viernes, 3 de agosto de 2012

Nederland día 3. Desde Oostkapelle hasta Dordrecht

Este fue un día raro, no todos podían ser perfectos. Empezó y terminó bien pero entre esto hubo un momento de crisis que no supe gestionar bien.

He leído más de un libro de cicloturismo y viajes con alforjas y en todos dan consejos similares, sobre paciencia, ritmos, niveles de pedaleo, pesos, consejos de que llevar, rutas que hacer, de todo... pero este día debí de estar más susceptible o saltarme algún capítulo y poco a poco fui alterándome hasta que terminando la ruta y por unos acontecimientos negativos que sucedieron saltó la chispa.

El día comenzó con la misma pregunta de Carolina de todos los días ¿cuántos kilómetros vamos a hacer hoy?.

Seguíamos sin mapas de Los Países Bajos, yo era el único que tenía los track a seguir y que además los tenía que seguir sobre una pantalla en blanco y no me podía confundir por más de 1 kilómetro metro en una ruta que era en parte improvisada.

El número de kilómetros totales o que faltaban para llegar al destino solo me salen en la pantalla del gps cuando activo el track y esto lo hago mientras recojo la tienda de campaña y no siempre estoy mirando, para mi los kilómetros y horarios era lo de menos y para ver los datos del final de ruta tenía que meterme en la configuración del track y tocar entre varias opciones para dar un dato que no servía de nada, decir que quedan X kilómetros para llegar a un sitio que he determinado por el azar. El destino podría ser un sitio u otro sin importarme lo más mínimo.

Más o menos recordaba los kilómetros que tenía cada etapa pero de forma general, sabía si tenía 80 o 90 pero no si eran 83 o 84, por esto cuando me preguntaban decía "unos" 80 kilómetros, que además luego nos desviábamos para tomar un café, para comprar, para cruzar un pueblo, por lo que sea... siempre salían algunos kilómetros más, 4 o 5 o 6 más de los marcados inicialmente.

La pregunta de cuántos kilómetros son hoy más o menos la toreaba pero la peor era ¿cuanto queda?. Hubo un momento que miraba para atrás para asegurarme que no estaba en el coche y con mis hijos detrás, diciendo "¿Papá falta mucho?... Miraba mi cuenta y pensaba... si la ruta son unos 80 kilómetros y hemos llevamos 28 recorridos... faltan 52 kilómetros si fueran 80 exactos en la ruta, entonces gritaba para que me escucharan " ¡¡ Faltan unos 50 kilómetros !! ".

Pero 4 kilómetros después y que además habíamos parado a tomar café, a hacer una foto o a lo que fuera me volvían a preguntar... ¿Papá falta mucho?, digo ¿¡Paco falta mucho!? y volvía a calcular, (unos 80 de la ruta menos 32 que hemos recorrido son 48 kilómetros si la ruta fuera exacta por lo que gritaba para que me escucharan " ¡¡ Faltan unos 50 kilómetros !! ".

Yo no se lo que molestaba a quien escuchaba que había repetido la misma cantidad, pero si se lo que molestaba a quien la tenía que repetir. Papá este día estaba bastante molesto de repetir los kilómetros cada poco tiempo, y más cuando a mi no me importaba lo que faltara, tenía tiempo de sobra, no tenía ningún horario, no me esperaba nadie en meta, la meta la marcaba en donde me diera la gana, no estaba en ningún momento cansado, estaba disfrutando del recorrido y lo único que me apetecía y no hice por no perder 25 euros era coger mi cuenta kilómetros delante de todos y bailar un zapateado encima de él, recoger los trocitos de mi cuenta y tirarlo a la basura. No me importaba nada los kilómetros recorridos, los que faltaban, los que se habían perdido, los olvidados, los rotos, los encontrados, los añadidos, me estaba empezando a molestar y mucho escuchar la palabra kilómetro.

