sábado, 26 de junio de 2010

Nos queda Santiago. Y Conclusiones.

Aquí está Belén frente a la puerta principal de la catedral de Santiago, con cara triste, con la cara triste que se nos quedó a los dos, sin la emoción típica de los peregrinos cuando llegan. Yo no tengo ninguna foto en la plaza ni que se vea la catedral de fondo, mi pequeño castigo a la mala gente que rodea estos actos.

Ahora toca contar en esta última entrada en el blog un poco más sobre algunas de las sensaciones que hemos tenido en el camino.

Íbamos con miedo por la gente que nos íbamos a encontrar, ya habéis visto la gráfica del número de peregrinos como aumenta en años jacobeo, pero la verdad es que había muy poca gente en el camino, siempre con sitio en dónde dormir o comer y además sabiendo un poco donde buscar se pueden encontrar autenticas maravillas como nos pasó en varias ocasiones.

También nos comentaron que la gente era distinta en la zona de Castilla León a la zona de Galicia, especialmente con los ciclistas de Ponferrada a Santiago que son los 200 km. mínimo y de Sarria a Santiago para los que van andando que son los 100 km mínimo. Nos dijeron que cuando más atrás empiezas en el camino los peregrinos son como más auténticos, y cuanto más te acercas a Santiago son como más interesados o más pasotas. Esto son percepciones de otros que nosotros no llegamos a ver y no podemos opinar, quizá pueda tener su sentido.

También nos dijeron que de Sarria a Santiago el número aumenta considerablemente y llega un punto en el que las bicicletas tienen que ir todo el rato tocando el timbre para que se aparten hordas de peregrinos armadas con palos y conchas. Esto tampoco lo percibimos nosotros.

En esta segunda foto vemos a Belén abrazando al santo, coincidió que en ese momento estaba terminando una misa, era el viernes por la tarde y estaban moviendo el famoso botafumeiro, lo vimos desde un punto privilegiado y aunque no se pueden hacer fotos quité el flash de la cámara para no molestar y la hice esta a Belén. Yo seguí castigando al santo que no iba ni a abrazar, pero en el último momento me acerqué a decirle una cosa al oído. Un secreto entre él y yo.

Una cosa que no nos había dicho nadie pero yo si percibí es los distintos tipos de paisanos dentro del camino. Creo o por lo menos es una percepción mía, que las personas que comen directamente del camino son muy amables con los peregrinos, pero parece que los peregrinos molestamos a los secundarios y hay que ser como dice mi abuela de genero tonto para no darse cuenta que si no media Galicia si 50 km alrededor de cada pueblo del Camino come del Camino.

Observé que la tienda que vende un bollo para los peregrinos se porta muy bien con ellos, los invita, habla con el peregrino, le pregunta, es amable y le ayuda, pero el imbécil que le vende la harina a la señora que ha hecho la tarta para el peregrino no es nada simpático ni amable, y ese idiota no piensa que sin el peregrino la señora no le compraría la harina con la que luego hace tarta para el peregrino. Esto también es una percepción mía.

En esta foto con cara de pocos amigos estoy recordando lo que nos han hecho con la Compostela y todavía no lo había superado y me afectaba, ni las ricas almejas en salsa me cambiaron la cara hasta que posé para la foto.

Una cosa que no me gustó nada de la catedral no es solo que me la imaginaba mucho más grande, ni la limpieza que necesita su fachada llena de musgo verde y amarillo, ni las colas que se forman a la misma hora cuando a otras está vacía, lo que menos me gustó es ver tiendas dentro de la catedral.

Me acordé de los evangelios cuando Jesús echó a los mercaderes de la casa de su padre, daban ganas de sacar el látigo y golpear para quitar todas las joyerías y platerías que hay en la catedral y edificios pegados a ella, solo eché de menos que el cura al final de la misa en vez de ostias repartiera estampitas o conchas pintadas por un euro para hacer caja. Me pareció ofensivo que no cuidaran este aspecto de retirar los comercios del templo de culto. Quizá a Belén no la pareciera lo mismo ya que para celebrar que había vuelto a nacer la dije que se tenía que comprar algo y se compró unos pendientes y una pulsera en una de estas joyerías que yo critico, bueno en realidad estaba en otro edificio no pegado al edificio de la catedral.

Para comer ese día nos engañaron con una falsa parrillada cara y mal hecha. Pero para cenar fui yo quien engañó a mi estómago haciéndole creer que era normal cenar dos veces seguidas.

Pasamos a este restaurante y mientras todo el mundo estaba viendo jugar a España yo pedí cenar en un salón sin TV, y los dos solos mano a mano nos pedimos una mariscada, nos preguntó la camarera que si además queríamos primero algún entrante o con eso estaba bien para los dos, yo la contesté que teníamos hambre y la mariscada para dos era solo el aperitivo y que de segundo nos tenía que traer un arroz con bogabante para dos.

Después de comernos todos los bichos nos tiramos a por el grande que estaba en un arroz muy rico, apuramos la cazuela hasta el último grano.

Otra cosa que también es una percepción mía es que el camino es más duro en bicicleta que andando y voy a explicar el por qué lo pienso:

El camino es más bonito andando que en bicicleta, andando vas efectivamente por el CAMINO en mayúsculas, en bicicleta haces el recorrido de pueblo a pueblo como puedas, la mayoría de las veces por carretera, para hacer el camino por camino con la bicicleta tienes que ser un friki de la misma, tienes que ser el típico que sale todos los fines de semana a hacer descensos, saltos, y piruetas con la bici, tienes que tener una bici de 1.000 euros y no una como la mía que la conseguí con las tiras del tabaco Fortuna cuando juntando muchos envoltorios te daban un regalo, pues yo fumaba tanto como para conseguir esta bicicleta.

El camino andando es más de pareja, se habla más con el compañero, se avanza en paralelo y todos pueden seguir un ritmo parecido, el más rápido va a 6 km/hora y el más lento a 4km/h. es fácil adaptarse uno al otro. El camino en bicicleta es solitario, se circula en línea, se habla menos, las diferencias de fuerzas son muy grande y uno puede ir a 20km/hora mientras otro solo va a 10km/hora. lo que es más complicado adaptarse.

También hay que tener en cuenta que andar lo hacemos todos y todos los días, por su puesto no 20 o 30 kilómetros pero si andamos, sin embargo montar en bicicleta no lo hacemos todos los días, por lo que el entrenamiento no es el mismo y la adaptación a cada medio no es el mismo.

Cuando vas andando llevas máximo 10 kilos, 15 si eres muy bruto ya que se recomienda entre un 7 y un 10% de tu peso en la espalda y te compras una mochila que está pensado para eso, para andar y con peso, está preparada y tiene las costuras, correas y todas las cosas para que sea cómoda llevarla, sin embargo una bicicleta está pensado para montar sobre ella y circular pero no está pensada para llevar 20 kilos sobre la rueda trasera y empujarla cuesta arriba por una montaña desde el manillar, es un trabajo duro, incómodo y antinatural que requiere mucho más esfuerzo.

Para una persona preparada, deportista, entrenada o más cualificada posiblemente la bicicleta sea más cómoda, para nosotros lo único que supuso es que de Astorga a Santiago andando son entre 12 o 15 días y en bicicleta nos los podíamos hacer en solo 6, pero respecto al trabajo y esfuerzo creo que hicimos más en bicicleta que si hubiéramos empezado por ejemplo en Sarria y partido desde aquí andando.

Aun esto si lo tuviera que repetir cosa que ya he dicho que no descartamos, sino todo lo contrario, posiblemente lo hiciéramos en bicicleta, le estoy cogiendo el gustillo a montar en bicicleta y nunca se sabe si después de estos días seguiré montando, con más experiencia, más preparados y con más calma pero en bicicleta, la sensaciones que teníamos en la bajadas, los paisajes, el pasar en un solo día por tantos sitios no tiene tampoco comparación, había tardes que comentábamos el sitio bonito que habíamos estado ayer y luego nos dábamos cuenta que había sido esa misma mañana, solo que habían pasado tantas cosas que parecía imposible que todo fuera en un mismo día.

Igual que el camino nos pareció super barato, comer, dormir, estar, hacerlo, todo es super barato, Santiago es todo lo contrario, tenía una previsión de lo que nos íbamos a gastar por día. Día a día nos íbamos gastando menos de lo pensado, y es que dormir los dos por 10 euros es un regalo, comer tampoco comimos mucho ya que estábamos llenos con tanta agua y tanto isostar y tanto líquido, pero fue llegar a Santiago y dormir costaba 4 veces más, comer 4 veces más, y todo 4 veces más, si sumamos los 4 detalles para los niños, etc... pues resulta que todo lo ahorrado y un poco más se lo llevó Santiago. También tuvimos que coger varios taxis para movernos de un sitio a otro al estar Belén con la pierna mal, etc...

Si en el camino salíamos a solo 50 euros o quizá menos entre los dos por día, un verdadero chollo, en Santiago llegábamos a los 75 o quizá casi 100 euros pero cada uno y día.

En esta foto de regreso en el tren acaba de recordar lo sucedido en esta semana y se me habían escapado unas lágrimas.

Los dos hemos acordado que nos gustaría repetir y hacer en otra ocasión el camino. No tiene que ser este año ni el que viene, o si, como diría un gallego, pero es una cosa que no descartamos, además lo haremos con otra experiencia. Podríamos hacer en cualquier momento los 65 km que teóricamente nos faltan aunque por otro lado nos han dado el título como que no nos faltan pero los tenemos como no religiosos (un lío), pero hemos hablado que si lo hacemos en otra ocasión debe ser como mínimo desde el mismo sitio, Astorga-Santiago y si puede ser hasta desde más atrás, León, Burgos o si se pudiera Roncesvalles.

A partir de la segunda quincena de agosto volveré a empezar a ahorrar pero esta vez, el año que viene, nos iremos como había dicho en otra ocasión 10 días al Caribe que nos saldrá más económico, además Paula ya me recuerda que dentro de dos años la he prometido que nos vamos a ir los 4 a hacer un super viaje juntos. También está la posibilidad como ya anuncié en otra ocasión que alguien quiera que nosotros hagamos viajes por él, prometemos contarlo y si es necesario tener experiencias místicas, paranormales o muy especiales como en esta ocasión solo necesitamos financiación.

