viernes, 6 de abril de 2012

Ruta Semana Santa. Etapa 2: Bonete - Gandía.

Cuando sonó el despertador en la habitación de Bonete lo primero que pensé fue en mi pierna, mientras apagaba el despertador hice un movimiento para comprobar si podía andar o no.

Sentía una ligera molestia en la rodilla pero había mejorado muchísimo. Después de cenar y arrastrarme escaleras arriba a la habitación tardamos menos de 3 minutos en dormirnos.


Primero me levanté yo, David no tenía muchas ganas, pero cuando se levantó él lo primero que hizo fue mirar por la ventana, entonces me dijo que había nevado, lógicamente yo pensaba que estaba de broma, pero insistía tanto que me asomé a la ventana, los tejados estaban blancos, no de nieve pero si de granizo.

No me lo podía creer, hacía un frío enorme, estaba lloviendo y el granizo de los tejados y sobre los coches que parecían nevados no se derretían.

Bajamos todos los trastos a la puerta, pude bajar casi sin cojear, nos preparamos, comprobé la temperatura en el cuenta de la bici que marcó 2 grados y lloviéndonos y granizándonos con un chubasquero que llevábamos puesto por encima del traje y con unos guantes de goma como los de fregar salimos dirección al bar para comernos un bocata, un café y pagar la habitación.

Al llegar a la puerta del bar un cliente que se montaba en su coche nos preguntó que si estábamos bien, yo le contesté que solo regular, y como dice el padre de David en cuanto encuentren la medicina nos la dan y nos quitan la locura.

El dueño del bar no era muy simpático, ni nos dio de cenar la noche anterior ni de desayunar por la mañana, nos conformamos con un café y con casi media hora de conversación con todos los clientes que nos preguntaban por las cámaras, las bicis, el recorrido, los pueblos por los que íbamos a pasar, y finalmente discutimos por la altura a la que se encuentra Bonete. Tanto el GPS de David como el mío indicaba que el bar estaba exactamente a 901 metros de altitud pero los de allí decían que según los escritos antiguos Bonete estaba a unos 750 metros, solo uno se fiaba de lo que ponía el GPS, nos fuimos generando la duda, bajo las cuatro gotas que seguían cayendo ya que empezaba a dejar de llover y la mirada de todo el bar menos el dueño que pasó olímpicamente de nosotros cuando cobró los dos cafés y la habitación.

Le había pedido a David que empezara él la ruta con el carro, así todavía podía descansar un poco más y podía ir entrando en calor poco a poco.

La ruta de hoy tenía la misma cantidad de metros ascendidos que el día anterior 773 metros pero mientras la primera tenía solo 520 descendidos en este segundo día íbamos a bajar hasta la playa un total de 1.672 metros. (Con un simple cálculo matemático se demuestra que efectivamente Bonete estaba a 902 metros que es el resultado de 1.672 metros que descendimos menos 773 que ascendimos son 899 metros que es la cantidad de la que partimos y no a los 700 metros que decían los del bar que estaba Bonete).


Tener tantas cuestas abajo hizo que no tuviera la sensación de subir tanto, cuando si se piensa subimos los mismos metros pero además en menos kilómetros mientras el primer día llegamos a los 204 kilómetros este segundo día nos quedamos en "solo" 140 kilómetros subiendo los mismos 773 metros.

Otra cosa de la etapa era que la primera parte, hasta Onteniente más o menos, era tenía algo de caminos, también vía de servicio pero pisábamos más tierra, pero luego teníamos más carreteras secundarias, caminos asfaltados y menos tierra, haciendolo menos duro.

David arrancó fuerte, íbamos con mucho frío pero dejó de llever a los pocos minutos de salir del bar, íbamos a un buen ritmo, el día anterior llevamos el viento de lado, frenándonos algo, y hoy lo llevábamos de culo, nos iba empujando y encima con muchas bajadas por la vía de servicio de la carretera.

Paramos para hacernos unas fotos junto al cartel de Santuario de Belén que tanto hemos visto anunciado en la carretera cuando vamos a la playa en coche y luego cuando volvíamos a la vía de servicio desde el santuario de Belén tuvimos que enfrentarnos a la primera de las muchas dificultades del día. El camino estaba cortado por una vía de tren y tuvimos que modificar algo la ruta dibujada.

