jueves, 31 de mayo de 2012

Nuevo viaje de Alcázar a Madrid.

Otra vez quise aprovechar tres circunstancias como son un día de fiesta, no poder salir con David y querer ir a Madrid con repetir la ruta que se está convirtiendo en favorita de ir desde Alcázar de San Juan a Madrid.

Una ruta dura para hacer solo pero que en esta ocasión intentaría recortar en tiempo y distancia modificando el recorrido y acortando paradas.

Salí sin mochila porque al no ser festivo en Madrid y ser un día entre semana, jueves 31 de mayo día de Castilla la Macha, podría parar en cualquier sitio a rellenar el bote de agua, y las pocas cosas que llevo últimamente me caben en los bolsillos del maillot.

Quería salir a las 6:30 am para llegar pronto y comer con la familia que iría en coche pero esa fue la hora a la que voy a por la bici, luego entre que me preparo y arranco se hicieron más cerca de las 7:00 am., mi intención era que si la otra vez llegué a las 16:15 h. en esta ocasión si salía media hora antes y recortaba unos kilómetros y corría un poco más, seguro que antes de las 15:00 estaría en casa.

El viaje comenzó bien, ya amanece muy pronto y a las 6:30 no hacen falta luces, en una hora, antes de las 8:00am, ya esta en el observatorio de la Hita y recortando unos metros improvisé por un camino más recto para llegar a Villa de don Fadrique y crucé este pueblo sin parar, el siguiente era Lillo y en este segundo pararía para tomar un café.

Al llegar a Lillo pasé al mismo bar que la vez que fui con David y allí me preguntaron por la cámara, el GPS y me dijeron que no me preocupara por dejar la bici en la calle por qué la gente de Lillo era buena, le contesté al extranjero que me lo decía en la calle que eso ya lo sabía pues yo era de Lillo no como él.

La noche anterior estuve mirando y memorizando todos los track que había hecho hasta Madrid e intenté recordar en que puntos podía recortar unos metros, había varios sitios en los que podía ganar algo de tiempo.

La parada de Lillo fue corta, un solo café, sin bollo, sin bocadillo como la otra vez, sin dedicarme a hablar por teléfono, solo el café y continuar. Luego seguí hasta cruzar Dos Barrios en donde tampoco paré y seguí hasta Ocaña. Incluso crucé el aeropuerto de avionetas y paracaídas de Ocaña sin ver despegar o aterrizar algún aparato.

Cuando quería hacer una foto era quitándome el casco dos disparo por si una sale mal y continuar, cuestión de segundos.

En Ocaña si paré unos minutos a comerme un helado, tenía sed, empezaba a hacer calor y el frequito de un helado además del alimento de la galleta de un sandwich de nata me vendría bien, no había y me comí otro.

Crucé Ocaña y como la otra vez evité la trialera que baja a la vía del tren de Ocaña a Ontígola para no perder tiempo luego cuesta arriba y volví a hacer un recto ganando otros minutos.

En Aranjuez no pasé ni al palacio, ni a los jardines ni a cualquier sitio, en la misma rotonde de cruce paré a hacer 4 fotos y comerme una barrita en marcha sin descansar más de dos minutos para subir una foto para comentar lo bien que iba, llevaba 98 kilómetros había recortado 3 en total y llevaba 4:40 horas, una media superior a los 20 km/hora paradas incluidas y a lo tonto llevaba más de 50 fotos, un helado, un café y una pequeña charla con una señora empeñada en que la dijera donde estaba un restaurante de Aranjuez pensando que me conocía la zona como viviera allí.

Empecé a pensar que si seguía igual y que contando con que el recorte importante de metros estaba al final, no lo sabía pero creo que estaría en unos 5 kilómetros, podría llegar en un tiempo de record absoluto.

Me quedaban un máximo de 50 kilómetros yo calculaba que se podían quedar quizá en menos, y 4 horas y 30 minutos para terminar en el mismo tiempo que la otra vez. Ni dando pedales marcha atrás iba a tardar eso. Eufórico por como iba el día salí de Aranjuez con un trago de agua y una barrita de cereales.