Pues con toda esta sensación y alguna más que contaré más adelante empezamos la etapa más dura de todas las realizadas, al final del día hicimos 128 kilómetros con todo nuestro peso, paradas, y anécdotas varias de cada día, una cifra que para algunos es algo normal pero que realmente es una etapa larga.

Lo bueno es que íbamos a ir en sentido contrario al día anterior, y en esto ya había pensado, si el día anterior llevábamos un fuerte viento en contra y este día no cambiaba mucho el clima, hoy íbamos a llevar un fuerte viento a favor o casi a favor empujándonos y ayudándonos a hacer el recorrido.

Los primeros 20 kilómetros eran conocidos pero en sentido contrario y nos fuimos acercando por última vez al último tramo del Gran Dique, nos resultó impresionante y en un momento en el que se veía bien para la foto y sabiendo que nos teníamos que despedir de él nos hicimos una foto en grupo, nos gustó ver una obra tan grande capaz de como dice el dicho español "poner puertas al mar", pues los Holandeses las han puesto.

Al llegar aquí decían que habíamos recorrido tontamente el día anterior kilómetros para volver al mismo sitio. Yo no entendí esto pues se va a un sitio para verlo no para quedarse para siempre y cuando hay que volver se puede pasar por el mismo sitio, habíamos recorrido 15 kilómetros para el Suroeste y otra vez los mismos 15 hacía el Noreste para conocer un sitio, por esa misma regla nos hubiéramos quedado 9 días en Rotterdam y así no tenemos que volver al aeropuerto cuando ya estábamos el primer día allí.

Lo bonito de un viaje como este no es llegar lo bonito de un viaje como este es ir.

Este concepto de llegar o ir es un matiz que creo que David si entendió y compartía conmigo, Belén algunas veces si y otras no, y Carolina muchas veces no y unas pocas si. Por lo menos según yo observaba.

Lo importante cuando David y yo fuimos a las 5 capitales de provincia de Castilla la Mancha no era llegar a Cuenca ni a Guadalajara, lo importante era ir a Cuenca o Guadalajara, mientras íbamos no parábamos de reir, de comer, de sufrir, de hablar, etc, cuando llegábamos al destino se había terminado la diversión, solo quedaba coger el tren, montar en el coche o lo que fuera y regresar a casa, esa es la diferencia entre llegar e ir.

La mayor dificultad de no tener mapas es que cuando llegábamos a un cruce con dos caminos paralelos no sabíamos por que camino ir. Primero teníamos que elegir uno al azar que la mayoría de las veces acertábamos por las indicaciones y luego cuando avanzábamos ver si nuestro nuevo track se junta con el que deberíamos de seguir o no. En ocasiones hemos tenido que retroceder 10 metros y en otras 100 metros dependiendo de lo paralelos que sean los caminos.

Pero lo importante del día fue el viento. Como todos los días entre que nos levantamos, recogemos, nos preparamos y queremos desayunar algo se pasan un tiempo y luego la primera parada que la solíamos hacer pronto para que nos pudiéramos tomar un café caliente. Lo del café es algo que nos gustó tan poco que terminamos por pedir siempre capuchinos que es más parecido a lo que tomamos en España, por lo menos tiene sabor a café y no a agua caliente.

Empezamos a andar y andar y mirando el cuenta del GPS porque el cuenta de la bici no me funcionó en todo el viaje, no bajaba de los 20, luego 25 y en algunas ocasiones 30 kilómetros por hora. A este ritmo los 120 kilómetros que calculaba que tendría la ruta nos los íbamos a pulir en un rato.

Llevábamos el ritmo que podríamos llevar David y yo pero con las chicas, unas velocidades que obviamente estaban influenciadas por el viento a favor que llevábamos, de todas formas no nos podíamos descuidar y había que aprovechar el momento por si cambiaban las condiciones.

