viernes, 25 de junio de 2010

¿Tenemos la Compostela?

Ahora vienen una o dos entradas, posiblemente dos de resumen y conclusión del viaje.

Esta primera foto corresponde a la cartilla o credencial de peregrino que compramos en Astorga por un euro cada uno y que tuvimos que ir sellando por cada iglesia, albergue, bar, restaurante, tienda, lo que sea que fuéramos pasando durante el camino. Eran necesario dos sellos por día para verificar que el camino se estaba haciendo correctamente según un itinerario y según un recorrido, horario, fechas, etc... es como la demostración que lo que se ha hecho está bien hecho.

Nosotros íbamos sellando en varios sitios, no en todos ya que tampoco es cuestión de hacer una colección de sellos, es simplemente una demostración para cuando se llega a Santiago ir a la oficina del peregrino y reclamar la Compostela si has cumplido con unos requisitos mínimos.

Después de un jueves agotador, de estar rodeado de tanta gente buena, de tanta gente que nos ayudó de una forma tan desinteresada de una forma tan generosa parece que la bondad se te pega y al llegar no se me ocurre otra cosa que decir la verdad. Podría haber mentido, o simplemente me podría a ver callado, pero tuve la mala costumbre de decir la verdad.

Llegamos a la oficina del peregrino y explico que venimos hechos polvo, Belén cojeando, que hemos estado en el hospital y que ha sido un viaje muy enriquecedor pero también muy agotador y que por culpa de un accidente que casi la cuesta la vida a Belén hemos venido desde Palas del Rei en autobús, a lo que me contesta la chica que entonces no me puede dar la Compostela. La miro con cara de mala leche y la explico que los 200 kilómetros en bici los tengo realizados, que rezar durante el camino... he rezado más que en mi puta vida (se lo explico con otras palabras pero con la misma mala leche) y que si hemos hecho los últimos 65 kilómetros en autobús no ha sido por capricho como todos los tramposos que hay por el camino, que mi mujer ha estado en el hospital y viene que parece que llega del Vietnam en vez del Camino de Santiago.

Cuando me dice que las reglas son las reglas, y que es imprescindible hacer los últimos 200 kilómetros en bici, no 200 kilómetros, si no los últimos 200 kilómetros saco el tema de la famosa dispensa papal para los años xacobeo y la iglesia de Villafranca del Bierzo, esa historia que os conté hace dos o tres días, y que entonces solo sabía por pequeñas referencias.

Aquí la pillé por que no tenía ni idea de lo que la estaba hablando y se lo pregunta a otra compañera que por lo visto tenía menos idea aún, y se reúnen en pequeño comité las 5 chicas que hay en la sala para hablar entre ellas.

Después de hablarlo entre ellas nos llaman y la que hace de portavoz nos dice que ellas no conocen nada de eso, que la historia de la iglesia de Villafranca del Bierzo debe ser una broma o una leyenda urbana que nos han contado pero que no existe tal realidad, pero que debido a nuestra fe, a nuestro interés, a nuestro esfuerzo y a lo que nos había pasado nos iban a dar un certificado de a ver hecho el camino.

Medio cabreado cogemos el papel y salimos de la oficina del peregrino. Llegamos a la plaza del Obradoiro y juro castigar a Santiago de la forma que mejor se hacerlo, no pienso hacerme una sola foto en la catedral, ni con Santiago ni con ningún símbolo religioso de la ciudad, para mi se pueden meter toda la catedral por donde les quepa.

Teníamos una sensación muy pero que muy extraña, los dos en Santiago, emocionados por el grandísimo esfuerzo que habíamos hecho, por lo complicado de llegar hasta donde habíamos llegado, por la suerte que habíamos tenido dentro de la desgracia ocurrida, y también con la rabia de la falta de reconocimiento, con la sensación de que había vivido un Camino de una forma mucho más cristiana y sin creer en tonterías que muchos de los que se dan golpes en el pecho, nos pusimos a llorar, los dos llorando en la plaza como hacen muchos peregrinos pero otros por alegría y nosotros por tristeza, teníamos una sensación que creo que tardaremos mucho en olvidar.

Llegué a la conclusión de que no entiendo que coño hacemos, un Dios que no existe, una iglesia mala y alrededor tanta gente buena haciendo cosas por lavar la imagen de esos burócratas y aprovechados que hay en las iglesias junto a símbolos de dioses que no existen o por lo menos nadie sabe que es lo que realmente hay en el caso de que haya algo. Para mi es cierto que la iglesia la hacen las personas que hay alrededor de ella, pero por mucha colonia y mucho maquillaje que pongamos a una mierda seguirá siendo una cagada, mejor utilizar esos perfumes y coloretes en algo bonito. Y tampoco me vale la justificación de hay religiones peores. Pues eliminemos primero a las peores y luego a las menos peores pero no justifiquemos a las malas con las muy malas.

Llegamos al albergue, derrotados, pero más psicológicamente que otra cosa, en mi interior no entendía nada de lo que había sucedido en las últimas 24 horas. Había hecho el camino de mi vida y me lo reconocían con un título de segunda, una copia, una falsificación, no la quería, la rompí. Miré en internet con el móvil de Belén y leí lo que nos habían dicho sobre la iglesia de Villafranca del Bierzo, efectivamente había muchos artículos en muchos periódicos, vídeos, el alcalde de Villafranca del Bierzo presumiendo de la iglesia que cumple las funciones de la de Santiago en caso de enfermedad o accidente que impida continuar el viaje, noticias sobre el número de peregrinos que habían conseguido la compostela de este modo. Al comentarlo con Belén me dijo que al día siguiente, el viernes por la mañana, íbamos a ir a reclamarla otra vez, que teníamos derecho a ello y nos lo tenían que dar, teníamos que luchar por el título y el diploma.

Poco a poco yo iba recuperándome y me di cuenta que me daba igual el "título", la compostela yo ya la tenía en un lugar que nadie me la podía quitar, la tenía en el recuerdo, en el corazón, si decían que no había llegado a Santiago en bici no me podían dar ese certificado de peregrino que es el certificado que se les da a los no creyentes o los que hacen el camino por deporte, pero por el contrario si me lo merecía por llegar me merecía el de verdad el título con mi nombre en latín y con el perdón del santo por mi sacrificio en el camino para llegar hasta él, llevaba 4 días hablando con Santiago y estaba en mi derecho, pero estas medias tintas ni las quería ni iba a mendigar, nada y a nadie. Nadie jamas será capaz de decirme que yo no tengo el camino hecho, no tendré la Compostela pero mi camino está más que superado, con creces. Llegados a este punto era yo quien no quería el título, lo veía algo inferior comparado con el mio, mi sensación valía mil veces más que ese papel para enmarcar, yo no creo que exista ningún Dios, ninguna religión ni nada sobrenatural pero si algún día alguien espiritual me tiene que juzgar estoy seguro que no contará el número de veces que me he arrodillado en una iglesia ante un cristo de madera.

Creo que tenemos un camino que otros tengan que repetir muchos años para sentirlo como lo hemos sentido nosotros.

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