Pero todo lo malo venían en estos siguientes 50 kilómetros, dejaríamos la buena suerte para comenzar otro episodio de bici-aventura.

Empezó a hacer calor pero atravesé Titúlcia sin parar nada más que en la salida al cruzar el puente para hacer unas fotos y antes de llegar a Ciempozuelos por la carretera para desviarme por el camino dirección a San Martín de la Vega me adelantaron un grupo de unos 10 o 15 ciclistas de carretera.

Al adelantarme intenté ponerme a rueda de ellos y durante dos o tres kilómetros mantuve su velocidad por encima de los 30 km/hora pero cuando me desvié al camino y ellos siguieron tuve que parar para tomarme una papilla de plátano pues me había quedado sin agua y era lo más parecido que tenía a líquido.

Luego este tramo hasta San Martín de la Vega se me hizo pesado pero me daba igual mantener la media por encima de los 20 o ir a 18 km/hora, total iba a adelantar igualmente un montón de tiempo y si me había cansado tontamente me tocaba sufrir unos kilómetros y después del descanso en San Martín de la Vega recuperaría el tiempo perdido que no iban a ser más de unos pocos minutos.

Llegué a San Martín tocado y seco de agua directamente dirección a la tienda que conozco de las anteriores dos paradas a comprar una botella de agua, un helado y lo que me apeteciera pero al ir a dejar la bici apoyada en un árbol en la puerta de la tienda vi a tres "chavales" que no me gustaron un pelo.

Me alegré de llevar el candado debajo del sillín que aunque no es muy bueno si es ligero y no molesta y se pone en unos segundos evitando la tentación de coger la bicicleta y salir corriendo. Cuando ponía la cadena se me acercó el que hacía de jefe de la banda compuesta por un moreno con el pelo como Will Smith en el episodio piloto del Príncipe de Bel Air y el tonto que se ríe de las gracias de los otros dos.

Me decía algo de carrera pero no le entendía, creo que era extranjero o imbécil no me atreví a preguntarle, yo le contestaba que mi bici no era de carretera era de montaña, y que no era de competición era calidad media, a la tercera o cuarta aclaré que me decía que me vendía una bici de "2 kilos" de carreras, le dije que NO, primero por que no voy a comprar la bici robada de otro ciclista, segundo por que me podía arriesgar a recibir una paliza y quitarme el dinero, tercero por que no se como me voy a llevar dos bicis encima, cuarto por que no existe una bicicleta de dos kilos, etc... luego me ofreció un ordenador portátil y también le dije que no y sin volver a mirarle y dejando la bici atada pasé a la tienda a comprar.

El problema es que los mamones estaban sentado en el banco en el que yo iba a descansar y sin sentarme en ningún sitio me tomé un helado, rellené el bote con media botella de agua fría de litro y medio y me bebí lo que sobró, además luego me compré otro bote de acuarios para reponer más líquido perdido.

Cuando ya me iba giré la vista dirección al banco y ya no estaban allí los "amigos", pero observé que había llegado la Guardia Civil al bar de al lado y no se debían llevar bien del todo.

Con poco descanso pero repuesto de líquido quedaba afrontar los últimos kilómetros y saborear el record en tiempo, algo más cansado por la falta de reposo en todas las paradas, no estirar o comer y beber menos de lo debido pero aún eso iba a llegar a muy buena hora para comer. Subí la marañosa a un muy bien ritmo, la anterior vez no bajé de los 20 km/hora durante toda la subida y en esta ocasión no bajé de los 18 km/hora, eso no es ningún retraso apreciable.

Hasta este punto iba siguiendo el track que había hecho hacía tres fines de semana también solo desde Alcázar a Vallecas, pero bajando la marañosa y antes de llegar a Perales del Río tenía que girar a la derecha por un camino para llegar a Vallecas (Palomeras) en línea recta y recortando lo que yo creía que iban a ser entre 5 y 10 kilómetros la ruta. Como no quise perder tiempo dibujando la ruta para el GPS intenté recordar el punto en el que tenía que girar.