Este día queríamos conseguir dos cosas, los famosos mapas y un adaptador para la luz en el camping.

Los mapas los veía necesarios aunque ya nos habíamos apañado, y muy bien, dos días completos e íbamos por el tercero, pero cuando llegáramos a Amsterdam quería llevar el plano de la ciudad para cuando exploráramos bien por sus calles, quería conocer algunos museos, barrio rojo, coincidía con la famosa celebración de Pride Gay Amsterdam... quería mapas.

El adaptador de corriente era para el camping y poder enchufar todos los aparatos a la luz, el primer día nos apañamos en los servicios, el segundo nos prestó uno el dueño del camping pero los demás no íbamos a tener porqué tener tanta suerte. ¿cómo se compra un adaptador de corriente de tres puntas a dos puntas en holandés o inglés sin saber el idioma?

Llegamos muy rápido a un sitio donde pensé que teníamos que coger un ferry, el track iba por encima del agua, y después de preguntar una señora en una cafetería nos dijo que hacía mucho tiempo que no existía el ferry que teníamos que ir hasta el puente. El puente merece capítulo aparte, jamás habíamos visto un puente de 8 kilómetros de largo. Se dice pronto pero ver un puente sobre el mar de 8 kilómetros impresiona.

Desde lejos íbamos viendo el puente y pensábamos que era otro dique pero según nos íbamos acercando nos iba impresionando más y más. Pero es que el puente impresionaba por lo largo y por lo alto pero no por lo ancho. Después de hacer un puente por el que pueden pasar por debajo barcos gigantes de alta mar en medio de un río-mar, después de hacer un puente de 8 kilómetros, hacen un puente de solo un carril para cada sentido y de un carril para cada sentido de bicicleta. En obras como esta es en donde de verdad ves la diferencia con España.

En España por supuesto el carril bicicleta no lo hacen a no ser que venga con una subvención europea de al menos tres veces lo que cuesta hacer ese carril, y para coches... bueno para coches... si nos ponemos nos ponemos de verdad, por lo menos dos y si pueden ser tres carriles para cada sentido, una estación de servicio en mitad del puente para que mi cuñado tenga trabajo, antes de llegar un chiringuito con un mirador para hacernos fotos donde mi otro cuñado vende postales del viaje, si lo hacemos en Barcelona de peaje y si es en Madrid metemos el peaje cuando esté amortizado. Para toda esta obra necesitamos un gerente que aquí ya lo siento por los cuñados pero tendremos que meter al hermano con opción a que él meta a sus cuñados en labores de vigilancia, mantenimiento y observación de posibles grietas. Y sin embargo allí te hacen un pedazo de puente de postal y quitan todo el protagonismo a los coches, dos cámaras de vigilancia por si avería un coche y dan el protagonismo a las bicicletas.


Llegamos a Zierikzee que es un precioso pueblo a las 10:30, quisimos pasar primero para descansar y tomarnos el café de Carolina, segundo por qué habíamos hecho ya un montón de kilómetros y en muy poco tiempo y tercero para buscar el dichoso cibercafé donde descargarnos los mapas. Preguntamos por un "cibercafé where download one file" pero siguiendo las indicaciones que nos dieron no encontramos nada, luego nos dijeron que no había, luego que si, luego nos remitían a cafeterías con wifi gratis, pero yo necesitaba enchufar el gps por cable usb... hasta que no se como ocurrió David se dio un golpe en la pierna, creo que al bajar un bordillo con el carro detrás y se hizo un arañazo, lo cuento por que fue el día de las caídas, tres de los cuatro tuvieron un susto.

Íbamos tan bien y estábamos ya dentro de un pueblo desviados de la ruta que aprovechamos en tomar café, hacer unas fotos, la primera panorámica de la ruta y descansar un rato.

