimo que no conocía.

En Semana Santa del 2011 en una ruta que hice con Belén por aquí con la bicicleta llegamos a la Cruz, yo había llegado una vez antes solo y esta juntos, intentamos bajar por el lado más Norte de la Cruz y ni bajándonos de la bici, pasando la bici de mano en mano despacio conseguimos bajar, nos tuvimos que dar la vuelta y bajar por una trialera también complicada que aunque yo conseguí bajar montado y Belén andando.

Si hubiera descubierto este otro sendero andando se podría bajar perfectamente y montado también, para mi me bajaría en un par de saltos de piedras gordas pero casi todo el tramo es perfectamente ciclable incluso para subir. Si vuelto aquí con la bici lo intentaría subir o bajar.

Marcos ya empieza a valorar los paisajes por su belleza natural, admira cuando la vista abarca mucho paisaje diferente, cuando ve montañas grandes, cuando ve saltos de agua, zonas arboladas y lo vamos relacionando con lo que va estudiando en el cole, los valles, las colinas, los nacimientos de los ríos, etc. y cuando llegamos a la zona de La Cruz se quedó impresionado del paisaje que se veía.

Estuvimos un rato hablando y aunque llevaba un cache preparado para esconder en el castillo de Rochafrida consistente en un tupper con algún objeto, libro de registro de visita, y todo lo necesario me pareció un desperdicio no poner aquí otro para que más gente se animara a subir y admirar las Lagunas desde este sitio.

Este es uno de los objetivos del juego, el ir a un sitio no debe estar supeditado al encuentro del objeto sino también a mostrar el lugar donde está escondido. Entonces les dije que llevaba en la mochila un cache pequeño de "emergencia" con un lápiz, un libro de registro y el propio recipiente y allí lo dejamos escondido para las futuras visitas.

Hasta aquí y casi llegando al Castillo de Rochafrida llegamos por buenos caminos o algún sendero de motos de forma más o menos cómoda, pero el Castillo estaba rodeado de un montón de árboles, zarzas, y un arroyo que nos costó llegar. Para cruzar el arroyo alargamos los palos todo lo que pudimos para hacer tope en el suelo y por un tronco cruzamos sin caernos y una vez en el Castillo descansamos para comer.

Después de comer los niños y yo escondimos en segundo cache en un sitio también muy divertido de buscar, nos recorrimos el castillo por todos los lados mientras a Belén le dio tiempo incluso a tomar el Sol, no sabemos la temperatura que hacía pero nada que ver con el frío de la mañana.

La vuelta hasta la Ermita de San Pedro fue el tramo más complicado, fueron un par de kilómetros sin camino, andando entre los árboles sobre más de una cuarta de hojas, el paisaje muy bonito pero muy incómodo de andar y una vez en la zona de la ermita en vez de seguir dirección al coche quise visitar otra vez un pozo muy curioso y raro que me enseñó David en una ruta que hicimos con los niños en año anterior.

El pozo está detrás de la ermita, se sube a una montaña de piedras muy divertida para los niños por tener ese punto de escalada pero al mismo tiempo sin mucho peligro, y arriba a ¿50 metros? de desnivel hay un agujero, un pozo, perfectamente construido, con unas paredes de piedra que llega hasta abajo a nivel del suelo.

La parte de arriba del pozo está tapada con una reja de hierro que aguanta el peso de una persona y te puedes subir encima y mirar hacia el fondo y pensar que como dice David por mucha agua que tenga el pozo contando en que cada uno que subimos tiramos 4 piedras para ver lo que tarda en bajar y el ruido que hace en el caso de caerte... por cierto si lo lee alguien que se le de bien la física que calcule la profundidad del pozo contando con que una piedra tarda 6 segundo en llegar abajo.

No sabemos la utilidad de hacer un pozo en lo alto de una montaña para buscar agua en la base pero aquí está. Yo no me atreví a subirme encima de la reja y Marcos me pidió permiso, le dije que si porqué ya había visto fotos aguantando el peso de David pero tampoco se atrevió mucho, un poco y se salió.

La vuelta ya la hacíamos con prisa, se nos iba a hacer de noche, habíamos escondido dos caches pero todavía no habíamos buscado ninguno de los dos que íbamos a buscar. La temperatura estaba volviendo a bajar y la ruta aunque con menos desnivel que otras y sin ser la más dura hasta ahora si se había convertido en la que más distancia íbamos a hacer, pasando de los 20 kilómetros.

Nos desviamos unos metros Marcos y yo para buscar el primer cache mientras Belén y Paula continuaron andando dirección al coche, estuvimos unos 5 o 10 minutos buscando en donde yo ya había visto por las fotos que estaba escondido pero además del frío que empezábamos a tener ya no las escuchábamos a las chicas por los walkis y nos teníamos que ir.

Nos fuimos andando deprisa y cuando llegamos al coche estaban las dos tiritando del frío, abrimos el coche y mientras se calentaban volvimos a ir Marcos y yo a buscar el segundo cache que estaba a unos 50 metros del coche, pero se hizo de noche del todo, no tenía linterna y el GPS empezó a pitar por quedarse sin batería, tenía que ir al coche cambiar la batería y aun eso no tenía linterna.

Luego en casa leí que otros buscadores habían escrito que las coordenadas estaban mal e indicaban a 20 metros de su verdadero escondite así que ni con linterna lo hubiéramos encontrado sin tiempo.

Nos fuimos con la ruta más larga, escondiendo dos caches para futuros visitantes a las Lagunas de Ruidera y sin encontrar los dos que ya había, habíamos hecho unos amigos gracias a los walkis talkies, habíamos comido en un castillo, disfrutado de unas vistas increíbles y pasado un bonito día.