domingo, 25 de noviembre de 2012

Senderismo y geocaching en Riópar. Sierra del Gallinero.


Hoy hemos hecho la ruta más dura hasta la fecha con los niños y además mezclando con el divertido juego de Geocaching. Aviso de que en la entrada hay fotos "spoiler"  así que cada uno valore si las quiere ver o no.


* "foto spoiler" son fotos donde se ve el sitio exacto donde está escondido el "tesoro".

Habíamos pensado hacer la ruta que va desde Riópar hasta el nacimiento del río Mundo, un sitio muy bonito que conocimos Belén y yo hace más de 10 años y que ahora en esta época del año y con las lluvias caídas recientemente debe de salir mucha agua por la cascada formando la "cola de caballo" característica de la zona. Pero como además de hacer senderismo queríamos retomar el Geocaching hicimos esta otra ruta para buscar 4 en vez de 1 tesoro escondido.

El geocaching es una actividad que nos gusta y recomendamos hacer en familia o grupo. Normalmente la dificultad es pequeña pero la diversión para niños y mayores está asegurada. Por un momento todos nos sentimos aventureros, Indiana Jones, piratas, cazatesoros, o lo que sea dependiendo de la última película, libro o serie que se haya visto. Ahora Marcos quiere que los Reyes Magos le traigan un látigo -pero de los de verdad- para llevárselo a las aventuras de buscar tesoros.

El geocaching consiste en buscar con la ayuda de un GPS o mapa y brújula un objeto escondido en una ubicación dada por coordenadas, una vez llegado al lugar hay que buscar el cache o tesoro escondido y hacer un intercambio de objetos para posteriormente dejar todo igual para el siguiente buscador.

Los tesoros pueden ser de distintos tamaños, micro, pequeños, medianos, grandes, escondidos en sitios fáciles de llegar, regular, muy difícil, de solo expertos en los que se necesite escalar o similar, y los premios o regalos suelen ser pequeños objetos, dejan un llavero y se llevan un muñeco, un mechero, una baraja de cartas, una pulsera, aunque nosotros nos hemos llegado a encontrar libros, navajas multiusos, etc...

Para mi es una de las mejores actividades que puedo hacer con los niños y que desde aquí vuelvo a recomendar hacerlo, incluso si alguien no tiene GPS o quiere probar puede ponerse en contacto conmigo y salimos un día a ver en que consiste realmente esto.

Además de la aventura de conocer sitios bonitos con la familia intentaré en la medida de lo posible compaginar el deporte del senderismo o el trekking con este juego que además les da a los niños un descanso durante el deporte y un aliciente para querer ir a hacerlo, prepararse sus regalos para intercambiar, organizarse, pensar en donde buscar, etc...

En la actualidad tengo 3 caches escondidos, dos por la zona de Alcázar y uno por Ávila, hace dos años cuando los escondí había muy pocos , posteriormente se escondieron otros pocos y la zona vuelve a estar parada en cuando a escondite nuevos y cantidad de caches, esta zona de la mancha es muy llana y quizá no llama mucho la atención para esconder pero hay cientos de sitios bonitos y curiosos que no conoce mucha gente de la zona y que he descubierto con la bicicleta y que este juego puede ayudar a darlos a conocer a más gente.

El juego tiene más alicientes aún que ya contaré en otra entrada según vayamos ampliando nuestras aventuras en este sentido. El símbolo redondo con una especie de cruz que hay en la foto del título del blog es el símbolo de esta actividad, geocaching.

Para hoy además de la ruta de 20 kilómetros y 725 metros de desnivel tenía 4 caches para buscar, uno a mitad de la ruta, dos relativamente cerca en la cumbre donde tenía pensado comer, y uno cuando empezáramos la bajada de regreso.

El primer tesoro está en un complejo de casas rurales de madera precioso rodeado de árboles, montañas, agua, puentes, y una cascada llamado "La toma del agua". Al estar dentro del complejo cuando hay actividades está cerrado y no se puede buscar pero a nosotros nadie nos dijo nada y aunque veíamos a gente entrar y salir en sus cabañas nadie nos molestó y pudimos pasar ahí un buen rato buscando el tesoro.