En el capítulo anécdotas cuento para el recuerdo la de animales que hay por las calles, por los jardines, y por todo el campo en Los Países Bajos, desde caballos, cabras, ovejas, vacas, etc... pero una de las cosas que más me llamó a atención en el apartado animales fue la cantidad de ponys que había, una barbaridad, en todos los sitios, en todos los pueblos, siempre había ponys.

Hacía mucho calor y las chicas pidieron parar para quitarse la manga larga, además llevábamos un rato apretando e íbamos sobrados de tiempo. Entonces paramos junto a una valla con un pony, me quise acercar para hacer unas fotos mientras le acariciaba. El pony en un principio se acercó un poco pero después de acariciarle el hocico se empezó a alejar mientras yo intentaba acariciarle más y hacer más fotos cuando de repente me tiré al suelo gritando, el mamón del pony se estaba alejando de la valla y yo acercándome hasta que la valla electrificada me dio un latigazo que me tiró al suelo. Que cabrón el pony que sabía lo que me iba a pasar.


En la siguiente hora y cuarto y con alguna parada incluida como la del pony llegamos a Oude - Tonge, habíamos hecho otros 30 kilómetros, eran las 1:00 pm. llevábamos unos 70 kilómetros, lo que nos habíamos hecho otros días en toda la jornada, y es que habíamos ido en ocasiones por encima de los 35 km/hora.

Este pueblo se veía grande, teníamos pocas reservas de comida y David y yo principalmente éramos partidarios de llevar mucha siempre por lo que pudiera ocurrir, al cruzar el pueblo, bonito como todos, se quedaron las chicas en la puerta de un supermercado para ir a comprar, y para no entrar en si eso es poco o mucho me di una vuelta por la plaza que había visto por un cruce de calle que había al otro lado del supermercado.

Estaba dando una vuelta a la plaza por si veía un cibercafé o veía a alguien a quien preguntar cuando escucho en un perfecto español a alguien despedirse por teléfono de su mujer, chica o lo que fuera. Que alegría que me dio.

Lo primero que pensé es en preguntar por el cibercafé a alguien en español, se veía que vivía allí, no era un turista, ese tío que hablaba perfectamente español estaba en su pueblo, si había un cibercafé este sabía donde estaba.

Al acercarme y hablarle en español él también se sorprendió y gritó dirigiéndose a un grupo de hombres que estaban apoyados en la pared de una casa tomando unas cervezas, de repente me vi rodeado de un montón de gente preguntándome de donde venía a donde iba, y de todo, les expliqué que éramos un grupo de cuatro personas haciendo un tour por Holanda y que necesitaba un ordenador para descargarme los mapas del país y sin pensarlo me ofrecieron de todo.

Me invitaron a pasar a su casa, descargarme los mapas, tomarme unas cervezas, descansar con ellos, llamar a mis compañeros, ... a todo esto llegó David buscándome y se quedó alucinado del hallazgo. La verdad es que en un principio no asusté, estando allí rodeado de tanta gente preguntándome si la bicicleta era cara y buena, que si estaba solo, los cabrones consiguieron que llegara a pensar en salir corriendo pero luego se portaron de forma especial.

David se fue a buscar a las chicas que estaban en el super mientras yo pasaba a la casa. Nos explicaron que eran un grupo de españoles de varios sitios, y uno o dos de otro país, que los llevaban a Holanda a trabajar. En este momento estaban en un proceso de adaptación, les pagan la vivienda, el wifi, y la formación en la empresa, son soldadores, montadores, etc... y luego cuando estén formados empiezan a trabajar y cobrar, pero para esto pasa un mes, entonces están durante un mes sin cobrar y aprendiendo y por esto estaban un poco mosqueados por no empezar a trabajar aún y poder empezar a mandar dinero a sus casas.

