viernes, 29 de marzo de 2013

Ruta a pie en Anillo Verde de Madrid.

Después de dudar si esta Semana Santa iba a tener una parte deportiva o solo lúdica conseguimos dedicar un día a hacer algo de deporte.

Quedan 5 o 6 fines de semana antes de intentar terminar la ruta a pie de El Soplao 2013 y hasta ahora nuestra máxima distancia fue en Rivas hace tres meses 23 kilómetros y poco desnivel, y cuando hemos hecho alguna con desnivel apenas ha rozado los 20 kilómetros, la mitad de lo que tenemos que conseguir.

A Belén se le ocurrió hacer el Anillo Verde de Madrid andando y como era mucho la idea era hacerlo en tres días de unos 20 kilómetros cada uno, al terminar cada una de las etapas cogeríamos el metro o autobús y volver a casa y al día siguiente empezar en el punto de finalización del día anterior.

Esto nos suponía dedicar todas las vacaciones a andar y después de pensarlo decidimos hacer la versión corta del Anillo que son 55 kilómetros, en vez de 65, pasando por Madrid Río y hacer en dos días. Pero aun esto se nos hacía mucho dedicar dos días de las vacaciones a andar.

Finalmente decidimos hacer un entrenamiento de verdad e intentar sin tiempo de llegada y sin prisas hacer los 55 kilómetros del tirón, desde que empezáramos hasta terminar sea la hora que fuera.

Empezamos la ruta tarde, a las 9 y amenazando llover, pero no pudimos madrugar después de 24 horas consecutivas el día anterior de fiesta en fiesta y 36 despiertos. Hizo un día regular para estar en la calle, estaba todo el carril vacío de ciclistas y corredores, casi no nos cruzábamos con nadie.

También hizo mucho viento, y además lo llevábamos en contra, no es tan sumamente molesto como con la bici pero también fastidia ir todo el rato andando con el viento en contra.

En la mayoría de los ratos no llovía y entonces salía el Sol, en ese momento hacía calor. Al final de la camina cuando llegamos a casa nos fijamos que habíamos cogido color.

Habíamos decidido en esta ruta no mezclar y no hacer geocaching, íbamos a pasar por decenas de tesoros escondidos pero nos iba a hacer perder mucho tiempo, después de los próximos entrenamientos andaremos menos y jugaremos más. Ahora toca lo contrario.

A partir de los 30 kilómetros se nos acumuló el cansancio, viento, falta de comida, aburrimiento de ir todo el rato por el exterior de Madrid sin cruzarnos con nadie, ni tiendas, ni gente, ni nada de nada.

Cuando llegamos al lago de la Casa de Campo hicimos justo los 42 kilómetros que tiene una maratón. El doble de lo que habíamos hecho hasta ahora. La ruta más larga andada hasta hoy la habíamos doblado.

Belén iba medio cojeando y yo llevaba tres ampollas en los pies. Parecíamos peregrinos urbanos, aunque echamos en falta los palos, la gorra para la lluvia, la gafas para los ratos de Sol...

Un poco más adelante llegamos a Madrid Río pero ya íbamos tan sumamente mal que tuvimos que parar a comer en cualquier sitio. Habíamos desayunado fuerte en casa, almorzado en un Burger y ahora merendando en un kevak.

Salimos de merendar y Belén después del parón no podía dar un paso, la única opción era coger un autobús, el 36, que nos llevaba a Atocha y allí el 54 a casa. Pero la parada estaba en la acera de enfrente y decía que no podía andar hasta el otro lado.

Yo también fastidiado conseguí andar 200 metros hasta una farmacia para comprar ibuprofeno e irnos los dos desde el Paseo de Extremadura a Atocha en autobús. Habíamos suspendido el reto en 44 kilómetros. Una barbaridad para ser el primer entrenamiento serio que hacemos de cara al reto de este año.

Cuando llegamos a Atocha, después del ibuprofeno y de la media hora sentada decía Belén que se atrevía a llegar a casa andando, pero ya era demasiado tarde, daba igual hace 44 que 50 si no llegábamos al reto de 55 kilómetros.

Este año para el Soplao no hay apuntada ni la mitad de las personas que el año pasado, pero nosotros seguiremos entrenando las pocas semanas que quedan ya que para nosotros no deja de ser nuestro reto vaya quien vaya.

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