Lo que sucedió lo he visto cuando he analizado la ruta en el ordenador pero entonces lo que vi es que me había "perdido", giré a la derecha y empecé a avanzar ya con mucho calor y el Sol apretando, pero no llegaba nunca a la depuradora del Sur que se supone que estaba cerca y cruzaba el Manzanares, seguí avanzando y ya seguro que había pasado el cruce intenté llegar al río, pero todos los caminos estaban cortados por un Manzanares de más de 20 metros de anchura, intenté cruzarlo por varios sitios y no encontraba donde estaba puente. Hablé con David por teléfono y me apuntó que la anterior vez que fuimos junto a Madrid fue la ruta 115, mi intención era mezclar la ruta 125 con la ruta 115 y así recortar los por lo menos 10 kilómetros.

Al meter la nueva ruta descubrí que estaba a 50 metros del puente por el que cruzamos la anterior vez pero como iba en dirección contraria no reconocí el camino. Una vez llegado al punto en común y cruzado el río tenía que volver y hacer kilómetros otra vez en dirección contraria, no iba a adelantar nada. Pensé que primero ya había avisado a casa de que llegaría más tarde a comer, segundo que el objetivo de recortar tiempo y distancia ya iba a estar complicado y tercero que siempre procuro hacer ruta nueva y no repetir recorrido, por pequeños que sean los cambios hay que descubrir y abrir nuevas rutas.

Después de estar parado un buen rato, de dar vueltas por distintos caminos y de hablar con David para que me recordara el número de ruta a seguir solo la hice caso durante unos escasos 200 metros, luego en un cruce de caminos me planteé en hacer caso al GPS o hacer caso a la bici-aventura y al traje que El Soplao que estrenaba en una ruta larga e improvisar.

Improvisar suponía hacer una subida fea por un camino feo que cuando llegué a la cima vi que iba paralelo a la valla exterior del Vertedero de Valdemingomez, el vertedero de Madrid, entonces recordé que por allí cerca esta la Cañada Real o las Barranquillas y estaba pensando en eso cuando al comenzar una pequeña bajada vi al fondo una casa, luego otra y luego una calle llena de chabolas, estaba en mitad del supermercado de la droga de Madrid.

Lo primero era quitarme la cámara del casco, y no solo por el peligro a que me la quitaran, es que pensé en que esta gente se podía pensar que estaba grabando o espiando, y lo segundo era que aunque las fuerzas ya estaban debilitadas tenía que salir de allí lo más rápido y discretamente posible. La Cañada Real es una calle asfaltada en la que a ambos lados veía a gente andando y hablando, algunos en coches y otros en las puertas de las casas pero también se veía a algún "zombi" andar hacía las afueras, había visto algún reportaje en la TV de gente que nada más comprar su droga se van a las afueras y en cualquier camino se pinchan.

Crucé la calle y no quería ni ir a izquierdas ni a derechas, para pasar desapercibido me quería ir, cruce de frente por un caminucho con mucha pendiente adelantando a un zombi, arriba se veía un coche y junto a coche a una chica/o agachada/o creo que pinchándose en las piernas, miré para atrás y ya estaba a 300 metros de las casas y no veía que me siguiera nadie, pero tenía a mi espalda las chabolas y enfrente la M50 que no sabía por donde cruzar. Me dejé de ideas de de trazar nueva ruta y me metí por la vía de servicio y carril de aceleración del la M50 para cruzar por un puente y de ahí subir por unos caminos también cortados por montones de tierra para evitar que pasen los coches de los drogadictos que van allí a pincharse.

Al fondo veía los edificios altos del ensanche de Vallecas y me propuse no parar hasta que no llegara allí, tenía que atravesar una vía de tren, y una zona con un camino estrecho borroso que iba casi campo a través pero no quería detenerme ni un segundo.