Yo me pasé con el ordenador y hablé poco con ellos pero David y las chicas si hicieron buenas migas con ellos. Yo mientras me descargué los mapas que tenía en mi ordenador en España, se los metí al gps y error... no los podía activar, me pedía una contraseña y códigos de activación que no tenía y después de tres o cuatro intentos de piratear mis propios mapas lo tuve que dejar por imposible. Definitivamente íbamos a hacer un viaje por Los Países Bajos sin conocer el idioma y sin mapas de país. Aventura total de la buena.

Esta gente se portó de maravilla con nosotros, nos hicimos una foto en grupo, nos ofrecieron de todo, agua, comer, fumar, nos dejaron lo que tenían a mano y se veía que no les sobraba nada, pero lo poco que tenían nos lo ofrecieron, yo entre que al principio estaba centrado en el ordenador y al final estaba cabreado conmigo mismo por lo de los mapas no me apetecía hacer mucho caso y después de la foto y de llevar una hora parados sin conseguir nada pensamos en irnos.

Al ir a arrancar después de una parada tan larga nos dimos cuenta de que era la hora de comer y en la siguiente plaza por la que pasamos a la sombra de una iglesia en su césped nos montamos nuestro característico picnic.

Si todo el día salía así respecto a velocidad, comida, descansos, conocer gente, sitios, podía resultar el día perfecto a pesar de los mapas y la obsesión de Carolina por llegar al destino.

Arrancamos y nada más empezar Belén dice que está cansada... hacía dos horas iba a 36 kilómetros por hora y me pedía más, descansa casi dos horas y no puede ir a 15 km/hora.... pues no lo entiendo, pero es que poco a poco aunque en menor medida le empieza a pasar lo mismo a Carolina.

Entonces volvemos a acordarnos de papá y preguntarle ¿cuánto queda?, lo mismo que hace un rato, no puede ser lo mismo, pues un kilómetro menos, pero si hemos andado dos kilómetros, pues entonces dos kilómetros menos, pero cuánto es eso, y yo que se....

Unos 20 kilómetros después pasamos por un pequeño y como todos bonito pueblo y propuse parar para ver si comprábamos el adaptador para cargar móviles y poder tener electricidad, este pueblo era Numansdorp. Entre David y yo nos llegamos a hacer entender y eso ya nos dio alegría pero no tenían adaptador así que no íbamos a tener buena suerte en esto.

De todas formas en cuanto a electricidad íbamos bien, David tenía pilas recargables de sobra, yo tenía 5 baterías para el gps y gastaba una y como mucho un poco de otra cada día, los focos no los utilizábamos, como mucho un rato al acostarnos, los teléfonos si eran importantes pero además de mi Blackberry llevaba un Nokia antiguo de esos con batería de por vida que si me veía en la necesidad podía cambiar la tarjeta y tener teléfono para una emergencia, me fastidió más lo de los mapas.

Seguimos adelante con David a la retaguardia con las chicas y estas cansadas, sin hablar y preocupados por el cuenta kilómetros y la hora de llegar cuando en realidad íbamos fantásticamente bien. Eran las 4:00 pm cuando salimos de este pueblo y a las 5:00h. entrábamos a Dordrecht que era nuestro destino por un puente subterráneo, un túnel, por debajo de uno de los canales o delta del Rhin.

Un poco antes de cruzar el túnel Carolina que iba detrás de David hizo el afilador con la rueda del carro de David que iba delante, cayó al suelo y no pasó nada, ni a ella ni a la bici pero si nos dimos un susto y un raspón para ella, era la segunda y no la última caída del día. Hice varias fotos de como se curaba y nos reíamos pensando en las bromas que nos íbamos a gastar públicamente sobre el tortazo, por lo menos nos reímos un rato antes de continuar por el túnel.

Hasta que averiguamos como cruzar el río por abajo también pasamos un rato dando vueltas, resulta que incluso para las bicicletas tenía un sentido de circulación, de ida por la derecha y de vuelta por la izquierda pero no encontrábamos el acceso al túnel, pero además cuando lo encontramos había que cruzar una autopista para ir al otro lado y para hacer esto había que avanzar y retroceder por distintos carriles, tuvimos que preguntar y aunque solo por señas nos entendimos bien.

