domingo, 30 de diciembre de 2012

Paseo por La Marañosa. La Guerra Civil Española.


Antes de terminar el año y aprovechando nuestra estancia en Madrid queríamos organizar una o dos jornadas de senderismo.

El problema es que el equipo está sufriendo altibajos. Paula se niega a hacer rutas de más de 10 kilómetros, Belén tiene prescripción médica de reposo y no forzar nada el pie hasta que pase por rehabilitación, Marcos quiere rutas largas y sobre todo peligrosas que requieran escalada y manejo de látigo, el abuelo quiere rutas cortas pero ir rápido, Jaime no se venía si no era una ruta campo a través, Álvaro no estaba en Madrid...

Decidimos la ruta que íbamos a hacer entre Marcos y yo, los demás se tendrían que adaptar a nuestra elección, y pensamos hacer un día una ruta media de 15 kilómetros con algún tramo fuera de los caminos y otro día un paseo corto para que se vinieran Belén y Paula a buscar algún geocache.

Esta ruta era muy cerca de las dos que hicimos el fin de semana anterior en Rivas-Vaciamadrid. Una ruta por La Marañosa.

La Marañosa es la sierra que está entre en Manzanares por el norte, la carretera Valencia por el este, la carretera de San Martín de la Vega por el Oeste y el Jarama por el Sur. Es conocida por tener en su interior un complejo militar con un importante polvorín y campo de tiro militar.

En los mapas de google aparece una industria química nacional pero no indica que es industria química militar, también aparecen marcadas zonas de campo de tiro y el acceso está restringido. Este dato junto a la fantasía de Marcos y las historias que le pudiera yo contar eran el ingrediente perfecto para ir entretenidos y pasar una buena mañana.

Dejamos el coche en uno de los pocos sitios por los que se puede cruzar el río Manzanares, junto al complejo de Formación de Protección Civil, justo en el sitio donde en mi último camino a Madrid desde Alcázar en bicicleta me despisté a solo 50 metros del cruce y con un calor y cansancio importantes tuve que llamar para que me orientaran sobre el camino a seguir y terminé en La Cañada Real rodeado de chabolas de traficantes de todo.

En el año 2003 se produjo un incendio y desde entonces hay planes de reforestación. En zonas había trozos con pino carrasco, pero la mayoría eran matorrales. Respecto a los mamiferos decir que hay más conejos que ratas en un vertedero y aunque también he leído que hay jabalies y Marcos se empeñó en seguir huellas y buscar alguno lo más peligroso que vimos fueron águilas o otras aves rapaces.

Estuvimos andando por metros y metros de trinqueras, Marcos no sabía que era una trinchera y pensaba que iban a estar cubiertas, como si fueran túneles, por eso al verlas al aire libre después de 80 años, algunas semienterradas y todas llenas de matorrales se decepcionó un poco.

Como es lógico todas estaban en lo alto de cerros rodeando el punto más alto donde había un agujero más ancho supuestamente utilizado como punto de una ametralladora o similar. Entonces pensamos en la de gente que probablemente había muerto allí.

Nos preguntaba Marcos que contra que país había luchado España y que si habíamos ganado, le dijimos que era España contra España y que de este modo no había ganadores, todos perdían. No se lo podía creer que se pudiera hacer una guerra con un solo país.

Comimos un bocata metidos en una trinchera volviendo a pensar en como sería pasar horas, días o semanas en ese sitio esperando a que pasara alguien para matarlo o esperar a que viniera alguien a matarte mientras 80 años después nosotros nos comíamos el bocata de jamón y una naranja por la que ellos también hubiera matado.

Al final de la ruta pasamos por cuevas utilizadas en la guerra. Para hacerlo más espectacular para Marcos nos preparamos para entrar en semejante peligro poniendo pilas nuevas a la linterna, sacando un machete grande que llevé en esta ruta y apuntando como si dentro nos fuéramos a encontrar a una mezcla de Rambo con Conan el Bárbaro.