Pasamos por debajo, por los típicos tubos por que que siempre cruzamos las carreteras, pero estaba vez con agua, barro y con un carro en la bici era algo más complicado, así encontramos el camino y llegamos a una de las sorpresas de la mañana y es que no conociamos ninguno el embalse de Almansa, este embalse se queda detrás de las montañas y cuando hemos ido en coche y parado en una gasolinera de la carretera hemos estado a unos pocos metros pero nunca lo habíamos visto ahora estábamos ante un bonito paisaje.

Seguimos descendiendo hasta que llegamos a Almansa el último pueblo de Albacete, salíamos de La Mancha y cambiabamos de comunidad.

En Almansa teníamos pensado comernos un bocata para desayunar al no hacerlo en Bonete y después de dar unas vueltas por el pueblo pasamos a un bar y pedimos dos bocatas de tortilla caliente para comer en el momento con una coca-cola y otros dos bocadillos de tortilla de patata para llevar y poder comer en donde nos entrara hambre llevando así siempre alimento encima.

Cuando salíamos de Almansa pensamos que aunque desde la carretera perfectamente tanto el pueblo como su castillo pasar a unos metros del castillo lo convertirá en un sitio especial a partir de ahora. Nos diriguimos por un camino ancho hasta una cuesta que con un carro con más de 30 kilos detrás se hizo durilla. Desde arriba estábamos en el cruce que hacen la división de la carretera dirección Valencia o dirección Alicante, nuestro dirección hasta Gandía y por caminos no nos llevaba por ninguna de las dos, entre medias dirección Onteniente nos buscamos la vida por puentes y vías de servicio para cruzar la general.

Por aquí vimos muchas flechas amarillas indicando el Camino de Santiago, nosotros íbamos en dirección contraria pero nos cruzamos con algún peregrino andando y en bicicleta haciendo el Camino.

Cruzamos otra vía de tren, esta vez en construcción y rodeamos la sierra de la silla haciendo una una sencilla subida y una bonita y divertida bajada  hasta La Font de Figuera.

Eran las 12:40h. llevábamos 57 kilómetros, habíamos empezado a las 9:15h., un buen ritmo para la paliza del día anterior y además tirando del pesado carro, la temperatura había cambiado, más que cambiar es que parecía que estábamos en otro mes, en otro clima o en otro continente, quitamos el plástico protector para la lluvia pensando que ya no iba a llover y me coloqué yo la carga.

Seguimos por unos paisajes cada vez más distintos, menos manchegos, hasta que llegamos a Onteniente, serían las 14:30 y no había prácticamente nadie en la calle, las terrazas vacias, los bares, las calles peatonales, nadie por las calles, menos mal que llevábamos guardados unos bocatas de tortilla desde Almansa y que sentados en la calle nos comimos en un momento sin importarnos la gente que hubiera o dejara de haber.

Lo que necesitábamos era agua, no sabíamos donde íbamos a encontrar y observamos que el que llevaba el carro bebía más agua que el otro y de lo que bebía normalmente así que paramos en la gasolinera y mientras respostaba la bici David compró una botella de dos litros además de llenar los bidones por si nos entraba un bajón en mitad del camino.

Seguíamos subiendo y bajando pero las bicis aunque las íbamos engrasando de vez en cuando cada vez estaban peor, el barro del principio se había secado en el cambio delantero y no podía poner ni los piñones más pequeños ni cambiar de plato, iba en el mediado ni no podía cambiarlo, por esto y que luego al llegar a Gandía íbamos a tener que meter las dos bicis en casa pensamos en darlas un buen lavado y posterior engrase.

David decía que no iba a ser lo mismo llegar a la playa después de 350 kilómetros con las bicis limpias pero no había otra opción para no manchar y poder solucionar lo del cambio.

Lavamos también el carro, colocamos todo otra vez y continuamos.

Al rato de salir, ya con todo de cara en mitad de otra bajada nos pasó otra cosa que nos podría haber costado mucho, la ruta, la jornada, la bici y quizá una caída.