El resto de las anécdotas que aún nos quedan me las guardo para no hacer más extenso este viaje que bastante letras y páginas del futuro libro 2010 se está llevando.

viernes, 25 de junio de 2010

¿Tenemos la Compostela?

Ahora vienen una o dos entradas, posiblemente dos de resumen y conclusión del viaje.

Esta primera foto corresponde a la cartilla o credencial de peregrino que compramos en Astorga por un euro cada uno y que tuvimos que ir sellando por cada iglesia, albergue, bar, restaurante, tienda, lo que sea que fuéramos pasando durante el camino. Eran necesario dos sellos por día para verificar que el camino se estaba haciendo correctamente según un itinerario y según un recorrido, horario, fechas, etc... es como la demostración que lo que se ha hecho está bien hecho.

Nosotros íbamos sellando en varios sitios, no en todos ya que tampoco es cuestión de hacer una colección de sellos, es simplemente una demostración para cuando se llega a Santiago ir a la oficina del peregrino y reclamar la Compostela si has cumplido con unos requisitos mínimos.

Después de un jueves agotador, de estar rodeado de tanta gente buena, de tanta gente que nos ayudó de una forma tan desinteresada de una forma tan generosa parece que la bondad se te pega y al llegar no se me ocurre otra cosa que decir la verdad. Podría haber mentido, o simplemente me podría a ver callado, pero tuve la mala costumbre de decir la verdad.

Llegamos a la oficina del peregrino y explico que venimos hechos polvo, Belén cojeando, que hemos estado en el hospital y que ha sido un viaje muy enriquecedor pero también muy agotador y que por culpa de un accidente que casi la cuesta la vida a Belén hemos venido desde Palas del Rei en autobús, a lo que me contesta la chica que entonces no me puede dar la Compostela. La miro con cara de mala leche y la explico que los 200 kilómetros en bici los tengo realizados, que rezar durante el camino... he rezado más que en mi puta vida (se lo explico con otras palabras pero con la misma mala leche) y que si hemos hecho los últimos 65 kilómetros en autobús no ha sido por capricho como todos los tramposos que hay por el camino, que mi mujer ha estado en el hospital y viene que parece que llega del Vietnam en vez del Camino de Santiago.

Cuando me dice que las reglas son las reglas, y que es imprescindible hacer los últimos 200 kilómetros en bici, no 200 kilómetros, si no los últimos 200 kilómetros saco el tema de la famosa dispensa papal para los años xacobeo y la iglesia de Villafranca del Bierzo, esa historia que os conté hace dos o tres días, y que entonces solo sabía por pequeñas referencias.

Aquí la pillé por que no tenía ni idea de lo que la estaba hablando y se lo pregunta a otra compañera que por lo visto tenía menos idea aún, y se reúnen en pequeño comité las 5 chicas que hay en la sala para hablar entre ellas.

Después de hablarlo entre ellas nos llaman y la que hace de portavoz nos dice que ellas no conocen nada de eso, que la historia de la iglesia de Villafranca del Bierzo debe ser una broma o una leyenda urbana que nos han contado pero que no existe tal realidad, pero que debido a nuestra fe, a nuestro interés, a nuestro esfuerzo y a lo que nos había pasado nos iban a dar un certificado de a ver hecho el camino.

Medio cabreado cogemos el papel y salimos de la oficina del peregrino. Llegamos a la plaza del Obradoiro y juro castigar a Santiago de la forma que mejor se hacerlo, no pienso hacerme una sola foto en la catedral, ni con Santiago ni con ningún símbolo religioso de la ciudad, para mi se pueden meter toda la catedral por donde les quepa.

Teníamos una sensación muy pero que muy extraña, los dos en Santiago, emocionados por el grandísimo esfuerzo que habíamos hecho, por lo complicado de llegar hasta donde habíamos llegado, por la suerte que habíamos tenido dentro de la desgracia ocurrida, y también con la rabia de la falta de reconocimiento, con la sensación de que había vivido un Camino de una forma mucho más cristiana y sin creer en tonterías que muchos de los que se dan golpes en el pecho, nos pusimos a llorar, los dos llorando en la plaza como hacen muchos peregrinos pero otros por alegría y nosotros por tristeza, teníamos una sensación que creo que tardaremos mucho en olvidar.

Llegué a la conclusión de que no entiendo que coño hacemos, un Dios que no existe, una iglesia mala y alrededor tanta gente buena haciendo cosas por lavar la imagen de esos burócratas y aprovechados que hay en las iglesias junto a símbolos de dioses que no existen o por lo menos nadie sabe que es lo que realmente hay en el caso de que haya algo. Para mi es cierto que la iglesia la hacen las personas que hay alrededor de ella, pero por mucha colonia y mucho maquillaje que pongamos a una mierda seguirá siendo una cagada, mejor utilizar esos perfumes y coloretes en algo bonito. Y tampoco me vale la justificación de hay religiones peores. Pues eliminemos primero a las peores y luego a las menos peores pero no justifiquemos a las malas con las muy malas.

Llegamos al albergue, derrotados, pero más psicológicamente que otra cosa, en mi interior no entendía nada de lo que había sucedido en las últimas 24 horas. Había hecho el camino de mi vida y me lo reconocían con un título de segunda, una copia, una falsificación, no la quería, la rompí. Miré en internet con el móvil de Belén y leí lo que nos habían dicho sobre la iglesia de Villafranca del Bierzo, efectivamente había muchos artículos en muchos periódicos, vídeos, el alcalde de Villafranca del Bierzo presumiendo de la iglesia que cumple las funciones de la de Santiago en caso de enfermedad o accidente que impida continuar el viaje, noticias sobre el número de peregrinos que habían conseguido la compostela de este modo. Al comentarlo con Belén me dijo que al día siguiente, el viernes por la mañana, íbamos a ir a reclamarla otra vez, que teníamos derecho a ello y nos lo tenían que dar, teníamos que luchar por el título y el diploma.

Poco a poco yo iba recuperándome y me di cuenta que me daba igual el "título", la compostela yo ya la tenía en un lugar que nadie me la podía quitar, la tenía en el recuerdo, en el corazón, si decían que no había llegado a Santiago en bici no me podían dar ese certificado de peregrino que es el certificado que se les da a los no creyentes o los que hacen el camino por deporte, pero por el contrario si me lo merecía por llegar me merecía el de verdad el título con mi nombre en latín y con el perdón del santo por mi sacrificio en el camino para llegar hasta él, llevaba 4 días hablando con Santiago y estaba en mi derecho, pero estas medias tintas ni las quería ni iba a mendigar, nada y a nadie. Nadie jamas será capaz de decirme que yo no tengo el camino hecho, no tendré la Compostela pero mi camino está más que superado, con creces. Llegados a este punto era yo quien no quería el título, lo veía algo inferior comparado con el mio, mi sensación valía mil veces más que ese papel para enmarcar, yo no creo que exista ningún Dios, ninguna religión ni nada sobrenatural pero si algún día alguien espiritual me tiene que juzgar estoy seguro que no contará el número de veces que me he arrodillado en una iglesia ante un cristo de madera.

Creo que tenemos un camino que otros tengan que repetir muchos años para sentirlo como lo hemos sentido nosotros.

jueves, 24 de junio de 2010

Etapa 5: Airexe (Ligonde) - Lestedo - Lugo - Palas del Rei

Esta va a ser una de las entradas más complicadas de escribir para hacerme entender perfectamente de todo lo que transcurre, quien no sepa nada me imagino que lo primero que se hace al entrar en el blog es ver las fotos y luego decidir si leer el rollo de todos los días o no, y efectivamente hay una foto de Belén en una camilla de un hospital y además está con una señora que para quien no la conozca se llama "nuestro ángel de la guarda".

Habíamos salido de la pensión dónde dormimos la noche anterior en Airexe, hacía un poquito de fresquito pero prometía ser un muy buen día, muchos descensos, animados con fuerzas y con la ilusión de que podría ser la última etapa.

Belén se pone la primera, generalmente iba yo el primero y ella detrás, tanto ascendiendo como descendiendo. Menos el primer día en ya un lejano domingo por la tarde cuando no podía seguirla las demás de las veces he ido yo marcando los tiempos.

Llevábamos apenas unos dos kilómetros por un paisaje lleno de pastos, llegamos a una cuesta abajo y empiezo a pensar que Belén va demasiado deprisa, pasa un segundo, tenemos tiempo de sobra y no hace falta cansarse, pasa un segundo, la miro y pienso en avisarla para que no corra tanto, pasa otro segundo, se acerca al final de la cuesta abajo y veo que la rueda de atrás la hace un feo, pasa medio segundo más, noto que va a perder el control, miro y veo que al otro lado de la curva hay un sembrado, un terreno que presumo blando, pienso que la caída ya es inevitable, pienso que nos va a retrasar un buen rato, pienso que quizá se haga más daño del que creo, pasa otro segundo, la veo chocarse contra la valla, la veo salir disparada por encima de la valla, la veo adelantar a la bicicleta, escucho caer, escucho el golpe de su cuerpo contra el suelo, pasa otro segundo.

Yo bajaba hasta entonces sin dar pedales pero empiezo a darlos para llegar hasta dónde se ha caído, hay una cuneta y Belén está un poco más abajo del terreno por lo que no se la ve, pero sin embargo se la oye, se la oye gritar y llamarme, salto de mi bici, la tiro sin cuidado y salto para abajo para llegar hasta donde se encuentra ella. La miro y pienso en el dolor que tiene que estar pasando, inmediatamente me viene a la cabeza que hemos terminado el camino, esto no es una simple caída o un golpecillo, incluso creo que tiene la pierna rota.