Por la zona de Titulcia yo de pequeño jugaba al escondite en montañas como estas, exactamente la misma vegetación, origen geológico, utilización en la guerra, trincheras, etc... en donde el campo de juego era toda la sierra, mis primas y yo nos escondíamos y una sola partida duraba toda una tarde de verano hasta que ya de noche nos volvíamos a casa y se suspendía la partida, Marcos envidiaba escuchar estas historias y yo le decía que él las estaba viviendo ahora pero con su padre y su abuelo.

El único paso complicado que hicimos fue bajar por un cortado algo peligroso y luego subir por otro bastante más peligroso por el que el abuelo no quería subir, y no lo quería por él, el motivo era que se cayera Marcos, pero yo confiaba en que no viendo lo que había hecho en otras ocasiones.

Al principio le daba un poco de miedo por si se encontraba con alguien escondido desde entonces pero las las siguientes entraba él para ver si se encontraba algún casquillo de bala, o algún otro resto de la guerra.

Una de las cosas que me impresionó a mi la ruta es el terreno y su forma, cerca de los precipicios y los cortados había agujeros que llegaban hasta el fondo. Eran agujeros de 40 centímetros de ancho pero de 50 metros de profundo, y se veía que era algo natural nada de pozos o similar, el terreno se va desgastando y erosionando de una forma muy curiosa y anormal produciendo unos desprendimientos y agujeros realmente curiosos y peligrosos.

No nos encontramos durante la ruta con prácticamente nadie, 4 ciclistas sufriendo en una subida por un pequeño cortafuegos por el que subíamos nosotros y una mujer con su hija paseando al final por un sendero que evitamos nosotros para subir por una cuesta y gracias a esto descubrimos otras cuevas y más grandes que ningunas otras.

Al finalizar la ruta de 15 kilómetros y antes de volver a casa paramos por el camino que sale a la carretera para buscar 4 geocaches que había y tuvimos la suerte de encontrar los 4. En casa estuvimos hablando de esto de andar y pensamos en un nuevo reto para este año.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Geocaching en La Mancha.

Hoy hemos aprovechado una tarde libre para darnos un paseo Marcos y yo para buscar tres tesoros escondidos desde hace ya un par de años cerca de casa. Eran 2 en Quero y uno en la laguna que está entre la carretera que va de Villafranca de los Caballeros a Villacañas.

Es cierto que aquí hay pocos tesoros escondidos y que la afición es muy poca pero de ahí a que los pocos escondites que haya los destruyan.

En el primero tuvimos suerte y encontramos el escondite, era la primera vez que iba a este sitio y nos hizo ilusión que todo fuera tan rápido.

En el siguiente el GPS daba errores y nos mandaba de un sitio a otro, perdiendo cobertura, y después de un rato buscando nos fuimos con la sensación de que no estaba en su sitio pero con dudas de si no lo habíamos buscado bien.

En el tercero y último había unos "muggles" haciendo fotos en el observatorio de aves de la laguna de Peñahueca haciendo fotos y observando pájaros con los prismáticos.

La tarde empezaba a oscurecer y por llevar solo la GoPro no pude captar los cientos de colores que tenía el cielo. Disimulamos un rato y en un despiste de los otros buscamos primero ligeramente y luego concienzudamente por los pocos sitios del lugar. Estábamos los dos seguros que el cache había sido expoliado.

Un juego tan singular, divertido, original, sencillo, ecológico, altruista, sano, generoso, etc, y que se esfuercen en estropear, empieza a haber en la zona más caches expoliados que en servicio y eso que hay pocos.

domingo, 23 de diciembre de 2012

II Geocaching en Rivas-Vaciamadrid. Entre el río Manzanares y el río Jarama.


Hoy domingo iniciábamos por primera vez dos días consecutivos andando y haciendo Geocaching y además en Madrid, supeditamos el deporte al ocio..

También en la zona de Rivas-Vaciamadrid queríamos hacer una ruta mucho más pequeña para volver pronto a casa y en tan solo 8 kilómetros recorrer los 20 tesoros escondidos en la Junta de los Ríos Manzanares y Jarama.