Yo cuando he escondido uno he puesto las coordenadas exacta al centímetro, pero por ahora los que he buscado ponen las coordenadas de la zona con un margen de error de unos 10 metros, pero esos 10 metros en mitad de un bosque da como origen a muchos minutos de búsqueda y en algún caso a abandonar por desesperación. Así nos pasó aquí que cuando ya habíamos peinado la zona entre los 4, mirando por debajo de cada piedra, debajo del puente, por el arroyo, por entre la maleza, en la cascada por encima nos íbamos y Belén dijo que aunque no lo viéramos seguro que estaba en la cascada.

Como a mi eso de hacer un poco el "cabramontesa" no me importa escalé y cuando ya estaba completamente empapado, levantando cada piedra y metiendo los brazos en todos los recovecos vi una piedra un tanto sospechosa por su ubicación y efectivamente estaba escondiendo el cache.

Primer cache que buscábamos en la ruta y primera alegría. Un montón de cosas, un buen descanso de andar para encontrarlo, un paraje precioso para hacer unas fotos, y luego vuelta al senderismo, porqué hasta aquí la ruta había sido preciosa pero no excesivamente dura y desde este punto hasta donde comimos fue durísima, igual de interesante pero con unas rampas de más del 20% de desnivel que nos ha dejado a los 4 las piernas más duras que las piedras que movíamos para buscar los tesoros.

La idea era comer en un punto alto al que íbamos a subir y que era algo más de la mitad de la ruta, además en este punto había dos geocaching para buscar, pero antes de llegar tuvimos que descansar un par de veces, las cuestas eran realmente grandes.

Marcos hoy estaba más fuerte, Paula como siempre al principio va cansada y quejándose luego al final va cantando y saltando lo que nos mosquea más que después del sufrimiento inicial termine con esa alegría, Belén tenía molestias aún en su tobillo y yo aunque con más peso pero al ir despacito para mi iba a gusto tirando de Paula.

Al llegar a la cumbre el paisaje cambió de los pinos que había durante la subida a las hayas y acebos que había arriba, pero exactamente la comida era en un sitio en que que estaba el PINO GORDO DEL TORIL. Esto es un pino gigante, en realidad no el más grande que he visto yo porque estoy recordando hace poco uno en La Granja de Segovia después de hacer la siete revueltas en bici con Belén, pero si gigante y que está en un paisaje precioso, está en un hundimiento del terreno rodeado de piedras grandes con musgo formando un circo protegido del frío, viento y de todo y era uno de los rincones más bonitos de la ruta.

Le dije (antes hubiera mal escrito la dije) a Belén que mientras ella hacía los bocadillos Marcos y yo buscábamos uno de los dos caches que había allí cerca, pero estaba tan cansada que hice yo los bocadillos. Para que no nos pasara como la semana anterior en Aldeaquemada con pan de dos días la noche anterior Belén hizo su propio pan, y también carne de membrillo que nos llevamos para cuando necesitáramos energía. Al terminar de comernos los bocatas, postre y descanso nos fuimos olvidando que allí había un cache.

Tuvimos que separarnos del recorrido que llevábamos en el GPS para llegar al tercer tesoro, en realidad el segundo que buscábamos. Llegamos saliéndonos por primera vez del camino que ya no volvimos a coger hasta mucho tiempo después, y campo a través llegamos al desfiladero del Toril. Otro camino idílico con un paisaje y vistas increíbles.

He visto fotografías de este sitio en verano y está seco y amarillo todo, pero hoy estaba todo verde, todas las piedras llenas de musgo, todo el suelo cubierto como de un manto de césped, y unas vistas para no irse de allí.

Nos pusimos a buscar el cache pero después de buscar y buscar nos dimos por rendidos y cuando ya nos íbamos se me ocurrió investigar en el GPS y vi que había una opción de leer pistas. Tenía pistas y no lo sabía, ponía que había que buscar a la izquierda de la vieja haya según se subía por el desfiladero, es decir justo en frente de donde estábamos buscando. En este día aprendí que las coordenadas que pone la gente están variadas en unos 5 o 10 metros lo que parece que no es mucho pero dentro de un paisaje lleno de elementos, piedras, ramas, hojas, arbustos, ríos, etc... 10 metros pueden ser miles de sitios donde esconder algo.

Hicimos un intercambio rápido de regalos, firmamos en la hoja de registro de visita del tesoro o cache o nos fuimos algo más deprisa porque se nos estaba haciendo muy tarde.

A partir de aquí seguimos por campo a través, pero además tuvimos que escalar por piedras en varias ocasiones o vernos encerrados y tener que bajar con cuidado por otras piedras, con caídas de más de 4 o 5 metros, que cuando estás ahí es más de lo que parece escrito. Marcos sube y baja como si nada cosa que me preocupa más por si se cae que Paula que va mucho más despacio.