El muslo lo veo que tiene dos direcciones, tiene que estar partido seguro, además en el exterior del muslo derecho hay un agujero, con lo poco que me gusta la sangre y las heridas y veo un agujero por el que cabe perfectamente un dedo sin tocar las paredes, pero no sale ni una gota de sangre, tiene la bici encima de sus piernas, pero encima de la bici está el poste de la valla que no es de madera es de hormigón. Solo ha pasado un par de segundos desde que he llegado pero ya he visto casi todo lo que se tenía que ver.

Me acerco la acaricio la cara la digo que no se preocupe que todo terminará bien que yo siempre tengo suerte y que la vamos a tener ahora, la pido que no mire su pierna, puede gritar, llorar lo que quiera pero no quiero que vea su pierna no quiero que vea que la tiene partida como yo lo creo. Respiro hondo y empiezo a actuar.

Según todos los manuales de socorro lo primero es avisar, luego proteger y por último ayudar; vale pero el que escribió esto no tenía a su mujer aplastada y tirada en una cuneta, para mi lo primero es quitarla el peso de encima, mientras grito por si me oye alguien intento quitar el poste de hormigón de encima. Al tirar para arriba quien grita es Belén, la he debido de hacer daño pero no se con qué, paro miro y vuelvo a tirar para arriba, vuelve a gritar, vuelvo a mirar, pienso... ya lo veo, su pierna no está en el suelo, está sobre un alambre gordo de por lo menos 3 milímetros, oxidado y no veo los pinchos ni a derecha ni a izquierda de su pierna, como esté debajo me va a tocar quitárselos de la piel pero por suerte es un alambre sin pinchos, parece que empieza a llegar la suerte pero necesitamos mucha más.

Miro para arriba y aparece un peregrino con su mochila, subo la cuneta y le pido unos alicates porqué yo se que no llevo alicates, es extranjero pero me entiende y me ofrece una navajilla, ya lo estaba intentando yo con la mía más grande y fuerte y no se puede, llega otro peregrino más atrás y le grito para que me deje unos alicates, también es extranjero pero el primero habla con el segundo y me vuelven a ofrecer una navaja más pequeña aún, no tienen culpa pero pienso que si esa es toda la ayuda que pueden ofrecer están estorbando.

Cuando voy a volver con Belén veo que viene un coche, lo paro, me pongo en medio de la carretera y se baja una chica a la que pido los dichosos alicates, me dice con acento gallego que no tiene, y la pregunto que como es posible que no tenga unos alicates entre las herramientas del coche, pero al oirla hablar me doy cuenta que ella si sabe dónde estamos. Parece que ha pasado mucho tiempo pero no ha sido más de un minuto. La pido que llame a una ambulancia mientras yo me vuelvo con Belén.

Belén quiere ver su herida, y mientras aparecen otros dos peregrinos andando, uno me dice con acento francés que su amigo es médico, bien, esa es la suerte que necesitaba, le digo que baje y vea a Belén, mientras la pregunto a la chica por la ambulancia y me dice que no tiene cobertura, la digo que me lo tenía que haber dicho antes y la doy mi teléfono mientras marco al 112, la paso mi teléfono y la pido que sea ella quien explique dónde coño estamos, no se el nombre de ningún pueblo de alrededor, lo único que le podría decir yo es que estábamos en Galicia y por aproximarme un poco más que en algún tramo del Camino de Santiago. La dejo a la chica y me voy con Belén y el médico, nada más verle y eso que no le entendía me doy cuenta que ni médico ni leches, llega a la misma conclusión que yo de que tiene la pierna rota y algo tiene que me convence que no es ni ATS, ni el conserje del ambulatorio de su pueblo francés. Miro a la chica de arriba y la pregunto que si ha avisado a la ambulancia y según me dice que si, entonces veo que viene otro coche, subo corriendo y le paro para pedirle los dichosos alicates que nadie llevamos, tenemos suerte y es una furgoneta taller de reparación y tiene todo tipo de herramientas, me deja unos buenos alicates de corte y con ellos le doy dos tajos al alambre sobre el que apoya Belén su pierna.

Nada más hacer esto su pierna cae al suelo y por fin descansa, ya puedo retirar el poste de hormigón y después la bicicleta de encima suya, ahora está completamente libre, tumbada y descansando, con dolor pero descansando. En todo este nuevo rato no ha pasado más de otros dos minutos. Belén también está más relajada o por lo menos grita y llora mucho menos de lo que lo estaría haciendo yo, pienso que yo en su situación no haría falta llamar a la ambulancia por teléfono porque me estarían escuchando desde el pueblo que estuvieran.

Llega un momento en el que hay por lo menos 6 peregrinos y dos coches parados, ya pasan otros se asoman a ver el espectáculo y al ver tanta gente se van y pasan de largo.

Belén empieza a decirme que tiene frío y subo corriendo a las alforjas de la bici, las abro y saco una toalla para arroparla, no se por qué pero al decirme lo del frío me acuerdo de que esto siempre sale en los accidentes y en las películas, siempre que hay alguien herido tiene frío y en las películas me da la sensación de ser algo grave, no quiero que tenga frío, que la duela y que chille todo lo que quiera pero prefiero que tenga calor. Después de ponerla la toalla dice que sigue teniendo frío, y esta vez saco un saco de dormir lo bajo y se lo pongo sobre su cuerpo mientras la acaricio la cara.

Han pasado otros dos o tres minutos y antes de que el tiempo se vuelva desesperante aparece la ambulancia, se bajan dos chicos uno más joven y otro de mediana edad y les explico que abajo en la cuneta está Belén con, posiblemente, la pierna rota bajan y el "médico" francés intenta explicarles algo pero al hablar Belén y ver que es española le apartan y pasan de él, creo que todos tuvimos la misma percepción de que no era ni ayudante de veterinario, cogió su mochila y se largó, por lo menos nos sirvió para tranquilizarla y darla ánimos en esos primeros minutos hasta la llegada de los verdaderos médicos.

Subo otra vez al camino para dejarles trabajar a los chicos de la ambulancia que empiezan a subir y bajar con cosas, tipo camilla grande, camilla desmontable, esponjas para inmovilizar distintas partes del cuerpo, etc... cuando veo que al fondo viene otro coche, un coche rojo Renault Clio y que no puede pasar al estar la ambulancia en medio, pero lo que hace es que se aparta y se baja del coche una señora mayor, algo gordita y viene hacía nosotros.

Al llegar a nuestra altura y preguntar la digo que hay un accidente y que está todo controlado, mientras ella mira alrededor y ve las bicicletas tiradas, a los médicos, a Belén, a la gente y me pregunta que si estoy nervioso, no la estaba haciendo mucho caso y la verdad es que no estaba nervioso pero en esos casos hay que decir que si, no estaba bien decir que ya estoy tranquilo. Me dice tranquilo, ¿como te llamas?, pues tranquilo Paco que ya estoy aquí y soy "tu ángel de la guarda" dame un abrazo y dos besos que verás como no pasa nada.

No os importe leer esto dos veces por que es así, yo ante esta situación pienso que me ha tocado la loca del camino, que en todos los sitios hay alguien que no está bien y me ha tocado a mi. Me da un abrazo y me dice ¿estás más tranquilo? y la digo que todavía no y me vuelve a dar otro abrazo y otros dos besos, para que no se repita la situación la digo rápidamente que estoy mucho más tranquilo y me aparto mientras ella se va a su coche.

Veo que a Belén la han inmovilizado el cuello, también la pierna, que no sangra mucho y me comenta un enfermero que la pierna tiene pinta de no estar rota, si estuviera rota la hubiera dolido muchísimo más, hasta casi desmayarse, me piden ayuda para subir la camilla por la cuneta pero al final se las arreglan ellos, yo solo sujeto por detrás al conductor para que no resbale.

Llegamos a la parte trasera de la ambulancia y les digo que voy recogiendo a por las bicicletas y las mochilas para irnos, pero me dicen que ni de broma voy a subir las bicicletas a la ambulancia y las mochilas tampoco, me dejan un poco descolocado pero les explico por si no lo han notado que somos peregrinos, que nuestra casa está a más de 1.000 kilómetros de allí y que era todo lo que teníamos en este momento en la vida, que estaba toda nuestra ropa, nuestro todo, que no podía dejarlo allí, pero parecía que no pensaban ceder. Como a 40 metros había una casa les digo que se esperen a que llame a la casa y la deje a los vecinos de allí y que en algún momento vendría a por mis cosas y me dicen que allí no vive nadie.

A todo esto aparece la señora del coche rojo y me dice: tranquilo Paco, deja que se vayan, ya te he dicho que soy tu ángel de la guarda, yo te ayudo con todas las cosas y te acompaño al ambulatorio al que se lleven a tu mujer, ven, dame otro abrazo para que te tranquilices que no pasa nada.

En este momento mi opinión de la "loca del camino" empieza a cambiar, por las circunstancias la veo como un poco loca eso si, pero también como mi única solución. O acepto su ayuda o estoy más tirado que una colilla. La veo que se va al coche y me dice que la lleve la bici de Belén, cuando la miro veo que ya había bajado 4 o 5 maletas suyas, había echado los asientos del coche para atrás para hacer el maletero más grande y quería que metiera la bici encima de sus maletas. Me da un poco de apuro y la digo que quizá la manche con la grasa de la cadena sus cosas y me dice que no me preocupe y que la bici como no cabe en la parte trasera de su coche que la quite la rueda de delante, a todo esto miro y la ambulancia ya había hecho la maniobra de marcha atrás y se iba a algún sitio que yo desconocía con Belén dentro. Los peregrinos que estaban allí cotilleando empiezan a andar y empezamos a quedarnos solos la mujer del coche rojo y yo.

En este momento se identifica y me dice que se llama Elibel, que no me preocupe otra vez que es mi ángel de la guarda y me da otro abrazo. Solo me quedaba confiar en ella y la no es la loca del camino, es mi nueva amiga. Me explica que no cabemos los dos en su coche, que eche todo el peso en su coche y me quede solo con la bici para ir más rápido que pregunte por el ambulatorio y que cuando yo llegué allí estará ella con mi mujer que la digo que se llama Belén.