Esto es un paseo sencillo en el que nos encontramos con gente paseando, corriendo o montando en bicicleta de paseo, totalmente llano y por caminos arreglados.

También vimos a gente con prismáticos y cámaras de fotos observando los pájaros y sobre todo patos que hay en los ríos.

Anunciaban un día de sol y calor, para estar a finales de diciembre, y pensamos en invitar a venirse con nosotros a Samuel y Jaime pero nos pusieron al escusa de que tenían que ir a misa por hacer este año la comunión y se quedaron sin venir.

Después invitamos al abuelo y le dijimos que se lo dijera a las tías y si se vino él pero se le olvidó comentárselo a mis hermanas.

Llevaba una hoja con un mapa con los 20 caches del recorrido y los códigos de los mismos pero uno estaba mal apuntado y para buscarlo teníamos que retroceder así que nos limitamos a 19 para no gastar más tiempo.

Respecto al Geocaching no tenía nada que ver con lo del sábado donde nos encontramos casi verdaderos tesoros, anillos, libros, juguetes,... solo nos faltó algún rasteable o moneda, hoy casi todos eran micros sin objetos de intercambio que es lo que les gusta a los niños.

Aquí vimos el fin del Manzanares, mítico río para los madrileños, y con esta etapa ya lo he visto en todos sus momentos, el nacimiento por La Pedriza, el curso medio cruzando Madrid, y su desembocadura sobre el Jarama.

Al empezar la ruta Paula iba pensando en que iba a ser su última ruta, había decidido y así acordado que iba a ser la última ruta que iba a hacer con nosotros, después del cansancio de ayer sábado no volvería a andar jamás. En un momento en el que Belén habló sobre la siguiente ruta ella dejó claro que no contáramos con ella.

A lo largo del recorrido, más corto, más sencillo, con menos peligroso, me llegó a decir y sin preguntarla ni presionarla para nada sacando ella el tema de conversación que para una ruta de 8 kilómetros como esta, o quizá 9 y llegó a subir hasta 12, podría hacer una excepción y seguir en el equipo Más de 8 paseos.

A Belén no le gustó que hacía un rato se había enfadado Paula con Belén por solo mencionar la posibilidad de andar algún día y ahora fuera ella misma quien se volviera a apuntar. Y es que nos escuchaba hacer planes para ir a sitios y conocer cosas y parece que no se quería quedar al margen de nosotros.

Estuvo proponiendo ideas para hacernos unas camisetas con nuestro nombre y finalmente ella misma dijo que menos para rutas duras de las de 20 kilómetros, para todas las demás, pensando en que iban a ser más fáciles definitivamente volvía con nosotros.

Marcos que sigue alucinado con Indiana Jones decía que necesitaba un látigo para luchar con los animales que le podían salir por el campo, y tiene claro que será su regalo estrella para pedir a los Reyes Magos, que yo sepa los Reyes Magos solo puedes ir a un sitio a comprar un látigo de cuero aunque no los vendan las funciones de explorador el objeto es el mismo.

Terminamos la ruta con 18 caches encontrados, además del mal apuntado uno estaba espoliado, con un sencillo paseo acompañados por el abuelo, habíamos introducido a un nuevo miembro en el equipo, habíamos recuperado a Paula para el equipo, habíamos conocido otra zona y visto desde aquí La Marañosa que será un próximo recorrido. Por muchas cosas finalmente fue una buena mañana.

sábado, 22 de diciembre de 2012

I Geocaching en Rivas-Vaciamadrid. Cortados, laguna del Campillo y río Jarama.


Hoy vamos a intentar hacer una ruta larga en kilómetros, complicada en algunos pasos y al mismo tiempo entretenida por la gran cantidad de tesoros que vamos a buscar.

La ruta tenía tantas cosas que hacer que ya iba con la idea de empezar pronto, terminar tarde, entretenernos poco y aun eso no terminar toda la ruta y tener que cortar de alguna forma en algún sitio para volver al coche.