Llegamos a otro circo o valle dentro de la colina en la montaña más alta de la zona, la zona de toda la ruta es la Sierra del Agua que pertenece a La Sierra del Segura y dentro de esta sierra está el Monte del Gallinero y aquí llegamos al pico del Alto del Gallinero. Pues justo en este pico en lo más alto de toda la ruta había un vértice geodésico. Belén y Paula que iban unos metros atrás estaban preocupadas por que se nos hiciera de noche, de las 7:15 que nos llevó la ruta habíamos gastado ya 5 horas y nos quedaba casi la mitad de la ruta para llegar al coche antes de que se nos hiciera de noche. Nos pidieron a Marcos y a mi que no buscáramos ese cache por falta de tiempo pero entre la ilusión por superar más retos y sitios nuevos les pedimos a ella que siguieran avanzando mientras nosotros gastábamos unos minutos en buscarlo.

Desde ese alto se dominaba toda la sierra, se veía Riópar, pero también el alto de Crucetilla y el Barrancazo que conocía por la bici, vi las antenas del Alto de Bañadero que está junto a Paterna de Madera y que subí a principio de año con David. Por el walkie talkie nos llamaban para que abandonáramos la búsqueda pero nosotros corríamos entre las piedras hasta el pico más alto. Allí miramos todas las piedras, rincones, grietas,.. y cuando ya nos rendíamos y nos íbamos le dije a Marcos que un ultimo vistazo por un lado del precipicio y nos íbamos si no estaba y efectivamente allí vi unas piedras sospechosamente colocadas unas sobre otras.

Que ilusión que nos hizo a los dos encontrar en cache más grande encontrado hasta ahora, una caja verde militar grande con cierre hermético y con un montón de cosas dentro, una baraja de cartas, un montón de muñecos, un parque, una navaja multiusos... hoja de registro, bolígrafo, de todo. Marcos se fijó en la navaja y decía que se la quería llevar, le expliqué que no la necesitaba, que era peligrosa, que eso valía un montón y no habíamos traído nada para intercambiar y que no le dejaba llevar navaja. Tenía muchísima ilusión en quedarse la navaja, me argumentó que la iba a utilizar solo cuando saliéramos al campo para hacer los bocadillos, que era lo mejor que había, que en un bolsillo oculto del forro polar traía 5 muñecos y que estaba dispuesto a dejar los 5 muñecos a cambio de un solo regalo y que si no le dejaba llevársela iba a pedir una igual a los Reyes Magos.

Dejamos todo otra vez en su sitio oculto para el siguiente buscador y nos fuimos corriendo todo lo deprisa que podíamos saltando por las piedras a la caza de Belén y Paula. Pero resulta que como no había camino se habían quedado paradas esperándonos por miedo a perderse o andar y tener que retroceder.

Tuvimos una etapa de un par de kilómetros complicados, volvimos a tener que escalar paredes de piedras y bajar por sitios complicados íbamos bajando lentamente en altitud pero siempre por la cuerda de la Sierra, por lo más alto por el sitio más bonito de toda la ruta pero también por el más lento, peligroso y con prisas.

Cuando pudimos y mirando el GPS para ver donde encontrábamos un camino giramos de una forma un poco brusca hasta llegar a un camino. Desde este camino salía una baja cómoda por ser un sendero sin matorrales pero dura por la inclinación grande que teníamos que soportar, estábamos bajando los 700 metros que tiene la ruta de desnivel en unos pocos kilómetros.

Según nos acercábamos a Riópar se nos hacía más de noche, calculé que llegaríamos sobre las 18:30 y eso significaba que sería de noche. Pero al ir por camino tampoco me preocupaba tanto como si fuera en lo alto del Gallinero y por campo a través.

De todas formas todos eran conscientes de que teníamos prisa y aunque ofrecía agua o descansar nadie quería. Paula se puso sus cascos de música e iba tan contenta como si empezáramos la ruta, Marcos muy animado como todo el día y Belén sin quejarse para nada del dolor de tobillo y rodilla.

Fuimos tan rápido que cuando llegamos a Riópar todavía nos llegaba algún rayo rojo de Sol entre las montañas. Habíamos bajado super rápido pero aun eso me dijeron que para el próximo día o senderismo o geochaching pero que las dos cosas se pierde más tiempo, o en caso de hacer las dos cosas rutas más cortas, al menos hasta la primavera o verano que viene.