Según va el relato han pasado de 15 a 20 minutos desde la caída, estoy solo, sin Belén que no se en donde está, la bicicleta y las cosas en el coche de una desconocida y me dice que se va con todo lo que tengo, además de hacerse llamar "angel de la guarda", como para volverse loco. Pero algo me dice que puedo confiar en esta persona y la digo que estoy conforme con lo que me dice.

Aparece otra peregrina francesa y al ver que estamos recogiendo cosas del suelo y echándolas al coche se pone a ayudar, cuando terminamos arranca el Renault Clio rojo y desaparece. Según se va me doy cuenta que la peregrina no solo ha echado las alforjas y trastos al coche, también mi cartera con mi documentación, con todo mi dinero, con mi teléfono móvil, con todo, miro a mi alrededor y me doy cuenta que además de la ropa tengo mi bicicleta sin nada encima y la cámara de fotos colgada en el pecho. Nada y absolutamente nada más.

Me quedo un minuto reflexionando sobre lo que ha pasado, la situación en la que nos hemos encontrado, y aunque me apetece llorar no me salen lágrimas es una tristeza en el interior, un desasosiego de lo ocurrido, del giro que ha dado el día en un segundo.

Me subí a mi bicicleta y empecé a pedalear todo lo que podía en la dirección en la que se había ido la ambulancia y "mi ángel de la guarda". Voy preguntando y adelantando a los peregrinos que iban andando en el momento del accidente y continuando en la misma dirección hasta llegar a un sitio en el que había un albergue enorme, no se que me ha pasado pero voy sin frenos y casi me caído pero al final allí me indican dónde está el ambulatorio, y nada más llegar al ambulatorio veo a una ambulancia en la puerta preparada para irse y a "mi ángel de la guarda" agitando la mano para que la vea, me acero a él y me dice que necesito un abrazo para tranquilizarme, que no me preocupe que ya está todo bien y me explica toda la situación.

La situación es que me dice que Belén está en la ambulancia y se la llevan ya mismo al hospital de Lugo, que efectivamente no tiene nada roto, pero la tienen que mirar que no tenga alguna fisura o algo interno que no se vea, que no me preocupe que me despida de Belén y yo me quede allí para hablar con el médico me confirme la situación y luego ella me lleva a Lugo para ver a Belén. Ahora si que pienso que esta persona es más buena de lo que pudiera imaginar y tras despedirme de Belén que sale inmediatamente para Lugo y hablar con el médico que me confirma lo que me ha dicho Elibell, salimos hacía su coche.

Aquí me cuenta la situación, quién es ella, que hace y cual es el siguiente plan.

Resulta que ella hace el viaje con dos primas suyas, más una mujer mayor argentina que se han encontrado en el camino y que las tres según ella están bastante impedidas, entonces hacen etapas pequeñas sin peso, ella se adelanta con el coche, reserva habitación en hostales y pensiones y deja las mochilas de las 4, luego regresa andando para atrás hasta que las alcanza para una vez las cuatro juntas continuar el camino hasta el hotel, por lo tanto ella hace el camino dos veces andando más una en coche. En el momento del accidente me dice que iba a dejar las maletas en el hotel, (no recuerdo bien pero creo que no me coincide con la dirección que trae el coche pero me lo acepto), y que ya ha hablado con sus primas por teléfono para contarlas la situación. Que como yo no puedo subir en su coche me vaya con la bici hasta el nombre del hostal que me dice además que está en Palas del Rei y voy hasta allí con mi bici y ya con el teléfono, dinero y documentación que me da y me regaña por haberla dejado en su coche. Y allí nos esperamos para bajar todos los bártulos y poder irnos en coche los dos juntos al hospital de Lugo.

En este momento vuelvo a pensar que no se si tendrá alas de ángel o no, pero que me está haciendo un favor gigante no tengo dudas.

Llegamos los dos al hotel y lo primero que hace es pedir las dos habitaciones que tiene reservadas y pagarlas, una vez que las ha pagado le explica al dueño del hostal que necesita un sitio dónde dejar dos bicis por un tiempo y nos vamos a un edificio contiguo en el que están las habitaciones, dejamos las bicis en el pasillo y las maletas tanto de ella como las nuestras en la habitación, nos subimos en el coche y nos vamos a Lugo.

Al llegar a Lugo ninguno de los dos sabíamos en dónde estaba el hospital pero preguntamos, aparca el coche y llegamos a urgencias, preguntamos por Belén y la vemos que la van a pasar a hacerla unas radiografías, cuando sale hablamos con ella y nos explica que la han mirado y que no tiene nada de gravedad pero que la herida en la pierna en grande y profunda y que cabe el riesgo de sufrir una infección y que entonces si se convertiría en un problema médico importante. Por esto deciden los médicos no cerrar la herida con puntos y mejor dejarla abierta con un drenaje y bien vendado, la anestesian un poco la dan una pastilla calmante para el dolor y la dicen que ya se puede ir.

Yo exijo a la doctora un medio de transporte para Belén que la lleve a Alcázar, a Fuente el Sauz o a Santiago pero que allí no la podían dejar coja, tumbada en una camilla, anestesiada y buscándose la vida de esa forma, además por ser peregrinos deben desplazarte como mínimo al punto del accidente para que continúes con la peregrinación si estás dispuesto a ello. De esto me informó el médico del ambulatorio. Pero interviene Elibell para decirme que no me preocupe por nada ya que ella nos lleva a los dos a Palas del Rei donde tenemos las bicis y mochila y allí hablamos.

Cogemos una silla de ruedas llevamos a Belén hasta el coche y nos vamos para el hotel. Por el camino nos cuenta más sobre ella, sobre su familia, sus hijos, su estado, y vamos intimando hasta llegar a la habitación, en la habitación con todas sus cosas y también las nuestras la ofrezco como agradecimiento como mínimo invitarla a comer, ya eran sobre las 13:00h. de la tarde y era buena hora para comer, que mínimo después de todo lo que había hecho por nosotros, y también la digo que podemos comer todos juntos con sus primas y amiga.

Entonces para rematar nuestra sorpresa, para demostrar más si fuera necesario su forma de ser nos dice que ya había pensado ella en eso y que efectivamente era tarde y la hora de comer pero ella se tenía que ir con sus primas, y nos dice que ella trae en su mochila un jamón de jabugo buenísimo que ha partido en casa y envasado al vacío, no se si lo trae de Isla Cristina (Huelva) que es de dónde es o de Mérida (Badajoz) que es dónde vive, el caso es que abre una mochila y saca un paquete con medio kilo de jamón y me dice que como tengo que ir a por medicinas a la farmacia aproveche para comprar pan y hacernos un par de bocadillos, además nos dice que ella se iba ya andando al encuentro de sus primas, y que aprovecháramos también para ducharnos, cambiarnos y arreglarnos, que luego cuando regresara ella si estábamos nos veríamos pero si ya nos habíamos ido que no pasaba nada.

Imaginaros la situación hasta ahora. Recapitular un segundo que ya es impresionante, un pedazo de accidente que Belén no se mató de milagro, si el cable en vez de en su pierna la da en otra parte del cuerpo la podría haber partido en dos, la mujer esta que se identifica como un ángel de la guarda y gracias a ella no me siento solo, me ayuda con las bicis con los paquetes, y nos atiende en el ambulatorio, en el hospital y en el hotel, y ya para remate nos da hasta de comer y desaparece.

Hago lo que habíamos planeado, compro los antibióticos, las pastillas para el dolor, una barra de pan y un litro de zumo y comemos en la habitación, me ducho, me cambio y me quito la ropa de ciclista que aún llevaba, me pongo más cómodo y reparto todas nuestras pertenencias en vez de un par de alforjas para mi y un par para Belén como las teníamos hasta ahora, las reparto en un par de alforjas para los dos con lo más importante y limpio, y un par de alforjas con cosas de los dos con ropa sucia y ropa de ciclista, y con solo el primer par de alforjas bajo al otro edificio con Belén dónde está la recepción del hostal.

Allí me pongo a hablar con el dueño de la pensión nos saluda y aparece con su mujer y nos dice que lo han estado hablando entre los dos y que después de lo que habíamos pasado, del golpe, del accidente, del susto, de todo el día que llevábamos no nos podía cobrar la habitación y extiende la mano para devolverme 70 euros que corresponden a las dos habitaciones que había pagado Elibel.

Fue durante muy poco tiempo, décimas de segundo, no llegó casi ni a cuajar la idea en la cabeza, pero por una minúscula fracción de escaso tiempo llegué a pensar que de verdad Elibel era un ángel. ¿sería posible que ese hombre no viera a Elibel? ¿Qué como en las películas de fantasmas, vampiros o cualquier otra cosa solo el protagonista vea al ángel? ¿Ese hombre no había visto a Elibel o no se acordaba de ella? Al hacerme esta última pregunta recapacite en la tontería que llegué a pensar y me di cuenta que con los nervios lo que ocurría es que no se acordaba de ella y le expliqué que lo que realmente había sucedido y quienes éramos nosotros y que hacíamos allí.

Cuando creo que lo comprendió me dijo que después de la aventura del día y lo que había hecho Elibell por nosotros que le pidieramos lo que fuera que él también quería ayudarnos y lo que se me ocurrió, y en realidad estaba pensando desde que me duché, fue en que me llamara a un servicio taxi para mochilas y bicicletas que tanto había criticado en los días anteriores para que nos llevaran las bicicletas a algún sitio. Tenía que llevar en brazos mi bici, una bici rota, 2 pares de alforjas y una mujer coja, necesitaba ayuda. El problema era dónde mandarlo y cuando, yo sabía, por qué lo había leído antes de salir, que había empresas especializadas que se dedicaban a llevar las bicis de Santiago a casa, por lo que le pedí que me las llevaran a Santiago y al llamar me dijeron que las dejarían en el seminario menor, por lo visto es un albergue gigante al que van muchos de los peregrinos cuando llegan a Santiago, le pagué las dos bicis y un par de alforjas y salimos de allí Belén y yo con el otro par de alforjas dirección al autobús que nos llevaba a Santiago.