Volvimos a superar nuestro record en distancia andando, bajé una ruta de 18 kilómetros y después de recortar uno o dos al final anduve con el gps en la mano casi 23 kilómetros.

Al estar en Madrid quería hacer dos rutas, una grande que sería esta para el sábado y otra más corta el domingo para la vuelta.

Esta ruta incluía en el mapa buscar unos 25 tesoros aunque no tenía intención, ni posibilidades, de pasar por más de 15. Aunque contando con que hasta ahora llevábamos 19 en dos años y alguno repetido íbamos a superar con creces nuestra aventura.

Llegamos a Rivas-Vaciamadrid por la carretera de Valencia y dejamos en coche en los aparcamientos del polideportivo, en la siguiente salida a los centros comerciales, Decathlon, H2O, Leroy Merlin, Media Markt, etc... de la zona.

Nos preparamos y comenzamos a andar para arriba siguiendo un camino que va bordeando los cortados que hacen las montañas con el río Jarama antes de que se le una el Manzanares un poco más adelante.

Paula estrenaba una mochila nueva que se quiso comprar de paseo para que la sirviera para el cole y para más cosas, y Marcos estrenaba un mochilón parecido al mío, solo que un poco más pequeño, e iba emocionado en la aventura de llevar él encima su propia agua, comida, y juguetes para intercambiar en los tesoros que encontráramos.

Nunca habíamos hecho una ruta de estas característica respecto a lo entretenidas por el tiempo que se pierde y empezábamos muy contentos, cada pocos metros, nunca más de un kilómetro teníamos que parar a buscar geocaching, podíamos descansar, cambiar las coordenadas para ir al siguiente y ver por donde íbamos.

El paisaje a mi me recordaba a mis juegos de pequeño por la zona de Titulcia, Chinchón, San Martín de la Vega en donde jugaba al escondite con mis primas pero en donde el escenario para esconderse era todo el monte, en muchas ocasiones el juego terminaba cuando ya muy de noche escuchabas gritos de tus padres diciendo que tenías que salir del escondite por irnos a casa, entonces habías ganado el juego aunque estuvieras escondido a dos kilómetros de la casa dentro de una cueva o trinchera de la Guerra Civil.

A los demás miembros del "Equipo Más de 8 paseos" el paisaje no les gustaba tanto, es más árido, con poca vegetación, sin árboles, sin sombras, en verano esta ruta debe ser un horror. Aun eso las vistas desde lo alto de los acantilados eran bonitos con el río de fondo y al principio la laguna del Campillo.

Son montañas de "arena" piedra caliza muy blanda, que en muchas ocasiones al ir a retirar una piedra se rompía y deshacía en las manos. También les conté a los niños que yo de pequeño jugaba a que estas piedras calizas y brillantes eran diamantes y un amigo y yo teníamos una mina de diamantes cada uno donde la explotábamos y teníamos nuestro carnet de mineros.

Nos encontramos en un cache a un matrimonio buscando el mismo tesoro y compartimos el recorrido, por el número de encontrados y en media Europa y EEUU son profesionales comparados con nosotros.

A Belén le empezó a doler un pie, Paula llevaba un rato quejándose por pensar en el camino de vuelta y Marcos que es el más fuerte estaba notando el cansancio debido al peso de la mochila en la que llevaba un montón de cosas así que decidimos danos la vuelta cortando el recorrido en unos 10 kilómetros y 15 tesoros, nos quedaba todo el regreso.

Antes de volver Paula y Belén bajaron por un sendero muy chulo hasta el río Jarama para volver al coche paralelos al río, por abajo. Y Marcos y yo nos teníamos que desviar unos 500 metros para llegar al último tesoro.

El problema es que estábamos abajo, en un valle, y teníamos que subir a lo alto de una montaña. Fue la parte más divertida para nosotros dos ya que tuvimos que escalar una montaña, quizá algo peligroso porqué para algunos pasos se tenía que subir por encima mía y ponerse de pié encima de mis hombros para luego estirarse hasta la siguiente piedra él solo.