Cuando pisé asfalto por primera vez de una calle del Ensanche de Vallecas me sentí más contento que Borjamari entrando por la garita del guarda de seguridad de la Moraleja. Además avancé unos metros y en el primer cruce de calles veo una pastelería con un cartel en la puerta que ponía "cañas muy frías 1 euro", yo seco y hambriento me pareció que me estaba llamando. Paré y le pedí un bote de cerveza sin alcohol muy fría y cuando volvió el camarero con el aperitivo ya había tirado el bote vacío, así que le pedí otro para tomarme el pincho, y luego llené la botella de agua. Salí después de charlar un rato con el camarero y su mujer sobre la ruta y los 150 kilómetros que llevaba y por donde había pasado y llegué a casa a buena hora pero más tarde de lo pensado 50 kilómetros atrás.

Yo quería recortar kilómetros, creo que en la primera parte recorté algunos metros, y al final de la ruta hice 2.5 kilómetros más. Pensaba recortar tiempo, mínimo una hora, y al final hice 20 minutos más. La próxima vez que vaya a Madrid en bici, solo o acompañado, no volveré a hacer esta ruta, pero tampoco repetiré exactamente ninguna de las hechas hasta hoy. De todas las rutas y experiencias se aprende y de esta también sacaré las cosas positivas para mejorar en la siguiente ruta.

domingo, 27 de mayo de 2012

Paseo por las Lagunas de Ruidera.

Este domingo queríamos hacer por primera vez en mucho tiempo una ruta de las de terminar a comer en casa y no irnos para todo el día como llevamos haciendo ya varios meses cada domingo.

Además habíamos pensado dedicar un buen rato a parar y hacer vídeos con la Gopro para editar un vídeo entretenido y pensamos que un paisaje bonito y relativamente cerca es Ruidera.

Llegamos a Ruidera con la ilusión de estrenar el traje de los 10.000 del Soplao, David ya se lo había puesto para la nocturna pero fue como nuestro estreno oficial en una ruta juntos.

Bajamos las bicis y comenzamos pronto sin una ruta definida, la idea era hacer una ruta corta de unos 30 kilómetros y pasar por algún sitio bonito para grabar un vídeo, pasar por algún río, que se viera el agua, distintas lagunas, etc...

Nada más salir David se dio cuenta de que se había traído la gopro sin batería, y yo con la mía pero sin la batería de reserva para dejarle una y así ir con las dos cámaras.

Me dijo David que no quería subir por donde otra vez y que quería avanzar paralelo a las lagunas y el motivo era para llegar cuando antes a un río que ya hemos pasado otra vez montados para hacer fotos salpicando.

Llegamos y dedicamos un buen rato a pasar en todas las direcciones.

Saqué el mango alargador de la cámara para no tener que mojarme y grabé a David pasando de un lado para otro, desde abajo, desde arriba, lento, deprisa, y luego él a mi, finalmente se nos ocurrió colocar la cámara apoyada en unas ramas y pasar los dos juntos, primero en un sentido, luego en otro,...

En una ocasión pasó un grupo que habíamos adelantado nada más empezar y escondimos la cámara para que no vieran que estábamos perdiendo el tiempo pero se notaba lo que estábamos haciendo y alguno comentó algo sobre los vídeos.

Cuando pasábamos deprisa y uno por el agua salpicábamos mucho y nos mojábamos pero cuando pasábamos los dos nos empapábamos el uno al otro, hubo un momento en el que estábamos tan mojados que ya daba igual los salpicones, directamente metíamos los pies en el agua para colocar bien la cámara o para limpiar el objetivo de salpicaduras.

Desde aquí nos fuimos dirección a la Cruz que hay entre Las Mulas y San Pedro, una subida que cada vez que la intentamos sin ruta nos confundimos y terminamos en otro sitio sin salida, teniendo que dar la vuelta para ir en dirección correcta. Pero antes nos ocurrieron dos detalles.

Primero que en una ocasión iba yo el primero grabando para atrás a David, aunque luego me di cuenta que se había parado y no estaba allí, cuando vi una serpiente de un metro y medio en mitad del camino, me dio la impresión de estar viva y la intenté esquivar pero al pasar a su altura salí corriendo dirección a la cuneta. La cuneta tenía un metro de profundo, luego un metro de subida y se metió en unos matorrales. Entonces me atreví a parar pero asustado de lo rápido que se había movido.