Del viaje a Santiago ya contaré el la siguiente etapa que sirve de conclusión, pero añadir para terminar la historia que por la tarde en la plaza de la catedral vi a un chico dando vueltas con una bicicleta y unas alforjas con publicidad de una agencia de transporte, le paré y le expliqué (con menos detalles que aquí) lo que nos había pasado y que necesitaba a alguien que fuera al seminario menor a recoger nuestras bicicletas y de allí mandarlas a casa, en este caso a mi trabajo, me dijo que no había ningún problema y que nos ayudaría todo lo que pudiera. Como no me cabía otra posibilidad más que confiar en otro desconocido le pagué la factura y nos volvimos al albergue privado en el que habíamos reservado habitación para dos noche.

Por ahora teníamos dos bicicletas, más un par de alforjas, 2 pares de botas, cascos, etc. en un pueblo que tenía que recoger alguien, llevar a otro sitio y que otra persona las recogiera y las mandara a Alcázar, esto todo pagado y sin conocer a nadie. Después del día que habíamos tenido solo podía salir bien, y la pena estoy pensando ahora al escribir esto es que este día no jugara una primitiva por que creo que hubiera sido el día que nos tocaba seguro.

miércoles, 23 de junio de 2010

Etapa 4: San Cristovo do Real (Samos) - Airexe (Ligonde)

La etapa de hoy se presentaba como una etapa cómoda, después de haber pasado Foncebadón y O Cebreiro ya no nos quedaba ningún puerto grande.

Habíamos elegido el camino creo que más bonito aunque hacíamos 4 o 5 kilómetros más, paramos a desayunar en Samoa y continuamos hasta Sarria.

A la salida de Sarria está el punto kilométrico 100 a Santiago y por lo tanto es un punto de comienzo para muchos peregrinos que van andando en busca de La Compostela, casi que se lo pueden hacer perfectamente en un fin de semana y no entreteniéndose mucho vuelven con su premio, además de este tipo de peregrinos que ahora no creo que realmente lo sean también están los peregrinos que tienen algún problema físico o por la edad y con estos 100 kilómetros hacen mucha más peregrinación que algunos que vimos por allí que se hacían 150 kilómetros en bici en un solo día, eran deportistas profesionales.

Al llegar a Sarria estuve como loco buscando un supermercado o tienda en la que me vendieran isostar en polvo, me había vuelto adicto, era mi droga anti agujetas.

Desde el primer día, en realidad solo dos días antes pero me parecía una barbaridad de tiempo atrás debido a la de cosas que habían pasado y sitios en los que habíamos estado, cada día tenía un poco más de fuerzas que el anterior, tenía un dolor intenso en la rodilla derecha cuando andaba que en realidad me duró hasta 4 días después de terminar el camino pero lo veía más como un dolor por el movimiento de la pierna al montar que por el cansancio en sí. Iba de tienda en tienda preguntando y en ninguna lo tenían, como mucho me ofrecían Acuarios y los que más se aproximaban era Isostar pero en líquido, yo lo quería en polvo para hacerme yo mi composición y no tener que cargar con una garrafa de 5 litros que nos bebíamos al día entre los dos.

A la salida de Sarria tomamos el camino y me dí cuenta que no había sido consciente hasta ahora de que llevábamos un montón de kilómetros sin pisar un camino, estábamos haciendo el camino de las bicicleta que va principalmente por carreteras secundarias, y eso que yo no tenía ninguna guía de esto, solo llevaba una del camino andando con etapas más cortas y otro recorrido. No me di cuenta porqué en la mayoría de las ocasiones el camino es el mismo, íbamos andando y siempre nos encontrábamos con alguna mochila en la espalda. Pero ahora fui consciente de que llevábamos mucho tiempo sin andar por un autentico camino y al llegar a uno lo noté.

Lo noté por las piedras que hacían que la bicicleta parecía que se iba a partir en dos, las alforjas votaban sobre la bici, y las cosas de la cesta parecía que tenían vida propia, llegamos a un punto en el que había que atravesar un río por unas tablas y tuvimos que cruzar las bicis en hombros. Allí vimos a muchos más peregrinos de los que habíamos visto hasta ahora, a gente que hacía el camino con perros, y a grupos más numerosos, efectivamente se notaba que ya estábamos dentro de los 100 últimos kilómetros.

El timbre de la bici de Belén nos fue útil para avisar a los peregrinos que se fueran apartando, eso cuando el camino era cuesta abajo claro.

Belén me pidió que no pasáramos por más caminos de este tipo ya que bastante duro estaba siendo todo como para encimar complicarlo nosotros más. Eran caminos que los iban a disfrutar mucho más los ciclistas que hacen descensos con montañas, y cosas de estas de frikis de las bicicletas pero para nosotros una buena carretera bien asfaltada nos iba mejor.

Los arcenes de las carreteras del camino son anchos, no era tan peligroso como se pudiera pensan circular por la carretera y además el tráfico era prácticamente inexistente, ni coches ni camiones ni nada.

Otro de los aciertos, y en esta ocasión por recomendación a Belén de su prima, fue llevarnos guantes para la bici, cuando me lo dijo yo pensaba que eran un capricho de ciclista super equipado, nos estaba saliendo el camino por lo mismo que 10 días en el Caribe en un todo incluido pero en una de las muchas visitas a Decathlon nos compramos un par cada uno, junto a llevar botas de senderismo, llevar isostar en polvo y no llevar la tienda de campaña, uno de los tres grandes aciertos.

El día iba avanzando y eso de ir por caminos y tener que bajarnos de la bici para subir pequeñas cuestas cuando con el entrenamiento forzado que estábamos teniendo podíamos subirlas perfectamente nos retrasa y cansaba más. Ahora ya queríamos ir siempre subidos en la bici, se avanzaba mucho más, mucho más rápido y mucho menos cansado que empujando la dichosa bicicleta a la que ya la estaba cogiendo manía.

El tener que ir por caminos nos estaba estropeando una etapa que en un principio sobre el papel se me antojaba casi un paseo. Finalmente hicimos lo que quería Belén y nos volvimos a la carretera.

Aquí en la carretera volvimos a avanzar deprisa, además salimos en un momento que íbamos cuesta abajo y volvimos a coger velocidades de infarto, esta foto es atravesando el río Miño, bajábamos a toda velocidad por una montaña y veíamos el río abajo, lo cruzábamos por este puente y volvíamos a subir otra montaña igual que la del fondo que ya pude subírmela por primera vez del tirón sin poner los pies en el suelo ni una sola vez.

He mirado en internet en google maps el recorrido que hemos hecho y en este punto se ve el río seco, que lástima y diferencia a mejor en este caso, era un paisaje muy bonito y ver las fotos en internet con el río seco parece otro sitio.

Llegamos a Portomarín que es la población principal por la que pasa el río Miño. Había leído que cuando construyeron hacía muchos años un embalse habían desplazado el pueblo a otro lugar, al sitio dónde se encuentra ahora, desmontando los edificios importantes y volviendo a montarlos piedra a piedra. En esta foto que está Belén sobre un puente no se ve entera, ya se verá en el vídeo con todas las fotos, pero es un puente a medias, sube pero por el otro lado no hay bajada, se ve claramente que ha sido puesto aquí de una forma un poco artificial.

Era pronto para comer, además habíamos parado a comernos un bocadillo hacía una hora y decidimos continuar. Belén creo que hubiera preferido descansar un poco pero no se por qué estábamos avanzando menos de lo que yo creía.

Esta decisión nos mató. Resulta que a la salida de Portomarín las indicaciones apuntaban por un cruce a un camino y como además de la flecha amarilla y típica concha indicativa del camino había un peregrino en bici dibujado pensé que iba a ser un buen camino. Aquí me equivoqué de todas por todas, nada más empezar llevaríamos unos 200 metros Belén me dijo de darnos la vuelta, estábamos subiendo una cuesta llena de moscas, vegetación, piedras y muy empinada, yo la decía que para no retroceder esos 200 metros siguieramos y que sería el último camino, pero el resultado es que no terminaba nunca.

Este camino a las 14:30h. sin comer desde el almuerzo de las 12:00h., con el calor, con las moscas, terminó por hacer que sacáramos las esterillas, tiramos las bicis y nos intentamos dormir un rato en mitad del campo, mucha gente hacía noche en Portomarín pero para ir en bici sería muy poco, además nos quedaba poco margen, máximo un día y medio para llegar a Santiago o dos días si pasábamos de ver la ciudad en condiciones. Teníamos que avanzar fuera como fuese.

Me acordé y lo comenté con Belén una conversación que tuvimos el día anterior subiendo el puerto de Cebreiro, en la conversación la decía que no entendía cuando la gente me decía que lo mismo lo conseguía por cabezón, que la gente con la que había hablado sobre esto no había hecho nadie el camino y que no iban a saber valorar el esfuerzo, que en algunas ocasiones rozaba lo sobrehumano, y que por el hecho de ser chico no significa que pueda más que Belén, ni por el hecho de ir en bicicleta que sea más fácil que andando, que había que estar a las 12:00h. de la mañana bajo el sol con los brazos quemados por el sol, las piernas quemadas de cansancio, la rodilla quemada de desgaste, psicológicamente quemado de ver los 3 kilómetros que habíamos avanzado en toda una hora, que si lo conseguíamos iba a quedar como algo normal pero si no lo conseguíamos siempre quedaría la duda de por qué algo tan fácil no lo habíamos hecho. Después de esto la dije que estaba hasta las narices de quejarme y de no poder y que si de Portomarín solo salían cuestas ibamos a pedalear hasta que se terminara la última cuesta. No quería dormir en un sitio y que por la mañana siguiente empezar subiendo, que nada más empezar ya íbamos a rendirnos, teníamos que empezar desde un alto, para por la mañana siguiente ir ganando terreno al tiempo, ir a más y no a menos.