Luego la bajada era exactamente igual, teníamos que bajar agachados, de espaldas para no caernos, como si bajáramos por una escalera pero de arena y teniendo que bajar escalones de por lo menos un metro.

Al llegar al río nos estaban esperando Paula y Belén que llevaban un rato llamándonos por los walki talkies pero sin preparar os bocadillos pues la comida la llevaba yo en la espalda.

Aquí nos encontramos con el primero de todos los problemas que nos empezaron a surgir a partir de ahora y que convirtieron esta sencilla ruta en la más dura hasta ahora.

Primero el paso estaba cortado, teníamos o que retroceder todo lo andado o empezar a escalar y andar por pasos estrechos entre la pared con caída al río por barrancos. Se nos estaba haciendo tarde. Paula estaba hasta las narices y Belén con un dolor de pie importante y Marcos aguantando el peso de su mochila.

Por un par de sitios el sendero desapareció durante unos metros, había que saltar casi por el vacío para continuar el recorrido, Belén se empezaba a bloquear y encima se nos hacía muy tarde.

Después de un kilómetro realmente peligroso salimos por fin a un camino recto, llano y cómodo dirección al coche pero estábamos a más de 10 kilómetros y no tardaría en anochecer, Belén cojeando y los niños quejándose.

Paula renegó del todo y para siempre del senderismo y prometió que no volvería a salir con nosotros, dijo que ya no era del equipo de "Más de 8 paseos" y que cada vez que saliéramos se quedaría con los abuelos y sola pero no volvería a andar.

Así hasta que llegamos a una puerta en mitad del camino. Habíamos empezado a ascender un poco y a media altura había una puerta corredera alta y con apertura electrónica y nos obligaba a retroceder un kilómetro sobre nuestros pasos para luego dar un largo rodeo y ya estaba ocultándose el Sol.

A la derecha de la puerta había una montaña que no podíamos escalar ninguno de los tres, a la izquierda un precipicio con caída de unos 15 metros al río y copas de los árboles y por el centro saltar una puerta de unos dos metros.

Yo me salté primero la puerta para pasar las mochilas y palos y luego ayudarles a ellos a saltar pero iba a ser imposible así que nos tocó llamar a un telefonillo, conectado a un teléfono móvil para contactar con el dueño de la finca.

Les dijimos que tenían que abrirnos para llegar al coche y nos preguntamos que por donde habíamos pasado, pero realmente no habíamos pasado por ningún sitio, estábamos en mitad del campo y la puerta estaba en mitad de un camino público. Si al menos estuviera al principio de un cruce podríamos retroceder pero en donde estaba la puerta no había ninguna solución.

Le dije que nos tenía que abrir para llegar al pueblo y que íbamos con niños y no podíamos hacer otra cosa, y nos abrieron a distancia la puerta. Le dejé hablando y diciendo algo y nos fuimos dirección al puente de hierro que cruza la antigua vía del tren de Arganda, el famoso tren que se dice "...que pita más que anda."

Actualmente es una vía muerta que por la mañana desde arriba de los acantilados vimos cruzar a muchos ciclistas y senderistas de rutas cortas desde Rivas.

Pensábamos que ya estábamos casi en el coche cuando se nos hizo de noche del todo. Ya a oscuras llegamos a la laguna del Campillo. Todavía nos faltaban otros 3 kilómetros para llegar al coche.


Lo único bueno es que aunque era de noche había más gente, ya grupo de mujeres, o matrimonios, dándose un corto paseo antes de cenar, y aunque cansados habíamos pasado y superado todas las dificultades.

Llegamos al coche con 23 kilómetros, 15 tesoros, fantásticos regalos, pero con una retirada definitiva para próximos paseos, habiendo escalado, conocido a gente nueva y conocido el Jarama y Rivas desde otra perspectiva.

Nos quedaba la corta ruta del día siguiente, el domingo, la que decía Paula que sería la última de ella con nosotros.