Nos sobró algo de agua porqué al final reservamos para una emergencia, pan y latas por llevar de más, y alguna pieza de fruta pero según llegábamos les prometí a los niños que les invitaría a un refresco, batido o zumo por el gran esfuerzo que habían hecho. Si para Belén y para mi había sido una ruta dura para ellos lo sería más aún. La ruta de senderismo más ruta completada hasta ahora.

Lo que si intentaremos a partir de ahora es en la medida de lo posible hacer más geocaching aunque tengamos que recortar algunos kilómetros el recorrido.

Incluso cuando haga alguna ruta en bicicleta también procuraré pasar y parar un rato en algún geocaching. No solo es cuestión de hacer deporte, también es de pasármelo bien haciendo algo distinto que me atrae.

Otro reto conseguido y seguimos con el objetivo de conocer sitios bonitos en familia, hacer deporte juntos y utilizar esto para explicar a Marcos su lección de esta semana de Ciencias Naturales o Conocimiento del Medio sobre las colinas, valles, curso alto del río, ladera, etc... conceptos que ahora ha visto en vivo y no solo en las fotos del libro.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Paseo en bicicleta a La Alameda de Cervera.

Contando con que Belén está lesionada y la han mandado 15 días de reposo, que el sábado anuncian lluvias en prácticamente toda España y el domingo igual que el sábado, hoy tenía que salir y además con la bicicleta después de un mes sin tocarla para ver que tal las sensaciones.

He salido con la intención de dar un corto paseo a La Alameda de Cervera y luego he avanzado un poco más hasta el canal del Guadiana.

Las sensaciones han sido malas, al principio la ida la he hecho con viento en contra, encima nada más empezar voy más cansado hasta que cojo el ritmo y caliento las piernas. Intentaba apretar y hacer fuerzas para no disminuir la velocidad y notaba como se iban cargando los cuádriceps.

A la vuelta el aire debía llevarlo a favor pero estaba hasta las narices de dar pedales y querer mantener el ritmo así que me esforzaba por no bajar la velocidad.

Por no ir ningún trozo por la carretera crucé la vía a la vuelta con la bici a cuestas, he visto la velocidad a la que pasan los trenes y hay que tener cuidado, mirando bien a ambos lados no tiene que ser peligroso pero un despiste te puede dar un gran susto.

La ruta ha sido muy corta, 45 kilómetros, y pensaba que al andar y no estar parado no iba a notar tanto el no montar en bici pero si que lo he notado, tengo las mismas sensaciones que hace dos meses después de hacer 150 kilómetros.

También vengo observando desde hace ya tiempo, pero cada vez más, que hacer deporte solo, como antes si hacía, no me atrae nada, pongo muchas excusas. Hoy he salido solo presionado por no poder hacer nada el sábado y domingo y entre semana ya he recurrido hasta a los niños para que me acompañen al parque a dar unas vueltas corriendo.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Trekking con niños en Aldeaquemada. La Cimbarra.


Este fin de semana también anunciaban lluvias en prácticamente todos los sitios igual que el fin de semana pasado.

El anterior salvamos la semana saliendo el jueves festivo y el viernes por la tarde por Alcázar pero este fin de semana teníamos que buscarnos la vida de alguna otra forma para no pasar el fin de semana parados en casa o como fuera pero sin movimiento en las piernas.

En todos los sitios a donde quiero ir a hacer alguna ruta daban lluvias, menos en Aldeaquemada que anunciaban nubes, nublado, quizá algo de agua pero poca. Dentro de lo malo era lo mejor. Había que desplazarse algo lejos pero el sitio merecía el sacrificio, además es uno de los sitios que más quería enseñar a la familia después de conocerlo con la bicicleta.

Para iniciar la ruta hay que desplazarse a Aldeaquemada. La ruta empieza desde la plaza y exactamente desde la única panadería del pueblo. Los domingos no "asan" yo diría "cocer" pan como nos dijeron en la panadería pero aún siendo del día anterior está bien.

Al llegar el cielo estaba un poco gris pero las ganas de hacer la ruta eran grandes. Al igual que en la otra ocasión en vez de empezar la ruta desde Aldeaquemada dirección a La Cimbarra quisimos dejar lo mejor de la ruta para el final y empezamos siguiendo el track al revés de como lo había marcado el anterior que había hecho 13 kilómetros por la zona.