La llegada a Dordrecht no se porqué fue tan traumática, de repente las chicas y especialmente Belén se quedó a 10 o menos por hora, pensándolo ahora tenía una pájara en toda regla, luego más despacio y más despacio, las chicas se empezaron a agobiar por cuánto quedaba, y en realidad ya prácticamente habíamos llegado, las decía que dos kilómetros para el camping y las parecía mucho, más despacio y a los 500 metros volver a preguntar que cuanto queda, más despacio aún y a los 200 metros preguntaban que si faltaba mucho, fueron 2 o 3 kilómetros eternos, intenté amenizarlas con queda 500 metros, quedan 450 metros, quedan 400 metros, mientras miraba al fondo en mitad de una avenida en mitad de una gran ciudad, quedan 250 metros, quedan 100 metros, quedan 25 metros y estamos entrando en una rotonda, queda 1 metro y aquí no hay nada.

La que nos faltaba para liarla del todo, estábamos en mitad de una de las ciudades más grandes que íbamos a visitar, con tráfico, coches, autovías, en mitad de la ciudad, habíamos tardado una hora en hacer los últimos 6 o 7 kilómetros y estábamos perdidos. Preguntamos a una pareja y nos dice que en Dordrecht no hay camping, ni albergue ni nada, y todos me miran para ver que hacemos.

Sugiero a David utilizar Googgle Maps y buscar algo, y efectivamente nos sale que en donde estamos había un camping y que en un radio de unos kilómetros hay otros dos o tres. Le pedimos al teléfono que nos guíe para llegar a ellos pues el gps de la bici sin mapas es inútil para esto y empezamos a avanzar.

El problema es que el teléfono nos llevaba por carreteras y nosotros con la bici íbamos por un parque, seguimos avanzando y las chicas medio quejándose por el cansancio cuando me doy cuenta de que nos hemos perdido otra vez, vamos en otra dirección porque el teléfono pierde la cobertura gps cada poco tiempo, o voy dando pedales con el teléfono todo el rato en la mano o cada vez que lo guardo en el bolsillo pierde cobertura y tarda un rato en recuperarla.

De repente escucho una simple queja por detrás mía, no se quien sería pero yo estaba apunto de explotar y escuché algo de que ahora había que dar la vuelta otra vez y no aguanté más. Les dije que cogiera el gps el que quisiera, el teléfono o lo que les diera la gana pero yo ya no guiaba a nadie. No quería volver a escuchar una queja, yo tenía fuerzas para hacer lo que faltaba y otros 100 kilómetros más iba realmente relajado y despacio y comprendía el cansancio de otros pero no las quejas por equivocarnos de calle. En mitad de un puente de lo más alto de la ciudad me planté.

Salió el llevar todo el día escuchando la pregunta de los kilómetros faltan para llegar, salió que me sentía responsable como organizador de la ruta de no llevar al grupo a un sitio a donde dormir, salió que no habíamos comprado comida por no querer llevar peso y ya habían cerrado tiendas y posiblemente campings donde dormir, salio que me sentía mal por no dar una alternativa rápida pero escuchaba quejas sin soluciones y al final me enfadé.

Me notaron nervioso y/o cabreado y pensamos en no alterarnos más, íbamos muy bien de tiempo, habíamos hecho un rutón, la etapa más larga de todas las que íbamos a hacer, habíamos conocido a españoles, amanecido lloviendo en el Gran Dique, estábamos a muchímos kilómetros después de pasar por un montón de sitios, viento a favor, ponys eléctricos, pueblos preciosos, risas, habíamos estado en un par de tiendas de bicis, en un pueblo en fiestas, se había caído David, Carolina y todavía faltaba otra caída, habíamos conseguido el ordenador para unos mapas que no nos sirvieron, y más cosas,.... nos clamamos y buscamos otro camping con la ayuda del teléfono.

