miércoles, 23 de junio de 2010

Etapa 4: San Cristovo do Real (Samos) - Airexe (Ligonde)

La etapa de hoy se presentaba como una etapa cómoda, después de haber pasado Foncebadón y O Cebreiro ya no nos quedaba ningún puerto grande.

Habíamos elegido el camino creo que más bonito aunque hacíamos 4 o 5 kilómetros más, paramos a desayunar en Samoa y continuamos hasta Sarria.

A la salida de Sarria está el punto kilométrico 100 a Santiago y por lo tanto es un punto de comienzo para muchos peregrinos que van andando en busca de La Compostela, casi que se lo pueden hacer perfectamente en un fin de semana y no entreteniéndose mucho vuelven con su premio, además de este tipo de peregrinos que ahora no creo que realmente lo sean también están los peregrinos que tienen algún problema físico o por la edad y con estos 100 kilómetros hacen mucha más peregrinación que algunos que vimos por allí que se hacían 150 kilómetros en bici en un solo día, eran deportistas profesionales.

Al llegar a Sarria estuve como loco buscando un supermercado o tienda en la que me vendieran isostar en polvo, me había vuelto adicto, era mi droga anti agujetas.

Desde el primer día, en realidad solo dos días antes pero me parecía una barbaridad de tiempo atrás debido a la de cosas que habían pasado y sitios en los que habíamos estado, cada día tenía un poco más de fuerzas que el anterior, tenía un dolor intenso en la rodilla derecha cuando andaba que en realidad me duró hasta 4 días después de terminar el camino pero lo veía más como un dolor por el movimiento de la pierna al montar que por el cansancio en sí. Iba de tienda en tienda preguntando y en ninguna lo tenían, como mucho me ofrecían Acuarios y los que más se aproximaban era Isostar pero en líquido, yo lo quería en polvo para hacerme yo mi composición y no tener que cargar con una garrafa de 5 litros que nos bebíamos al día entre los dos.

A la salida de Sarria tomamos el camino y me dí cuenta que no había sido consciente hasta ahora de que llevábamos un montón de kilómetros sin pisar un camino, estábamos haciendo el camino de las bicicleta que va principalmente por carreteras secundarias, y eso que yo no tenía ninguna guía de esto, solo llevaba una del camino andando con etapas más cortas y otro recorrido. No me di cuenta porqué en la mayoría de las ocasiones el camino es el mismo, íbamos andando y siempre nos encontrábamos con alguna mochila en la espalda. Pero ahora fui consciente de que llevábamos mucho tiempo sin andar por un autentico camino y al llegar a uno lo noté.

Lo noté por las piedras que hacían que la bicicleta parecía que se iba a partir en dos, las alforjas votaban sobre la bici, y las cosas de la cesta parecía que tenían vida propia, llegamos a un punto en el que había que atravesar un río por unas tablas y tuvimos que cruzar las bicis en hombros. Allí vimos a muchos más peregrinos de los que habíamos visto hasta ahora, a gente que hacía el camino con perros, y a grupos más numerosos, efectivamente se notaba que ya estábamos dentro de los 100 últimos kilómetros.

El timbre de la bici de Belén nos fue útil para avisar a los peregrinos que se fueran apartando, eso cuando el camino era cuesta abajo claro.

Belén me pidió que no pasáramos por más caminos de este tipo ya que bastante duro estaba siendo todo como para encimar complicarlo nosotros más. Eran caminos que los iban a disfrutar mucho más los ciclistas que hacen descensos con montañas, y cosas de estas de frikis de las bicicletas pero para nosotros una buena carretera bien asfaltada nos iba mejor.

Los arcenes de las carreteras del camino son anchos, no era tan peligroso como se pudiera pensan circular por la carretera y además el tráfico era prácticamente inexistente, ni coches ni camiones ni nada.