Empezamos a subir cuestas por tramos y poco a poco íbamos viendo como ascendíamos, la dije a Belén que ahora comprendía lo que decían que lo iba a conseguir por cabezón, pues si, será por cabezón o por narices o por lo que sea pero íbamos a llegar a Santiago si o si, luego quien quiera que lo iguale y llegue a Santiago con el mismo entrenamiento que nosotros, con las mismas bicis semi rotas, a Belén no la funcionaba el plato pequeño, el de las subidas, y aún eso despacio íbamos avanzando, cada 50 metros lineales había un repecho dónde la esperaba, cuando nos dimos cuenta que ya estábamos arriba miramos abajo y nos pareció que Portomarín estaba muy, muy abajo.

Distancia recorrida: 56.26 km.
Velocidad máxima: 52.3 km/h.
Velocidad media: 11.3 km/h.
Tiempo pedaleando: 4:49 horas.

Llegó un momento en el que se ocultó un poco el sol por lo que llegamos a sentir hasta fresco o por lo menos menos agobio, estábamos en la cima y no se veían grandes montañas alrededor todo lo contrario solo veíamos valles, y no se el motivo hipermotivados continuamos con una carretera comarcal sin tráfico que podíamos ir en paralelo hablando precisamente lo que llevaba echando de menos desde que comenzamos, poder pedalear en paralelo compartiendo las sensaciones del viaje, se me pasó el cansancio el cabreo y la rabia se convirtió en ganas de seguir y no parar hasta Santiago. Y lo mejor es que Belén estaba más o menos igual, de estar los dos tirados sin fuerzas a querer continuar. Estábamos ya en Hospital de la Cruz y habíamos subido los 300 metros más agotadores del camino, más que los dos puertos por la hora, el calor y el cansancio acumulado.

Pensamos en seguir y seguir, yo la noche anterior había leído en una guía que había una aldea muy pequeña que se llamaba Airexe en el que servían un pulpo ríquisimo, teníamos fuerza para seguir a Palas del Rei además cuesta abajo pero la idea del pulpo rico, la idea de que habíamos arreglado la etapa y que todo lo que nos quedaba hasta Santiago era prácticamente cuesta abajo y que era tardísimo nos hizo quedarnos en este pueblo.

Quizá fue la peor idea y lo que originó lo que pasaría al día siguiente, ya que la cena fue regular, no tenían pulpo, no me pareció el sitio más limpio, el albergue era muy pequeño y con pocas plazas y solo había para uno, al final nos fuimos a uno privado y dormimos en una habitación solos.

Era la noche de San Juan y esperaba yo algo especial, algo de fiesta, fuego, una queimada pero parece que estábamos todos cansados y a las 22:00h. ya no había nadie en la calle, cada uno durmiendo en donde pudo, incluso por la mañana vimos a un peregrino que se había quedado a dormir en la calle arropado con su saco por no tener plaza en el albergue municipal.

Para mañana tenía claro que si apretábamos un poco llegábamos a Santiago y si no queríamos sobre esforzarnos podríamos dejar 20 kilómetros para el viernes por la mañana y a las 12:00h. estar en la plaza del Obradoiro abrazándonos por el reto superado, con mucho esfuerzo pero superado.

martes, 22 de junio de 2010

Etapa 3: Villafranca del Bierzo - San Cristobo (Samos)

Desde que la vi en un plano que nos dieron en el albergue de Astorga temí esta etapa.

Pero primero teníamos un falso llano en donde durante 23 kilómetros apenas íbamos a subir 100 metros. Aprovechamos estos momentos para ver mejor los pueblos, visitar alguna iglesia, capilla, fotografiar paisajes, comernos un buen desayuno con una gran tostada con tomate y aceite y poco a poco ir acercándonos al matadero. Creo que no olvidaré nunca la subida a El Cebreiro.

El puerto del día anterior, Foncebadón, era la montaña más alta del recorrido, pero no la que presentaba mayor desnivel en menos tiempo. Esta etapa, la de hoy iba a ser definitiva, dependiendo de que hiciéramos hoy sabríamos si íbamos a llegar o no.

Nada más empezar, aún con fuerzas, había un falso llano, no había grandes pendientes pero subíamos casi 200 metros, eso si, en 20 kilómetros. Seguíamos dándole al Isostar y a la bici y discutíamos Belén y yo sobre si esta etapa iba a ser más dura o menos que la anterior, ella recordaba la subida a Foncebadón y también que era el pico más alto pero el desnivel ayer era de unos 450 metros entre Astorga y el pico de la Cruz del Hierro, 20 km, hoy teníamos 800 metros en la misma distancia pero además 700 de ellos estaban en solo 8 kilómetros. Subir 700 metros en 8 kilómetros es una barbaridad.

Se me volvió a salir la cadena un par de veces, notaba la rueda trasera frenada, pero todo iba según lo planeado, además durante estos primeros kilómetros coincidimos adelantándonos varias veces con los que se veía que eran más deportistas que peregrinos.

Seguíamos avanzando y no dejaba de mirar al frente en dónde cada vez veía montañas más altas y estábamos más rodeados, no había escapatoria.

Nada más empezar nos dimos cuenta que lo mal que lo habíamos pasado subiendo Foncebadón no era nada comparado con esto. Al poco de empezar nos dimos cuenta que no teníamos ni fuerza para empujar las bicis, las cuestas eran tan empinadas que teníamos que inclinarnos y hacer fuerza con las piernas, clavar bien las botas en el suelo para no caer para atrás.

Además empezamos a sentir odio por los que nos adelantaban, y catalogamos a los distintos peregrinos.

En el camino hay muchos tipos de personas y cada uno se toma el camino y lo hace de una forma distinta, nosotros clasificamos a los deportistas, esta gente normalmente son chicos jóvenes que se hacen más de 100 kilómetros diarios en bici, vienen a Santiago pero podrían hacer de igual manera cualquier otro recorrido, podrían hacer el trayecto Caceres-Murcia y les daría exactamente lo mismo, no solo suben perfectamente los puertos sino que además en vez de hacerlo por la carretera como nosotros, lo hacen por los caminos de los peregrinos de andar, pueden hasta subir y bajar varias veces cuando alguien normal sube una vez y agotado.

Luego están los peregrinos cara, para estos peregrinos lo importante es llegar con el mínimo sufrimiento posible, y más que llegar el objetivo es conseguir La Compostela, pagan 3 euros por mochila y etapa y hacen el camino sin peso. Es cierto que en ningún sitio se habla de un mínimo de kilos, nadie dice que cosas tienes que llevar o que cosas no tienes que llevar pero que otro, en este caso un taxi, te lleve la mochila de albergue a albergue lo consideramos un engaño, un engaño a si mismo, si no puedes con el peso lleva menos cosas, o si no puedes hacerlo no lo hagas que nadie obliga, pero si lo haces es para hacerlo bien. Si alguien me llevara a mi la mochila sería autoengañarme.

Y luego estaban los amigos, gente que sale todos los días a la misma hora hasta el mismo sitio, gente que se compra una guía del peregrino y hace exactamente las mismas etapas que ha marcado el autor de la guía. Si el escritor marca unos puntos de dormir o una etapa de 25 kilómetros da igual que tu puedas hacer 30 o te canses a los 20, tienes que hacer 25 y dormir en el pueblo grande e importante con el resto de "amigrinos". Tampoco les importa mucho a estos el camino, podrían irse a un  campamento de adolescentes y disfrutarían igual.

Finalmente estaban los que no sabían ni dónde estaban, los que se pensaban que esto era mucho más fácil de lo que realmente era, los que no hacen ni 5 minutos de deporte al mes y creían que esto lo hacía cualquiera, aquí me incluyo yo mismo, el que se pensaba que lo iba a hacer descansado y estaba muerto, pero por lo menos tenía una ventaja respecto a otros, me había desengañado y ya sabía la dificultad de hacerlo, cuando contara que era complicado y me dijeran que lo hacía cualquiera podría asegurar con mi verdad que no es cierto, que el camino es realmente duro.

Durante esta etapa volví a comprobar un acierto y un fracaso, el acierto es no haber traído la tienda de campaña que tenía pensado, eran otros 15 kilos extras y no era necesaria, aun siendo año xacobeo los albergues contaban con plazas libres y hubiera supuesto un peso definitivo, definitivo para abandonar, y el fracaso fue no tener una bicicleta mejor.

En mitad de la subida, en la que empezaron a adelantarnos incluso los peregrinos que iban andando notaba que no teníamos fuerzas ni para empujar las bicis, vale que no pudiera montar y que los pedales me pesaran, pero que también lo hicieran los brazos no lo entendía, entonces observé que los frenos los volvía a tener agarrotados, era como si intentara empujar y frenar al mismo tiempo, con gran cabreo desarmé los frenos y dejé la bicicleta suelta.

Durante la subida un "bicigrino" que nos adelantó sin alforjas nos dijo que más adelante había un tramo de pendiente del 17%, me quedé pensando en lo que era un 17% y llegué a la conclusión de que eran tonterías, la pendiente era del 45º y no por que me lo dijera nadie, es que lo estaba viendo, casi necesitábamos una cuerda para sujetarnos y no caer cuesta abajo, eso no puede ser un 17%, (pero el 100% es un ángulo de 90º o de 180º o ¿cómo se pasa de tanto por ciento a grados?) mis ojos no me engañaban y se perfectamente lo que es un ángulo recto, un ángulo llano, se lo que es un ángulo y mis ojos veían cuestas del 45º, si no fuera por las botas que llevábamos estoy seguro que escurriríamos para abajo, me acordaba cuando me preguntaban en Villafranca del Bierzo, en ese momento me parecía que hacía varios días o incluso semana aunque había sido el día anterior, por el motivo por que que no llevábamos zapatillas de ciclista y si botas de montaña. Algo me decía que las iba a necesitar pero tampoco pensaba que iban a ser indispensables y uno de los grandes aciertos del viaje como se estaba demostrando hasta ahora y veremos al final del camino.

Lo del tema de las pendientes de 17% imagino que es cuando pones en el eje de las coordenadas la distancia en kilómetros y en la ordenadas también en kilómetros, así es posible que salga un 17% de inclinación (si se refiere a 17º), pero mientras leéis esto pensar en una carrera de 100 metros y después en un edificio de 100 metros de altura, la medida es la misma pero 100 metros de altura parece mucho más, un edificio de 100 metros es un piso de 40 plantas. Fijaros en el mapa escalado y en relieve de la parte de abajo de esta entrada, esa inclinación no es ni de broma un 17%.