Según empezamos y pasamos por el primer campo, un olivar, las botas se nos empezaron a hundir en barro, y eso que pisábamos sobre grandes piedras de pedernal o de río. Pero aún eso se hundían las piedras y nos hundíamos nosotros.

Los niños se empezaron a emocionar y a pensar que iba a ser nuestra mejor ruta hasta ahora. Saltando charcos pisando barro, cruzando ríos y todas las sorpresas no habían empezado.


Después de cruzar un olivar encharcado llegamos a un camino que teníamos que cruzar para empezar a ascender y adentrarnos en la sierra pero estaba cortado por otro arroyo que en tiempo seco no lleva agua y hoy eran unos 20 metros de ancho y casi medio de profundo, y además con fuerza.... entre retirarnos de la aventura volviendo a casa y dar un rodeo grande para intentar empezar la ruta nos decidimos por la segunda.

Para dar el rodeo tuvimos que pasar por dos vallas que cortaban el camino, abriendo y cerrando las puertas, cruzar un río, recoger dos paraguas que nos encontramos en un contenedor de basura, volver a tirarlos en otro contenedor por estorbar, cruzar otros dos pequeños arroyos y un par de saltos y encontrarnos a un amigo (un perro) que nos siguió durante los 17 kilómetros que hicimos de ruta.


En el primer río que tuvimos que cruzar el perro se quedó atrás. Los niños le llamaban por el nombre que pongo a todos los perros con los que me cruzo Tobi, al final del día le habíamos puesto, Toba, Tadeo, Pipo y Perro. Cuando ya habíamos cruzado y con mucha pena por parte de Marcos el perro se animó a cruzar y seguirnos. Desde este momento no se volvió a separar en todo el día.

Le intentamos dar comida pero no quería ni patatas, ni frutos secos, y el agua prefería cogerla de los arroyos y charcos. Debía de ser un perro acostumbrado a estar solo y conocedor de la zona, aunque llevaba una cadena en el cuello estaba en los huesos, y estaba acostumbrado a andar solo por el campo cruzándose de lado a lada del camino, pasando por debajo de las alambradas y olisqueando rastros.

Empezamos a andar y andar para arriba sobre un camino de piedra por el que bajaban a ambos lados agua, hasta un alto con un edificio pequeño que no supe la utilidad, creo que puede ser un puesto de vigilancia para incendios, y según ascendíamos veíamos a nuestra izquierda La Cimbarra. Incluso a gente en el mirador de la cascada.

En este punto, el más alto de la ruta, llevábamos 7 kilómetros y medio, por culpa de la vuelta que dimos para cruzar el camino cortado por el río, y para hacer los siguientes tres kilómetros tardamos casi cuatro horas. Aquí radica la calificación de "Muy Difícil" a esta ruta.

Empezamos a descender por una pared casi vertical de piedras, campo a través, entre maleza, piedras sueltas, ramas mojadas, suelo muy húmedo... despacito, mientras Tobi nos iba adelantado para guiar al primero y retrasando para animar al último.

Además de la emoción de los niños que decían que con un perro así no se necesitaba GPS la verdad es que era divertido, teníamos que llevar un perro en cada ruta y salida andando, el problema es el resto de los días y cuando no estamos en el campo.

Cuando conseguimos llegar abajo del todo, muy despacio, andando de lado, alguna veces bajando de espaldas y a cuatro patas para no resbalar para abajo nos encontramos con otro río. Otra corriente de agua que no figuraba en los mapas. Vi con ayuda del GPS por donde iba la ruta y por donde cruzar el río, pero al otro lado de este río se veía una pared de piedras difícil de escalar con los niños y todo para una vez en el otro lado tener que volver a este lado más adelante.... demasiada agua estaba teniendo la ruta.

Para intentar acortar la ruta y quitar dificultad pensamos en ir por la parte de abajo bordeando el nuevo río hasta La Cimbarra y ver la cascada que es lo que más nos importaba de la ruta.

El perro nos iba acompañando todo el rato, y los niños emocionados llamándole. Cuando se separaba le buscaban y cuando le veían aparecer entre los matorrales le saludaban. El perro se estaba haciendo imprescindible en la ruta.

A mi me estaba gustando y mucho pero no quería manifestar ningún aprecio sabiendo el final que iba a tener.

Cuanta más alegría veía en los niños más les recordaba que el perro no iba regresar con nosotros a Alcázar. Les explicaba que tenía un dueño, que era un perro de campo, acostumbrado a estar suelto andando y cazando por las montañas y que no le podíamos tener encerrado en un piso. Además de que su dueño se pondría muy triste si nos llevábamos el perro a nuestra casa.