Otro de los aciertos, y en esta ocasión por recomendación a Belén de su prima, fue llevarnos guantes para la bici, cuando me lo dijo yo pensaba que eran un capricho de ciclista super equipado, nos estaba saliendo el camino por lo mismo que 10 días en el Caribe en un todo incluido pero en una de las muchas visitas a Decathlon nos compramos un par cada uno, junto a llevar botas de senderismo, llevar isostar en polvo y no llevar la tienda de campaña, uno de los tres grandes aciertos.

El día iba avanzando y eso de ir por caminos y tener que bajarnos de la bici para subir pequeñas cuestas cuando con el entrenamiento forzado que estábamos teniendo podíamos subirlas perfectamente nos retrasa y cansaba más. Ahora ya queríamos ir siempre subidos en la bici, se avanzaba mucho más, mucho más rápido y mucho menos cansado que empujando la dichosa bicicleta a la que ya la estaba cogiendo manía.

El tener que ir por caminos nos estaba estropeando una etapa que en un principio sobre el papel se me antojaba casi un paseo. Finalmente hicimos lo que quería Belén y nos volvimos a la carretera.

Aquí en la carretera volvimos a avanzar deprisa, además salimos en un momento que íbamos cuesta abajo y volvimos a coger velocidades de infarto, esta foto es atravesando el río Miño, bajábamos a toda velocidad por una montaña y veíamos el río abajo, lo cruzábamos por este puente y volvíamos a subir otra montaña igual que la del fondo que ya pude subírmela por primera vez del tirón sin poner los pies en el suelo ni una sola vez.

He mirado en internet en google maps el recorrido que hemos hecho y en este punto se ve el río seco, que lástima y diferencia a mejor en este caso, era un paisaje muy bonito y ver las fotos en internet con el río seco parece otro sitio.

Llegamos a Portomarín que es la población principal por la que pasa el río Miño. Había leído que cuando construyeron hacía muchos años un embalse habían desplazado el pueblo a otro lugar, al sitio dónde se encuentra ahora, desmontando los edificios importantes y volviendo a montarlos piedra a piedra. En esta foto que está Belén sobre un puente no se ve entera, ya se verá en el vídeo con todas las fotos, pero es un puente a medias, sube pero por el otro lado no hay bajada, se ve claramente que ha sido puesto aquí de una forma un poco artificial.

Era pronto para comer, además habíamos parado a comernos un bocadillo hacía una hora y decidimos continuar. Belén creo que hubiera preferido descansar un poco pero no se por qué estábamos avanzando menos de lo que yo creía.

Esta decisión nos mató. Resulta que a la salida de Portomarín las indicaciones apuntaban por un cruce a un camino y como además de la flecha amarilla y típica concha indicativa del camino había un peregrino en bici dibujado pensé que iba a ser un buen camino. Aquí me equivoqué de todas por todas, nada más empezar llevaríamos unos 200 metros Belén me dijo de darnos la vuelta, estábamos subiendo una cuesta llena de moscas, vegetación, piedras y muy empinada, yo la decía que para no retroceder esos 200 metros siguieramos y que sería el último camino, pero el resultado es que no terminaba nunca.

Este camino a las 14:30h. sin comer desde el almuerzo de las 12:00h., con el calor, con las moscas, terminó por hacer que sacáramos las esterillas, tiramos las bicis y nos intentamos dormir un rato en mitad del campo, mucha gente hacía noche en Portomarín pero para ir en bici sería muy poco, además nos quedaba poco margen, máximo un día y medio para llegar a Santiago o dos días si pasábamos de ver la ciudad en condiciones. Teníamos que avanzar fuera como fuese.