Otra anécdota que me pasó cuando ya llevábamos cierta altura es que me adelanta otro bicigrino montado y me dice que tranquilo que después viene un tramo que se puede pasar del piñón 10 al 7, entonces miro yo a mi bicicleta y veo que solo tengo 7, pero que además el 7 y el 6 no me funcionan, por lo tanto estaba subiendo en el 5, exactamente con el doble de esfuerzo que él, además de que tenía unos gemelos como mi espalda, subía sin peso y parecía que tuviera un motor.

Belén hubo un momento en el que empujó la bici a la cuneta, se tiró al suelo y llorando tirada en la carretera me pedía que parara a un taxi como hacían la mayoría para llevar el peso, después de una discusión sobre el valor del sacrificio, el motivo de hacer el camino y muchas cosas se subió a su bicicleta y empezó a pedalear de tal forma que la perdí incluso de vista, llegó al último pueblo de León, La Laguna, y todavía tardé yo casi 15 minutos en alcanzarla, y no es que estuviera lejos me sacaría menos de 1 kilómetros pero con nuestra fuerzas ese kilómetros eran 15 minutos y dos curvas que ocultaban cualquier paisaje.

La desesperación era tal que veíamos un cartel que anunciaba un pueblo a 3 kilómetros, pero esos tres kilómetros suponían 300 metros de ascenso, al cabo de 15 minutos, totalmente exhaustos comprobabas que habías avanzado 200 metros y que los 3 kilómetros nos iban a suponer otras dos horas mínimo. El último tramo, justo el último kilómetro, había marcas en la carretera cada 100 metros, y de una marca a otra se me olvidaba cuando había visto la última.

Yo sabía que era la etapa más dura de todas, y confiaba en que la siguiente iba a estar chupada, pero habíamos dedicado prácticamente todo un día a hacer el mismo recorrido que un peregrino andando, vale que sin hacer trampas, vale que sin entrenar, pero a este ritmo no llegábamos a Santiago ni el viernes por la tarde.

Cuando llegamos a la cima, O Cebreiro el primer pueblo de la provincia de Lugo, no nos lo podíamos creer, mirar hacia atrás daba una satisfacción inmensa, solo se veían montañas, y las montañas que se veían abajo, las más pequeñas, eran las primeras que nos parecían altas. Había que descender una pequeña carretera durante 100 o 200 metros y estábamos en un pueblo precioso de piedra, con un monasterio, varios restaurante, albergue, tienda pero todo muy turístico y bonito. Lo único es que olvidé que hacía aflojado los frenos y otra vez me salvaron las botas de no frenar contra alguna pared, los volví a ajustar antes de comenzar el descenso y del muy merecido descanso.

No teníamos mucha hambre, llevábamos toda la mañana bebiendo, además del desayuno, nos bebiamos de 2 a 3 litros de agua con isostar cada uno y nos conformamos con nuestro primer pulpo con cachelos y de postre un poco de queso gallego con miel para los dos.

Lo que si empecé es a sospechar del isostar, me estaba haciendo adicto y además funcionaba, desde las agujetas del primer día, en realidad una jornada y media anterior, en el que había tenido fuertes pinchazos en los gemelos, piernas y culo no había vuelto a sentir ningún dolor, me dolía la rodilla derecha, pero era dolor de daño no de agujetas y veía que el bote iba descendiendo, Belén me pedía que echara más polvos en cada bote de agua y yo intentaba racionalizarlos.

Volvíamos a lo bueno. Aunque bastante perjudicados psicológicamente teníamos por delante unos kilómetros de subidas y bajadas y luego otra gran bajada.

Con la fuerza que nos había dado el pulpo partimos ya con la idea de no hacer muchos kilómetros, quizá llegar a cualquier sitio, descansar y al día siguiente recuperar lo perdido, pero nos liamos, nos liamos y lógicamente no llegamos a Sarria como habíamos oído a los ciclistas "profesionales" que iban a hacer, pero pasamos Triacastela, en un ratito más nos hicimos un montón de kilómetros, los suficientes como para volver a tener esperanza.

Durante la bajada tenía que parar en medio de la carretera solo para disfrutar del paisaje, para ver esas montañas totalmente verdes sin ningún camino que las atravesara, eran montañas totalmente vírgenes, solo la vegetación y descender a entre 50 y 60 kilómetros por esos paisajes casi que merecían la pena el sufrimiento anterior.

Así llegamos hasta Triacastela, otro pueblo grande, conocido en el camino y lugar de etapa típica de todas las guías del camino, con 5 o 6 albergues que nada más llegar no me decían nada, todo lo contrario me decían que no debía parar, más que albergues eran pisos francos llenos de literas dónde se apiñaba la gente a descansar y no era eso lo que estábamos buscando.

El problema es que consultando en una guía el siguiente pueblo estaba a 4 kilómetros, yo había recuperado bien y ya estaba con ganas pero Belén decía que no iba a aguantar hasta el siguiente pueblo, consultamos en un mapa con relieve y eran un primer kilómetro cuesta arriba y 3 más para abajo, nos arriesgamos y nos fuimos de Triacastela.

Además desde Triacastela casi todas las guías marcan un camino a seguir pero la guía que yo llevaba la mencionaba para desaconsejarla, decía que era un camino moderno, comercial y que impedía ver Samoa, un precioso pueblo en medio de un valle, con un impresionante monasterio y unas casas de piedra espectaculares.

A los cuatro kilómetros encontramos el siguiente pueblo San Cristobo, tan pequeño que no aparece en algunos mapas, y al preguntar a los cuatro vecinos no conocían el albergue, parecía que la habíamos liado parda, con las pilas bajo mínimo y sin sitio dónde dormir o descansar, al final alguien nos indica que está fuera del pueblo a 500 metros y apartado de la carretera a otros 100 que en realidad es una casa fortaleza llamada Casa Lucio y que nada más verla volví a pensar en la mucha suerte que estábamos teniendo en el viaje, o por lo menos hasta ahora.

Era un albergue recién reformado, en el que la Xunta se había gasta 3 millones de euros, estábamos solo, pero absolutamente solos, a las 22:00h. se iba la chica hospitalera y nos cerraba por fuera, de tal manera que podíamos salir pero no podía entrar nadie. Todas las instalaciones para nosotros solos, pero además las instalaciones de lo que podría ser un hotel 5 estrellas, si no fuera por que había literas en vez de una gran cama podrían cobrar perfectamente 100 euros por habitación en vez de 5 por persona.

Lástima que estábamos tan sumamente cansados que antes de que se fuera la hospitalera ya estábamos dormidos, se fue y ni nos enteramos, solo aprovechamos más que otros albergues en que nos duchamos tanto por la noche como por la mañana, lavamos la ropa, la tendimos y durante la noche no escuchamos ningún ronquido.

Para cenar nos acercamos al siguiente pueblo, en bici pero sin peso ya que dejamos las mochilas en el albergue, y estuvimos charlando con la dueña de la única tienda-bar del pueblo y hasta nos invitó a un café y un trozo de tarta de Santiago.

Esta parte de la etapa, (la de esta foto), fue de lo peor del camino, nos costaba mantener la verticalidad, parecerá exagerado para una persona entrenada pero para nosotros solo estar de pie sujetando la bici era un esfuerzo enorme.

Si alguna vez los gallegos quieren hacer algo por los peregrinos que hagan un túnel que atraviese la montaña y se dejen de tonterías con este tipo de subidas.

Y este segundo plano de la otra parte de la etapa que hicimos este día en realidad lo pasamos, recorrimos más de lo que está aquí dibujado. Tal y como comenzamos el llegar aquí ya era un triunfo pero es que además lo pasamos e hicimos 4 o 5 kilómetros más para encontrarnos con la agradable sorpresa del mejor albergue de todo el camino.

Distancia recorrida: 54.42 km
Velocidad máxima: 49.1
Velocidad media: 10.5
Tiempo sobre la bici: 5:11 horas

Respecto a estos datos del cuenta kilómetros añadir que no es todo lo real que debiera, es real en condiciones normales, pero durante la subida íbamos tan lento que no llegábamos al kilómetro por hora y entonces directamente no contaba, la bici no sabía si estabas andando o cambiándola de sitio en casa para que no moleste. Y respecto a los tiempos igual, empezamos a las 7:00h. y llegamos al albergue a las 17:30h. en estas 10 horas y media solo descansamos 15 minutos para desayunar y 1 hora para comer el resto estuvimos o bien subidos o bien empujando pero siempre con la bici en movimiento por lentamente que fuera.

lunes, 21 de junio de 2010

Etapa 2: Rabanal del Camino - Villafranca del Bierzo.

El lunes, segundo día, o primer día completo se presentaba bastante regular. Primero tenía agujetas hasta en las pestañas, segundo empezábamos con al subida al puerto de Foncebadón (el punto más alto de todo el camino) y tercero prácticamente no habíamos dormido ninguno de los dos.

Lo primero que hicimos fue colocar bien las alforjas y dejar el isostar en polvo a mano por si servía para algo para las agujetas.

La subida se las traía, la mitad de los peregrinos con los que nos cruzábamos subían el puerto montados en la bici pero la otra mitad lo hacíamos empujando la bici. Nos dimos cuenta que era la montaña más alta de la zona y que se llegaba a distinguir Astorga como un punto minúsculo muy por debajo de dónde nosotros estábamos, incluso Rabanal del Camino parecía que quedaba en un valle comparado con la altura que habíamos alcanzado.

Uno de los puntos claves del viaje se encontraba aquí, al final de la subida estaba la Cruz de Hierro.

A este lugar marca la tradición que hay que traer una piedra de tu lugar de origen y depositarla aquí. Como Marcos siempre está trayendo piedras en los bolsillos de los pantalones a casa unos días antes le cogí una de ellas y me la guardé, por lo que un trozo de Alcázar de San Juan está en Foncebadón, pero Belén llevaba 4 o 5 piedras una por cada persona que se lo había pedido.