Hacía un año me reía yo de los que decían que las serpientes corrían mucho, pero aquella debía de estar medio muerta esta sin embargo se movía como el rayo.


El caso es que cuando llegó David y le conté lo de la serpiente no se lo creía y estuve tirando desde lejos unas piedras a los matorrales para ver si se movía o salía de su escondite, pero ninguno nos atrevíamos a acercarnos y menos con las cales en mitad de un barranco y viendo lo rápido que se había movido la serpiente.

Entonces vi un lagarto junto a los matorrales y le dije a David que se había escondido por donde estaba el lagarto, me decía que tampoco veía ningún lagarto y le dije... "mira donde cae la piedra que voy a tirar y cuando caiga se moverá un lagarto", con la mala suerte de que tuve muy buena puntería, tirando una piedra gorda para arriba estilo lanzamiento de petanca cayó sobre el pobre lagarto que no tenía culpa y realmente yo no quería hacer daño. La de bichos que vimos, lagartigas, conejos, la serpiente, ... toda una fauna.

Después de descansar en la zona de las tinajas estilo tiendas tipi indias hicimos otro simulacro de vídeo con derrape incluido pero yo no me atreví por no controlar bien la bici y grabé a David bajando y atravesando la bici en mitad del camino para descender por otro sitio.

Finalmente llegamos a la zona de la cruz, donde queríamos subir para seguir grabando desde arriba pero yendo David el primero frenó en seco mientras le escuchaba "quejarse" de todo lo imaginable. Había vuelto a pinchar. Yo no quería reírme para no cabrearle más pero es que siempre pincha el mismo.

Lo primero es lo primero, comprobar que tengo cobertura en el móvil para dejar constancia pública de la mala suerte con los pinchazos y luego ya si es necesario se ayuda. Unas risas, unos comentarios sarcásticos de los que hacen gracia solo al que no pincha y empieza a desmontar.

Al desmontar la rueda comprobamos que tenía toda la cubierta por dentro llena del líquido verde de la slime que lleva puesta, y luego yo observé que no era un pinchazo, fue un llantazo que le produjo un pellizco en la cubierta y la reventó por dentro. No hay ruta que hagamos en la que terminemos sin que nos ocurra algo nuevo.

Perdimos otro rato y ya sin ganar de seguir grabando y fotografiando nos volvimos para el coche bajando por una trialera que dependiendo del día me parece más fácil o difícil, creo que después de las bajadas de El Soplao es normal que hoy me pareciera fácil, otras veces bajo mucho más acobardado entre las piedras.

Ahora estoy intentado practicar a llevar las ruedas con presión de aire, la desventaja es que voy a ir más "pesado" al llevar la rueda más hundida y aplastado y la ventaja es que voy a ir más seguro al tener más agarre y botar menos entre las piedras, también al ir menos inflada el riesgo de llantazo como le ha pasado a David es mayor, yo es prácticamante imposible que de un golpe por ir sobre un balón pero en todas las curvas o caídas voy sin control.

Bajamos a la carretera y nos fuimos hasta el coche que habíamos dejado en el aparcamiento del Hundimiento.

Montamos las bicis en el coche y nos volvimos a casa pensando en su habrían salido bien las fotos o no, como la cámara no tiene pantalla hasta que no llegamos a casa no sabemos que tipo de foto hemos hecho, si la luz, la contraluz, el enfoque, ... todo queda un poco al azar.

El cachondeo del día es que yo además estrené un bote de herramientas que me he comprado nuevo, en realidad mi primera intención era utilizarlo para más cosas pero es tan pequeño que no merece casi la pena llevarlo.