Me acordé y lo comenté con Belén una conversación que tuvimos el día anterior subiendo el puerto de Cebreiro, en la conversación la decía que no entendía cuando la gente me decía que lo mismo lo conseguía por cabezón, que la gente con la que había hablado sobre esto no había hecho nadie el camino y que no iban a saber valorar el esfuerzo, que en algunas ocasiones rozaba lo sobrehumano, y que por el hecho de ser chico no significa que pueda más que Belén, ni por el hecho de ir en bicicleta que sea más fácil que andando, que había que estar a las 12:00h. de la mañana bajo el sol con los brazos quemados por el sol, las piernas quemadas de cansancio, la rodilla quemada de desgaste, psicológicamente quemado de ver los 3 kilómetros que habíamos avanzado en toda una hora, que si lo conseguíamos iba a quedar como algo normal pero si no lo conseguíamos siempre quedaría la duda de por qué algo tan fácil no lo habíamos hecho. Después de esto la dije que estaba hasta las narices de quejarme y de no poder y que si de Portomarín solo salían cuestas ibamos a pedalear hasta que se terminara la última cuesta. No quería dormir en un sitio y que por la mañana siguiente empezar subiendo, que nada más empezar ya íbamos a rendirnos, teníamos que empezar desde un alto, para por la mañana siguiente ir ganando terreno al tiempo, ir a más y no a menos.

Empezamos a subir cuestas por tramos y poco a poco íbamos viendo como ascendíamos, la dije a Belén que ahora comprendía lo que decían que lo iba a conseguir por cabezón, pues si, será por cabezón o por narices o por lo que sea pero íbamos a llegar a Santiago si o si, luego quien quiera que lo iguale y llegue a Santiago con el mismo entrenamiento que nosotros, con las mismas bicis semi rotas, a Belén no la funcionaba el plato pequeño, el de las subidas, y aún eso despacio íbamos avanzando, cada 50 metros lineales había un repecho dónde la esperaba, cuando nos dimos cuenta que ya estábamos arriba miramos abajo y nos pareció que Portomarín estaba muy, muy abajo.

Distancia recorrida: 56.26 km.
Velocidad máxima: 52.3 km/h.
Velocidad media: 11.3 km/h.
Tiempo pedaleando: 4:49 horas.

Llegó un momento en el que se ocultó un poco el sol por lo que llegamos a sentir hasta fresco o por lo menos menos agobio, estábamos en la cima y no se veían grandes montañas alrededor todo lo contrario solo veíamos valles, y no se el motivo hipermotivados continuamos con una carretera comarcal sin tráfico que podíamos ir en paralelo hablando precisamente lo que llevaba echando de menos desde que comenzamos, poder pedalear en paralelo compartiendo las sensaciones del viaje, se me pasó el cansancio el cabreo y la rabia se convirtió en ganas de seguir y no parar hasta Santiago. Y lo mejor es que Belén estaba más o menos igual, de estar los dos tirados sin fuerzas a querer continuar. Estábamos ya en Hospital de la Cruz y habíamos subido los 300 metros más agotadores del camino, más que los dos puertos por la hora, el calor y el cansancio acumulado.

Pensamos en seguir y seguir, yo la noche anterior había leído en una guía que había una aldea muy pequeña que se llamaba Airexe en el que servían un pulpo ríquisimo, teníamos fuerza para seguir a Palas del Rei además cuesta abajo pero la idea del pulpo rico, la idea de que habíamos arreglado la etapa y que todo lo que nos quedaba hasta Santiago era prácticamente cuesta abajo y que era tardísimo nos hizo quedarnos en este pueblo.

Quizá fue la peor idea y lo que originó lo que pasaría al día siguiente, ya que la cena fue regular, no tenían pulpo, no me pareció el sitio más limpio, el albergue era muy pequeño y con pocas plazas y solo había para uno, al final nos fuimos a uno privado y dormimos en una habitación solos.

Era la noche de San Juan y esperaba yo algo especial, algo de fiesta, fuego, una queimada pero parece que estábamos todos cansados y a las 22:00h. ya no había nadie en la calle, cada uno durmiendo en donde pudo, incluso por la mañana vimos a un peregrino que se había quedado a dormir en la calle arropado con su saco por no tener plaza en el albergue municipal.

Para mañana tenía claro que si apretábamos un poco llegábamos a Santiago y si no queríamos sobre esforzarnos podríamos dejar 20 kilómetros para el viernes por la mañana y a las 12:00h. estar en la plaza del Obradoiro abrazándonos por el reto superado, con mucho esfuerzo pero superado.

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