La palomilla que aprieta del eje en el que apoya el carro se había metido dentro del disco de freno, con la velocidad y fuerza con la que gira el disco dobló la palomilla y la limó afilando el hierro y sacando punta al hierro, el ruido que hizo de pronto la bici era ensordecedor, paré rapidamente la bici en la cuneta de la carretera por la que íbamos y sin saber que pasaba miramos los dos de donde salía el ruido.

Cuando vimos lo que pasaba nos dimos un susto de muerte, lo primero es que nos costó sacar el hierro de dentro del disco que se había rallado, temimos por que se hubiera doblado pero como el golpe fue en el centro del disco y no en una punta no de dobló.

Nos dimos cuenta que estuvimos a muy poco de tener un accidente tanto el ciclista, yo, como la bici y que no tuvimos que abortar la misión por muy poco. Yo ya había pensado que en caso de quedarme sin disco hubiera intentado quitar el delantero y ponerlo atrás para continuar sin un freno, el delantero e intentar llegar así a Gandía pero no hizo falta y pasado el susto continuamos.

Ya con la bici limpia y con la bolsa sin el plástico protector del principio procuramos no pasar por los pocos charcos que nos encontrábamos a estas alturas de la ruta pero algunas veces era imposible por estar los caminos atravesados por agua y sin frenar pasabamos ciclista, bici y carro por encima del agua.

Pero principalmente tuvimos que atravesar dos, un primer arroyo o lo que fuera relativamente pequeño y otro más ancho que nos cortaba la ruta y no sabíamos como cruzar.


El primero de los dos ríos no lo podíamos cruzar montados, tenía poca profundidad, unos 20 o 30 centímetros pero además de mojar la bolsa del carro el fondo era de cantos y no íbamos a poder atravesarlo montados, la suerte es que había un pasadizo de hormigón que bajados de la bici lo podíamos atravesar.

Primero cruzó David y luego desenganchamos el carro para pasar en dos partes y volver a enganchar el carro al otro lado, pero una vez desenganchado le dije a David que me apetecía intentar cruzar el río montado en la bici. Preparé la cámara en el "puente" del río mirando por donde iba a pasar y David también enfocó a mi recorrido.

El resultado fue que justo cuando iba por la mitad la bici dejó de tracionar en el suelo lleno de piedras y antes de caerme de lado conseguí desengancharme y apoyar los pies en el suelo, pero en el suelo del río.

David se partía de la risa mientras yo le decía que me había sentado bien mojarme, tenía los pies más fresquitos y me estaban entrando ganas de bañarme entero para refrescar las piernas que por cierto a esta altura ya llevaba un buen rato tirando del carro y estaba mejor que el día anterior y mejor que a primera hora de la mañana, poco a poco había recuperado fuerzas y eliminado el dolor con el que empecé el día.

Pero lo peor vino al poco de cruzar ese primer río, llegamos a otro mucho más largo, y este segundo no tenía paso alternativo, ni posibilidad de rodearlo, dar marcha atrás e ir por otro camino suponía añadir muchos kilómetros  a la ruta, pero en los margenes tampoco había piedras, plantas o algo para pasar.

David intentó sin carro cruzar y llegó hasta la mitad en donde había unas piedras que no se cubrían y allí apoyó los pies y luego en otro tramo llegó al final, pero yo con el carro no iba a poder hacer lo mismo la única solución era meter los pies en el agua

No me importó por varios motivos, primero por que era la única opción, segundo por que ya los tenía mojados, y tercero por que si al final me los iba a mojar no había motivo para retrasarlo, según iba a empezar a cruzar David montado me puse a andar por encima del agua como si estuviera seco y sacando buenos planos de David montando sobre el agua le grababa y él se partía de risa grabandome a mi dentro del río con el agua por encima de los tobillos, en algunos momentos hasta media pierna.

Después de grabarle me giré y me volví andando hasta la otra orilla a por mi bicicleta con el carro y volví a la orilla del final empujando la bici, habíamos pasado los dos mojándonos solo uno, tenía los pies fresquitos y nos habíamos reído casi más que en toda la ruta y eso ya es decir mucho.


Habíamos pasado por Montavener y por La Pobla de Duc, íbamos desde Onteniente por un camino llamado Camino Real de Gandía, un camino perfecto, asfaltado, ancho, cuidado al que nosotros denominamos nuestro Camino de Santiago que íbamos a recorrer de principio a fín en un solo día.