Como en mi bici solo puedo llevar un bote de agua y debajo del sillín ya llevo una pequeña bolsa con lo poco que cabe me tuve que ingeniar algo para poner un segundo soporte para un segundo bote de bebida o de lo que quiera. El ingenio fue comprar un cacharro que se pone y se quita en segundos y sujeta bastante bien y fuerte, respecto al botellero estoy contento con la adquisición, no hace bonito a la bici pero para rutas largas en las que necesitas agua viene muy bien, o si no quieres llevar mochila. Pero el bote que me compré es una castaña. Cabe una cámara de repuesto y ya está, ni herramientas ni nada, y mi intención era aprovechar y meter más cosas, la batería de reserva de GPS y Gopro, parches, una barrita de comida, etc. algo más que una cámara y ya está.

Aquí fue en donde atacó David a mis risas de sus pinchazos, se pasó todo el día metiéndose con mi "mierdaBote" y el colofón vino la única vez que en un salto se me cayó al suelo. Solo fue contrarrestado cuando pinchó y le dije que le dejaba mi cámara de reserva si él mismo la sacaba de mi "maravillosoBote" que tenía en mi bici.

Fue un día corto de bici pero como siempre lleno de aventuras y de risas que nos sirvió para vestirnos juntos con el traje nuevo que se ha convertido en mi favorito con los pantalones negros con raya blanca que me compré a juego.

viernes, 25 de mayo de 2012

Nocturna en Campo de Criptana

Hoy se volvía a repetir la ruta nocturna por Campo de Criptana que por motivos de la lluvia se suspendió hace unas semanas. En esa ocasión tanto Carolina como Belén, junto a un pequeño grupo de Alcázar, fueron a Criptana aun sabiendo que se había suspendido, pero ya que se habían preparado no querían dejar pasar la oportunidad de salir a dar unas pedaladas aunque fuera debajo de la lluvia.

La otra vez por motivos de trabajo no pude acompañarlas, pero esta vez sí que podía. Quedamos a las 20:20 con Belén en la farmacia (como siempre). Carolina llegó antes que yo porque tuve que andar poniendo el foco en mi bici. Cuando yo llegué a la farmacia, Paco estaba con las chicas, pero vestido con ropa de calle, en esta ocasión no nos podía acompañar ya que tenía que quedarse con sus hijos. Lo que íbamos hacer era dar una paseo, pero estoy seguro que si Paco hubiera podido, se habría venido con nosotros.

A las 20:30 estábamos en las tinajas donde ya nos esperaban un buen grupo de ciclistas, unos 28 que fuimos los que salimos desde Alcázar a Campo de Criptana. Casi todos iban con la equipación de Bike Friends, pero Ángel Luis y yo, llevábamos el maillot que nos regalaron el la prueba de los 10.000 del Soplao, ¡había que estrenarlo! Fue mucha la gente que nos estuvo preguntando por el Soplao, por su dureza y opiniones sobre la experiencia vivida. Para el año que viene es fácil que muchos de ellos se apunten a hacerla.

En el grupo iban ciclistas que se veía que llevaban tiempo sin salir en bici y unos pocos chavales entre los cuales iba uno de 9 años, ¡todo un campeón!. Se decidió subir a los molinos de Campo de Criptana (el punto de salida) por la parte de atrás ya que por allí había menos pendiente para que los que nos estaban habituados a subir cuestas no tuvieran problemas y no tuvieran que abandonar antes de tiempo.

Cuando llegamos a los molinos, el sol poco a poco fue desapareciendo, Carolina y Belén se quedaron al cuidado de las bicicletas mientras yo pasaba a recoger los dorsales y a pagar la inscripción de 5 €, la cual iba a ser destinada a una buena causa. Fue aquí cuando se produjo una gran casualidad y es cuando me entregaron los dorsales y salí a la calle fueron las chicas las que se dieron cuenta de que los dorsales que nos habían asignado coincidían plenamente con los dorsales que nos dieron a Paco y a mí en el Soplao. A mí me dieron el 114 y a Belén el 116, Carolina era 115, ¡menuda coincidencia!