Estaba seguro que lo comprendían, me decían que claro, que luego lo dejábamos y ya está. Pero en Marcos notaba una mirada de "me estás engañando" y "seguro que luego te hago cambiar de opinión y nos llevamos a Tobi a casa".

Cuando llegamos a la altura de La Cimbarra por la parte de atrás me quedé impresionado, se veía una cascada que no estaba la anterior vez, y al fondo una en el mismo sitio que a principios de mayo pero 10 veces más grande, la fuerza del agua arrancaba en muchos sitios el suelo dejando las raíces de los árboles al descubierto y algunos estaba tumbados. Era más que imposible cruzar por ahí. Nos íbamos a quedar sin ver La Cimbarra desde el mirador típico y por su puesto mucho menos cruzar por debajo o pasar por detrás de la cascada como si se puede hacer en primavera o verano.

A partir de este punto la situación la empecé a ver complicada, eran las 15:00 horas, aún sin comer, a solo 7 kilómetros del coche, pero encerrados por abajo por el río, por arriba y la derecha por una pared vertical de piedra de unos 20 metros a la izquierda para volver por donde habíamos venido pero si habíamos tardado más de una hora en bajar, en subir se nos iban a ir otras dos horas como mínimo.

Se lo comenté a Belén, que nos teníamos que dejar de perder tiempo y empezar a avanzar deprisa para llegar al coche antes de que anocheciera.

Comimos tranquilos porque el perro, Tobi, justo cuando íbamos a preparar la comida se fue, hicimos los bocadillos y al final, cuando ya estábamos terminando, apareció, no quiso ni patatas ni frutos secos, pero si un poco de pan mojado en el aceite de las sardinas y los mejillones.

Empezamos a avanzar hacía atrás pero hacía arriba al mismo tiempo, además de para intentar llegar al camino de arriba por donde habíamos empezado es que era el único sitio lógico, y además por donde iba el perro.

Justo cuando peor lo veía apareció el camino. Marcos decía que había sido gracias a Tobi que nos había guiado, que ya no quería nunca más el GPS y si a Tobi, Paula decía que era porque ella había rezado a Dios y que nos había enseñado el camino. Lo de Marcos todavía tiene lógica en un niño de su edad pero lo de Paula me dejó pensando en la necesidad de la mente humana en buscar una explicación sobrenatural siempre que se desconoce  algo pero además por una especie de instinto no enseñado.

Seguimos avanzando, subiendo entre maleza, por unas pendientes bastante considerables, alejándonos de La Cimbarra entre la maleza del monte con el perro por delante pasando por los peores sitios y nosotros buscando los pasos más anchos.

Viendo como se estaba poniendo el asunto empecé a trabajarme a Marcos con el perro. Lo de Paula ya lo he dado por perdido.

Le seguí explicando que el perro estaba muy contento corriendo por aquí. Y que seguro que su dueño lo quería mucho, incluso quizá el dueño tuviera un hijo como él y este era su perro favorito.

Le recordaba y varias veces que el perro no iba a subir al coche, que a Alcázar no nos lo íbamos a llevar, y que se fuera despidiendo. Cuando por fin llegamos a Aldeaquemada después de otra vez dar el rodeo para cruzar el camino cortado por el río intenté que se quedará por las calles pero nos seguía y Marcos empezaba a llamarle para que se viniera hasta el coche. Yo empecé a dejar de llamarle Tobi y empecé a llamarle Perro, más genérico y menos cariñoso para alejar los sentimientos pero el asunto se estaba poniendo difícil con Marcos.

Llegando al coche propuse un trato a los niños. Tobi seguro que tiene un dueño que le quiere, pero este perro como sabéis es muy listo, es cazador y tiene muy buen olfato, si él no quiere quedarse aquí y venirse con nosotros tiene que hacerlo andando y seguirnos, con su velocidad y distancia tardará de dos a tres días, si en este tiempo aparece en nuestra casa por su cuenta nos lo quedamos para siempre, pero en el coche no sube por si él voluntariamente decide quedarse aquí o tiene otros dueños.

Yo juego con la seguridad de que no va a hacer 150 kilómetros para seguirnos, ellos juegan con la esperanza de saber que lo iba a dejar y ahora hay una pequeña esperanza. Si tuviéramos una casa en el campo o algo similar seguro que nos habríamos traído el perro, me encantó.