El paisaje ya era puramente Valenciano e íbamos rodeados de naranjos, comentamos que al igual que el paisaje nuestro son las parras con sus uvas, cuando estuvimos en Jaén solo vimos olivos con sus aceitunas aquí solo veíamos árboles con sus naranjas o algunos con limones y mandarinas.


Íbamos tan bien de tiempo y nos dio tantas ganas de comer unas naranjas que nos permitivos desviarnos un poco para comernos un par de naranjas, rica azucar, fresquitas y con el líquido que necesitábamos además de coger una para cada niño de regalo de viaje.

Habíamos acordado que el final de etapa lo tenía que hacer David con el carro para llegar él a Gandía tirando del mismo, es donde el veranea y allí le estaban esperando Carolina y sus hijos y la ilusión de andar con la bici el carro y llegando desde Alcázar con todo tenía que ser para él, luego al día siguiente cuando llegáramos a Torrevieja lo haríamos igual pero llevando yo el carro cuando llegaramos a mi casa.

Me pidió varias veces el carro pero me había recuperado mucho y hasta que no terminamos la última subida por una trialera bastante complicada y rota que era complicada sin carro e imposible con él y vimos por primera vez el mar no se lo cambié.

Llegamos a una cantera en lo más alto de la zona y desde allí nos dispusimos a cambiar el carro. Quitamos el eje largo en el que apoya de mi rueda trasera y lo pusimos en la rueda de David y una vez cambiado comenzamos la que sería la última cuesta abajo, ya sin ninguna subida nos separaban unos 10 kilómetros a Gandía y otros 10 hasta su casa en la playa de Gandía.

Su recorrido duró unos 300 metros, yo iba detrás grabando cuando vi que el carro se torcía para un lado y luego para el contrario, se separó de la bici y David con la bici se quedaron por un lado y el carro tumbado en el suelo por otro.

Esto si que fue una avería grande, el eje se había partido, justo donde apoya el carro se había roto y no era cuestión de ningún apaño o chapuza, directamente se había fastidiado. David intentó arreglarlo con los alambres que había cogido el día anterior cuando la primera avería dirección Albacete pero el alambre más fuerte no lo encontramos, además tampoco creo que hubiera podido unirlo. Sencillamente había que buscar alternativas.


Al estar tan cerca de Gandía lo lógico que se nos ocurrío fue colocar el eje normal de la bici de David y abandonar el carro y bolsa con todas nuestras pertenencias para dejar todo escondido detrás de unas piedras y arbustos, llegar a Gandía saludar a la familia y volver con el coche a por la ropa, herramientas y demás cosas abandonadas.

La entrada en Gandía no iba a ser tan llamativa y por eso quité los dos carteles que llevábamos en el carro para poner uno en el manillar de David y otro junto a la bandera en el asiento de mi bici y así dar un poco más la nota por el paseo marítimo a nuestra llegada.


Atravesamos primero Palma de Gandía y luego Gandía pueblo, aquí nos cruzamos con una procesión y tuvimos que rodear por otras calles, la gente se nos quedaba mirando, ver a dos ciclistas circulando rápido por las calles con las cámaras y con un banderín de España clavado en la bolsa de debajo del sillín no es normal, íbamos esquivando coches, peatones, motos, por las aceras, por el carril bici, por la carretera, para llegar lo antes posible para volver luego al lugar del accidente.

A lo lejos vimos a la familia, como siempre a los niños jugando y gritando a nuestra llegada y nuestra buenas y sufridoras mujeres con las cámaras de fotos para inmortalizar el momento de nuestra llegada, dos días, para hacer 345 kilómetros, 205 el primero y 140 el segundo, terminando el segundo día mejor que el primero y uniendo Alcázar de San Juan con Gandía por caminos y alguna carretera secundaria.

Habíamos cumplido nuestro objetivo principal y al margen de hacerlo en más o menos tiempo estábamos muy orgulloso de lo conseguido hoy. ¿podríamos hacer algo más al día siguiente? ¿nos quedarían fuerzas para hacer una tercera etapa?

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