Según la organización club MTB Gigantes eramos unos 130 participantes los que íbamos a disfrutar de la ruta nocturna. Salimos cerca de las 22:00, el recorrido fue de unos 15 km a un ritmo muy tranquilo, pero claro, teniendo en cuenta que en el grupo iban bastantes niños, no podía ser de otra manera. Todos llevábamos focos buenos y potentes, excepto algunos como Belén que llevaba dos, ella sola podía alumbrar a todos, jejeje.

Durante la ruta el presidente del club MTB gigantes, me preguntó por El Soplao al verme el maillot, él también estuvo allí y también se vio obligado a abandonar, estuvimos hablando sobre el desgaste de los frenos y las mala experiencia que él tuvo en el año anterior en el cual tampoco pudo terminar. Cuando vas en grupo es difícil adelantar posiciones para hablar con los demás así que casi siempre iba rodeado de los mismos al igual que las chicas.

Al llegar de vuelta a los molinos, nos tenían preparado un pequeño avituallamiento a base de agua, aquarius, pastelitos, etc... Comimos algo, bebimos y después de unos sorteos de unos pocos artículos, nos volvimos a Alcázar por un camino distinto al de la ida.

Durante toda la ruta no fui consciente, pero íbamos envueltos en una nube de polvo rojo que íbamos levantando entre todos. Me acordé de como terminaron el año pasado todos los que participaron en la Titán de la Mancha 2011 y en como terminaremos nosotros cuando la hagamos este año.

Para llegar a Alcázar salimos a la carretera de Alcázar a Criptana, por un camino que salía justo enfrente de los depósitos de la Campsa. La policía local de Alcázar fue a nuestro encuentro con dos coches para escoltarnos por la carretera y por las calles de la localidad hasta llevarnos a la misma Plaza de España.

Después de unos 38 km recorridos en plena noche y estando de vuelta en Alcázar a la 0:30, nos tomanos unas cervezas y unos pinchos en unos de los bares de la plaza. Que yo recuerde estuvimos todos, no se fue a casa antes de tiempo nadie, aunque a la 1:00 de la mañana ya refrescaba y algunos no llevaban mucha ropa de abrigo y optaron por irse al casa después de tomar una cerveza, nosotros no fuimos menos y también nos fuimos "prontito", mientras un pequeño grupo se quedaba en la terraza del bar apurando las cervezas que no se habían bebido los demás.




sábado, 19 de mayo de 2012

Anexo a: Los 10.000 del Soplao 2012

Dejo unos datos y otras opiniones sobre la misma prueba, El Infierno Cántabro.

Recorrimos 99.77 kilómetros, encendí el gps a las 8:00 am pero no pasamos por el arco de salida hasta las 8:13am, llegamos otra vez a meta a las 17:42 pm., la duración fue de 9:42 horas y estuvimos 2:25 horas parados, por lo tanto el tiempo en movimiento fue de 7 horas y 16 minutos, casi lo que tardaron los primeros en hacer la prueba entera, en estas dos horas y media de descanso están incluidas la hora que estuvimos en El Moral esperando a Roberto y Ángel Luis y los minutos que tardamos en salir.


El ascenso positivo acumulado fue de 2.338 metros. Altura máxima 1.025 metros y mínima 17 metros.Una velocidad media en movimiento de 14km/h. y total de 11km/hora, este dato es el que me marqué para llegar al recorrido y aunque quedaban grandes subidas creo que las dos partes más lentas para mi iban a ser las lastras y el monte Aa, el resto por muy lento que fuera subiendo siempre iba a ser encima de la bicicleta y por lo tanto no bajaría tanto la media como ir empujando la bici. La velocidad máxima fue de "solo" 46 km/hora que para las pendientes que había no es mucho, fue muy precavido bajando, me recordaba el dolor del hombro la caída del domingo anterior y el tobillo el resbalón de la tarde anterior por lo que no quería arriesgarme a perder el día por un accidente.

Según el GPS y los datos que tiene de mi altura, peso, edad y género dice que consumí 1.000 calorías y pensando en todo lo que cené, desayuné y comí y bebí durante la carrera me explicó el motivo de la sensación de terminar hinchado y sin ganas de cenar.