Nos hicimos las fotos de rigor y observamos que el palo de la cruz es solo un recoge trastos y porquerías de los peregrinos, con fotos de gente, trozos de tela, de calcetines, zapatillas, pelos, poemas, papeles, pulseras, un todo vale que si le prendieran fuego al palo no tardaría ni 5 segundos en desaparecer.

Hasta llegar aquí perdimos muchísimo tiempo, prácticamente media mañana, desde las 7:00h. que arrancamos, como luego haríamos todos los días a la misma hora, hasta por lo menos las 11:00h. para hacer una parte muy pequeña de la etapa del día ya que no habíamos recorrido más de 10 kilómetros llevábamos una media de 2km/hora, menos que andando, la ventaja es que ya estábamos en lo más alto. Desde ahí solo nos quedaban dos opciones, o salir volando o bajar, y descartando la primera opción nos quedaban un montón de kilómetros de una divertida y vertiginosa bajada.

Lo que me acordé en ese momento es que abandonábamos la zona del cocido maragato. Había leído sobre este cocido que tiene la peculiaridad de comerse al revés, primero la carne, con su tocino, morcilla, magro, y luego sus garbanzos con su berza y relleno con chorizo y finalmente la sopa.

Volví a pensar en que la próxima vez que volviera a esta zona del Bierzo tendría que comerme un cocido de estos, pero esta vez no lo pensé como cuando salíamos del tren, lo pensé para en el próximo viaje en coche.

Aquí tuvimos la velocidad más rápida de todo el recorrido, y es una pena que no pueda poner la velocidad porque al llegar al destino me di cuenta que se me había gastado la pila del cuentakilómetros y me tocó ir a una tienda a cambiársela, solo me dio tiempo a mirarlo pero no a apuntar los datos de distancia recorrida, velocidad media, tiempo, etc... lo que si recuerdo es que la velocidad máxima ponía 98.1 km/hora.

Entiendo que en algún momento tuvo que fallar el aparato por falta de pila y que es casi imposible que con este tipo de bicicletas alcance esta velocidad pero aún eso fue impresionante, por la carretera adelantando a los pocos ciclistas con los que me cruzaba, teniendo que ir frenando la bici para que no siguiera embalándose y es que además al llevar más peso corría más aún. En muchas curvas tenía que hacer tumbadas como con una moto para no doblar el manillar y caer al suelo.

Había momentos en los que lo veía tan peligroso que luego por la noche recapacité y me prometí no volver a correr tanto, una cosa es ir muy deprisa y otra pasar los límites de velocidad para los coches pero con una bicicleta.

En los distintos tramos de bajada pasamos por otros tres pueblos en los que paraba para esperar a Belén que venía casi igual de rápido, y para contarnos emocionados la experiencia, si fuera así todo el viaje nos hacíamos los todavía más de 200 kilómetros que nos faltaban en un solo día.

Esta foto es en un pueblo que se llama Molinaseca, muy bonito con su río atravesando, sus casas empedradas como muchas de las de los pueblos de la zona.

Tanto la subida como la bajada nos gustaron los paisajes de montañas. Fue una de las cosas más bonitas, ver los paisajes a los que llegábamos solo con nuestras bicicletas.

Todo iba muy deprisa, de repente después de una durísima mañana resulta que no eran todavía las 12:30h. y ya estábamos en Ponferrada. Una de las ciudades más grandes de la provincia y con el edificio más alto de la comunidad. Paramos a descansar 10 minutos y ver por donde continuaba la etapa y también a sellar la credencial, que se necesitan como mínimo dos sellos por día y todavía no teníamos ninguno. Era pronto para comer así que continuamos, llevábamos menos de un día y ya habíamos pasado por un montón de sitio y visto cantidad de cosas que nos habían gustado.

Al atravesar Ponferrada pasamos por varios sitios bonitos como este castillo Templario del S.XII.

Con lo que me gustan los castillos no podía pasar sin hacer unas fotos, Belén ya se cansaba de tantas fotos pero es que luego cuando pasa el tiempo y se empiezan a olvidar las cosas y los detalles es lo único que te queda, sin fotos no hay nada.

Junto al Castillo Templario estaba la casa Museo de la Radio de Luis del Olmo que tanto habla en su emisora y como empezaban a llegar la hora de la comida paramos en una bollería para conseguir el suministro diario de chocolate para Belén pero como casi siempre triunfó el salado, vi que tenían el "bollo preñado" que es parecido a un "cuerno de chocolate" pero de pan que se cuece con un chorizo dentro, de este modo se queda como un bocadillo pero sin abrir ya que el relleno lo lleva incorporado. Que triunfara este bocata no significa que no nos comiéramos unas milhojas de chocolate típicas de la zona, y con un almuerzo a estas horas pensamos en que podíamos continuar otro buen rato antes de parar a comer.

Al llegar a Ponferrada se me salió por primera vez la cadena de la bicicleta, lo primero que hice fue levantar la vista para ver si veía una tienda de bicicletas, estaba hasta las narices de llevarla frenada y ahora la cadena, pero la conseguí arreglar y continuamos.

A la salida de Ponferrada y también en los sucesivos pueblos hasta la salida de León al día siguiente vimos por el campo muchos árboles de guindas, la primera vez fue con dos peregrinos extranjeros que les pregunté, aunque viendo como se estaban poniendo no hacía falta mucho para desde lejos ver que estaban comiendo algo rico, luego desde más cerca dejamos las bicicletas en el suelo y cogimos unos puñados de cerezas.

Cuando ya no quisimos más y continuamos pasamos junto a una señora, suponemos que la dueña de la finca de las cerezas, que las tenía en cajas para vender, creo que la señora equivocó el sentido del camino, se debería de poner al principio no al final cuando todos los peregrinos ya no querían más y además no sabían que nadie las estaba vendiendo.

Paramos en un pueblo a comer y nos pedimos un menú cada uno, era el primer día que comíamos en el camino y cometimos este error ya que nos quedamos tan llenos y con tanto calor a esta hora que nos costó más arrancar.

Sobretodo a Belén. Su idea cada día era montar hasta las 14:00h. y luego descansar hasta las 18:00 y continuar otro par de horas. De su forma se evitaba ir en las horas de más calor haciendo "deporte", pero yo prefería hacer todo el recorrido seguido hasta que no pudieramos más, luego descansar sin prisas, el motivo es que primero no teníamos ningún sitio donde pasar de 14:00h. a 18:00h. ¿en un parque o un jardín? y después estaba la pega de que a las 20:00h. era muy tarde para terminar, yo prefería cortar a las 17:00h. o las 18:00h. ducharme y relajadamente darme un paseo por el pueblo, cenar y acostarnos pronto.

Todo esto no es que sea mejor una cosa u otra, depende de las fuerzas de cada uno para hacerlo de una manera o no, y también de la forma física, ya que los 60 kilómetros que nosotros nos hacíamos en 10 horas otros se los hacían en 4, o se hacían más de 100 km. por día en bici. Había mucho friki de la bici en el camino.

Esta foto es muy importante, de las más importantes de todo el recorrido ya que muestra nuestro paso por la puerta del perdón de la iglesia románica de Villafranca del Bierzo. No quiero poner más enlaces aquí pero podéis buscar por curiosidad en internet, youtube, google, periódicos, wikipedia, o cualquier medio información sobre esta iglesia en la que os adelanto que existe una dispensa papal por la que si en año santo, como es el 2010, pasas a esta iglesia y luego sucede un percance que te impida llegar a Santiago esta puerta del perdón cumple la misma función que la puerta del perdón de la catedral que solo se abre también en año santo. Es decir, en caso de accidente o enfermedad esta iglesia es exactamente la misma que la catedral de Santiago.

Todo esto nos lo explicó el hospitalero (quien regenta el albergue, es hospitalero de hospitalidad ó huésped no de centro médico) de Villafranca del Bierzo, serían las 17:00h. de la tarde cuando llegamos, yo habría continuado pero Belén estaba muy cansada, no podía más ya que a ella lo que la mataba era el calor de las 15:00h. a las 18:00h. a esas horas perdía la fuerza que la quedara a ritmo doble que a otras horas. Fue cuando decidimos quedarnos ya que además de llevar un buen recorrido era el partido de fútbol de España en el mundial, tenía que comprar la pila de cuenta kilómetros, y de paso visitar las muchas iglesias que había en este pueblo, algunas como esta pequeña pero con mucha historia.



He conseguido estos mapas en la que se indica la altitud de cada punto de las posibles etapas, que por cierto ya lo podía haber buscado antes de ir ya que nos habrían servido de mucha ayuda para determinar en algunas ocasiones si continuábamos o descansábamos.

Como se ve el principio de la etapa fue muy duro pero después de la bajada hasta Ponferrada vinieron unos kilómetros de falso llano, ya que en bicicleta no existe el llano, eso es solo para el coche.

Al final de la etapa lo que más me sorprendió en cuanto a lo que nos quedaba era que si bien por la tarde anterior estaba convencido de que no íbamos a recorrer ni la mitad e iba a ser un ridículo espantoso, ahora veía posibilidades de hacerlo, y otra cosa es que al igual que la noche anterior tenía agujetas y pinchazos en todo el cuerpo este segundo día en vez de aumentar estaba mucho más fuerte, incluso más que Belén.

Aunque pasaba de ver el partido de fútbol me tuve que quedar a ver la primera parte para darle tiempo a los teléfonos que se cargaran las baterías. Y dormimos bastante mejor, la noche anterior recuerdo que me alegré cuando me empezó a doler el culo porqué pensé que eso supondría que iban a dejar de dolerme las piernas, pero lo que hicieron fue sumarse los dolores, luego al empezar los gemelos a pincharme sospeché que iba a ser en forma añadida y efectivamente me quedaban pocas partes del cuerpo que no me dolieran, este segundo día estaba mucho mejor y dormimos del tirón hasta las 6:00h. que poníamos el despertador para empezar a las 7:00h.