Pero la mala suerte de final de etapa no había terminado. Fuimos despacio, muy despacio siguiendo el track para llegar a las afueras de Dordrecht pero en la otra dirección siguiendo el teléfono cuando empezó a nublarse o salir nubes.

Luego empezó a llover, y a llover y más llover, preguntamos a unos chicos por el camping y no sabían, luego les enseñábamos el teléfono y al mirar el mapa en el teléfono y reconocer el sitio se acordaban... así debía de ser el camping cuando no lo conocen ni los de su lugar. En un momento de estos Belén al frenar no se que hizo que resbaló sobre una calle de adoquines y fue a caer al suelo, menos mal que tuvo rapidez y no se llegó a golpear ella ni pasarla nada, solo la bici al suelo, la tercera persona que se caía en un día.

Otro de los problemas que tenía y por lo que yo llevaba todo el día mosqueado es por la comida, tenía especialmente Carolina una obsesión por no llevar peso y cuando pasábamos por un supermercado quería comprar lo mínimo o suficiente pero no para sobrar, a Belén la daba igual y David y yo preferíamos llevar mucho, entonces cuando veíamos un supermercado y decía que en el siguiente comprábamos a mi no me hacía mucha gracia habíamos tenido dificultades en el final de etapa, eran cerca de las 7:00 pm. sin comida, empezando a llover y posiblemente con los camping cerrados.

Ya había explotado una vez y no quise hacerlo dos veces. Pasamos por la puerta de lo que parecía un supermercado y las pedimos a las chicas que se quedaran allí resguardándose para no mojarse una mientras la otra pasaba a comprar comida para la cena y mientras David y yo correríamos buscando un camping en el que dormir esta noche. Salimos corriendo y paramos a preguntar a un tipo que venía en dirección contraria a nosotros.

Nos empezó a explicar en inglés y viendo el chico lo inútiles que éramos nos pidió que le siguiéramos, se dio la vuelta y nos acompañó por varios atajos, caminos, pasando por debajo de la vía de un tren, cruzando un parque hasta un camping. Que fenómeno el chaval, para darle un abrazo.

La chica del camping se iba en ese momento pero nos atendió y nos dijo en donde montar la tienda, era un camping muy pequeño de ciudad, pero sobre todo muy mojado, había empezado a llover hacía un rato, el suelo estaba empapado y el poco sitio que había era casi encima de un charco, las duchas y servicios como siempre con moneda y la luz tuvimos la suerte de que era en enchufe normal.

David se quedó montando las tiendas mientras yo sin peso me fui a por las chicas deshaciendo el camino que nos acababan de enseñar. Resulta que cuando las encontré estaban en la puerta de una especie de Leroy Merlin, un supermercado pero de bricolaje no de comida, pero como nos habíamos ido corriendo inteligentemente no se habían movido del sitio para no perderse o perdernos.

A la vuelta vi una especie de Burguer con bocadillos y pollo frito y cosas así, y aunque nos quedaban algunas galletas y alguna rebanada suelta de pan de molde compré unas hamburguesas y patatas para que pudiéramos cenar todos.

David no había montado la tienda en donde nos había dicho, había cerca una caravana sin sus ocupantes y plantamos junto a la caravana que estaba en un alto sin agua, donde nos habían dicho hubiéramos estado flotando con las tiendas encima del agua. Nos aseamos, cenamos, y ya relajados nos dimos un pequeño paseo por el camping hablando de las futuras etapas más cortas, esta era la más larga, desde aquí cada día serían más cortas y todavía nos quedaba el día de descanso en Amsterdam.

Así terminó el tercer día de la aventura y desde aquí empezó al día siguiente la cuarta etapa en la que teníamos que llegar a la famosa ciudad de Utrecht.

No hay comentarios: