domingo, 3 de febrero de 2013

Ruta y Geocaching en Sierra Luenga 2.


Hoy repetimos por segunda vez consecutiva en la Sierra de Puerto Lápice. Y todavía nos queda la ruta total. Pero estaba vez acompañados por más personas y armados hasta los dientes con potentes tirachinas preparados para cazar animales salvajes.

Como hicimos en la Sierra de Herencia, primero hacemos una ruta por una zona, luego otra igual de dura por otra zona, y por último una tercera que llamo "completa" algo más dura y haciendo parte de las dos. Pues la próxima vez que vayamos a Puerto Lápice, posiblemente en dos semanas será para hacer la más dura ruta por esta zona.

Después de que Sole se pusiera en contacto con nosotros preguntando por algún grupo organizado de senderismo por Alcázar y explicar nuestro grupo, rutas y objetivos e intercambias unos mails hoy fue el primer día que quedamos para conocernos y hacer una ruta juntos.

Junto con esta incorporación se vino mi padre y perdimos a Paula, para este fin de semana que le hemos dado tregua, pero además de los que partimos de Alcázar para hacer la ruta, 5 en total, se añadieron otros dos por sorpresa siendo hasta ahora el grupo más numeroso que hemos salido juntos.

Primero nos volvimos a encontrar con la dificultad de encontrar pan a primera hora de la mañana un domingo, algo muy normal para la gente de aquí pero que yo no termino de compartir. Nos tuvimos que desplazar varios kilómetros para comprar pan para los bocadillos de la ruta varios kilómetros hasta la cafetería de una gasolinera de cazadores.

Llegamos a la Ermita de Valdehierro media hora más tarde de lo previsto y cuando ya nos habíamos preparado de todos los aparejos de senderistas llegó un coche que paralelo a nosotros y bajando la ventanilla se identifican como un seguidor del blog que ya ha comentado alguna ruta en wikiloc y que iban a hacer la ruta que subimos nosotros la semana pasada para conocer la zona y hacer geocaching.

Les invitamos a unirse a nosotros y hacer una nueva ruta juntos y dejar la que llevaban preparada para otra ocasión y así fue, aparcaron el coche y salimos los 7 dirección al Mingoliva.

Aunque yo tenía pensado subir por el cortafuegos que hay en la cara de la montaña que da a la Ermita y bajar por el cortafuegos que hay en la cara que da a las Casas de San Luis pensé en ese momento que era mejor subir por un camino dando más vuelta pero siendo el tramo inicial con menos pendiente y el final con menos escalada. Lo que no calculé es que aumentaba la ruta en por lo menos 4 kilómetros.

La subida fue cómoda, fuimos hablando y conociéndonos, hablando del Geocaching, de las rutas que hemos compartido, de las que nos han seguido, de las aventuras de cada uno, y Marcos intentando ir todo el rato el primero tirando de todo el grupo, teníamos que acelerar el paso para que no se distanciara mucho.

Solo el último tramo del Mingoliva, desde el final para los ciclistas hasta el vértice geodésico se hizo más pesado para Sole, pero es que ya llevábamos un buen tramo recorrido y sin descansar, así que arriba paramos a tirar un bocado y hacernos una foto de grupo.

La bajada por el cortafuegos nos resultó rápida de bajar y menos cansado físicamente para todos pero sufrían mucho más las piernas y rodillas, por eso alguno, mi padre, terminó algo fastidiado. Viene de una lesión y está yendo a rehabilitación y esto no era bueno para él.

Al bajar encontramos el geocaching de "Peligro Víboras" y le pregunté a Sole que qué le parecía eso de buscar cosas en medio del campo con un GPS, no conocía el juego y creo que es sorprendente la primera vez.

Desde aquí teníamos que subir a La Manciporra, otra subida, la segunda larga que teníamos en la ruta. Pero por el cortafuegos donde tenía dibujada el track había una valla de alambres y o nos saltábamos, o cortábamos los alambres o teníamos que subir paralelos campo a través. Nos decantamos por la tercera opción y empezamos una dura subida con mucha inclinación y teniendo que apartar arbustos, subir por piedras y pasos estrechos.

Aquí Sole se empezó a desgastar por no estar acostumbrada a este tipo de rutas, la distancia no era un problema pero andar subiendo y bajando por zonas complicadas hasta que no se está acostumbrado se pasa peor, no es lo mismo hacer 10 kilómetros llaneando que los mismos 10 kilómetros subiendo fuertes pendientes.

Estando por aquí Carlos gritó mientras se movían unos matorrales que había visto un ciervo correr, solo él y mi padre lo vieron y Marcos se quedó triste por no poder cazarlo. Luego al poco mi padre se fijó en unas huellas que decía que eran recientes y apuntaban a un sendero de paso muy estrecho y según nos agachábamos a mirar y ver las huellas otra vez y más cerca a unos pocos metros se empezaron a mover otros matorrales mientras gritaban que era un jabalí.

Miré hacia donde señalaban y justo a mi derecha había un claro por el que pasaba a unos 20 metros y dirección contraria a nosotros un jabalí corriendo hasta desaparecer por otros matorrales más altos. Era el jabalí que he visto desde más cerca, me dejó impresionado, sin tiempo ni de fotos ni de nada solo para señalar y gritar para que lo vieran los demás. Y justo delante encontramos el "agujero" donde había estado tumbado o escondido.

Marcos estaba enfadado porque entre los gritos que le había pillado el primero y el susto no lo había visto físicamente, solo lo había oído, pero al decir mi padre que era enorme, un adulto y que parecía un toro se asustó y me pidió que le dejara el machete e ir ya siempre junto a un "mayor" por si aparecía otro poder defenderse.

En lo alto de la Manciporra todavía eran las 13:30 habíamos salido de la zona más complicada y vimos un agujero en la valla del coto que nos metía en un sendero paralelo a la valla pero por dentro. Como Sole ya iba bastante cansada por este último tramo de 5 kilómetros apartando matorrales y subiendo y bajando piedras pensamos en parar aquí a comer y desde aquí bajar otra vez a las Casas de San Luis para cortar la ruta e irnos al coche. Aun eso ya iba a ser una buena ruta.

Pero después de comer y encontrar el segundo geocaching todos cogimos fuerzas y creyendo que la bajada al coche por un cortafuegos estaba más cerca nos liamos a andar y andar y al ir por una zona más cómoda nos metimos otro puñado de kilómetros. Incluso llegamos a un tercer geocaching que habíamos descartado antes de torcer y andar definitivamente dirección al coche.

En este tramo escuchamos a unos perros ladrar y al callarnos para escuchar y mirar dirección a los ladridos vimos dos cabezas de cierzos asomar por los matorrales corriendo monte arriba, estarían a unos 100 o 150 metros de distancia dimos por sentado que los perros iban persiguiendo a los ciervos, luego no escuchamos tiros por lo que también suponemos que se tuvieron que librar de los cazadores. Esto supuso un nuevo cabreo de Marcos, nos habíamos cruzado ya con un ciervo, un jabalí, dos ciervos y al final casi en la ermita con otra mañana de 4 ciervos y él se quedó sin ver a ninguno.

Los últimos que se perdió de ver Marcos fue porque a falta de dos kilómetros empezó a quejarse del cansancio y cuando nos quedamos él y yo atrás y vino Belén para pedirme que le llevara en brazos vieron el resto a los 4 ciervos cruzando el camino de la ermita. Más cabreado por esto que por el cansancio me lo subí a los hombros e hice el último tramo con una mochila de 30 kilos ya que el pobre estaba que no podía más.

La ruta finalmente salió de casi 20 kilómetros, cuando yo no pensaba hacer más de 17, y eso que terminamos recordando, pero entre unas vueltas de más que dimos al principio y otras al final aumentamos la distancia, el desnivel también fue importante llegando casi a los 1.000 metros, no es la máxima que me la reservo para dentro de dos semanas, pero es una de las más duras que hemos hecho hasta ahora, y eso que llevábamos a mi padre lesionado, a Sole sin experiencia y a dos compañeros nuevos que aunque acostumbrados a esto nos teníamos que amoldar en el ritmo.

Marcos el lunes se levantó con las piernas que no las podía mover, no se como andarán el resto de cansancio, pero particularmente a Marcos se lo tiene merecido que fue el que nos llevó gran parte de la ruta el primero, tirando de todos y encima al llegar a casa se bajó a jugar y correr con los amigos. Las consecuencias son un fuerte dolor de piernas por agujetas.

Lo mejor la compañía, el aumentar el grupo, el compartir la experiencia con más gente, hacer geocaching con otras personas, las conversaciones con cada uno de las nuevas incorporaciones a la ruta y el deseo de repetir experiencia en otra ocasión, aunque tengamos que bajar algo en alguna ocasión el ritmo y dificultad de la ruta.

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