Durante la carrera no tuve ninguna incidencia ni en la bicicleta ni físicamente, incluso el frío que pasamos no me afectó, lo aguanté perfectamente siendo el único, al menos que yo viera y haya visto en cientos de fotos, que coronó El Moral en manga corta. Sin embargo al terminar la prueba y una vez dejé la bici, me duché, cambié, cené, etc... tenía fuertes dolores en el hombre de la caída del domingo anterior, en la espinilla de la caída del día anterior, agujetas enormes en el pecho, dolores en los riñones y un cansancio general que se van acentuando casi una semana después de la prueba.


Respecto al reto y al futuro... el reto no se ha perdido, pero tampoco se ha conseguido, lo único que se ha conseguido es una sensación positiva de lo que podría haber sido y una negativa por lo que ha sido. Nadie ha tenido la culpa pero sin embargo ha faltado algo, es una sensación que hace que me vuelva a plantear mi decisión de dejar la bici a este nivel, quizá intente mantenerlo y ya que estamos superarlo para volver el año que viene y asegurar un buen final. Este blog tenía fecha de caducidad en septiembre del 2012 y quizá se vea superado por los acontecimientos.

He propuesto a David irnos allí en septiembre, incluso con la familia y hacer un fin de semana que queramos todo el recorrido por nuestra cuenta, no tendremos un dorsal y tampoco un diploma, pero si la satisfacción personal de hacerlo. El problema es que si vamos en septiembre y hacemos el recorrido supondrá, al menos en mi caso, una vez realizado que sin ninguna duda no volvería a intentarlo el año que viene, 2013, ya veríamos en otro futuro más lejano.

Posiblemente volvamos a hacer etapas largas de cientos y quizá varios cientos de kilómetros llenas de aventura porque como nos han dicho lo importante no se ha conseguido el día 19 de mayo, lo importante son todas las vivencias y experiencias que hemos tenido hasta llegar a este día.

Los 10.000 del Soplao.


Llevaba muchos meses visualizando esta imagen de verme en la línea de salida y también me había visto muchas veces llegando a meta llorando de alegría en las calles de Cabezón al pasar por la meta y después de lograr recorrer los 164km de la ruta.

Estábamos a unos minutos de salir y seguíamos hablando de la ropa elegida, de la lluvia, de las caras de los otros, otra vez de la ropa pero de los otros, de las bicis de los otros, de la cantidad de gente que había. Mucha información, yo intentaba memorizar que comenzábamos a 8 grados de temperatura en Cabezón, el nombre de la calle en la que estábamos, los metros que nos separaban hasta la esquina, el tiempo que tardábamos en pasar por la salida desde que empezara el primero… tenía los ojos muy abiertos intentando memorizar todos los datos de la ruta.

La bicicleta la llevaba perfecta, ruedas nuevas, discos de freno nuevos, ningún ruido raro, desengrasada y vuelta a engrasar, y a mi se me habían pasado todos los dolores, ni el hombro ni la espinilla de la pierna izquierda que me caí el día anterior en el camping y me pude haber cargado la prueba a unas horas del comienzo.

Saqué un “trípode” de una sola pata para hacer fotos desde más altura y captar mejor la sensación de la gran cantidad de ciclistas pero ni con estas las fotos reflejan la grandeza de la prueba. Algunos se me quedaban mirando, mientras algunos miran el peso que llevan y prescinden de lo que sea para evitar llegar unos gramos innecesarios yo llevaba un trípode, varias baterías para cámara, gps y luces, etc… pero no era el único, había varios con cámaras, uno con un paraguas que imagino que luego le daría a algún familiar o tiraría, y más gente con cosas raras.

Cuando dieron la salida no estoy seguro de que me diera cuenta, escuchamos unos petardos y después unos aplausos pero como no se movía nadie pensé que podría ser cualquier otra cosa, pasaron varios minutos hasta que empezamos a movernos.

Estuve muy pendiente de encender el gps y empezar a grabar la ruta, no quería hacerlo al principio para no estar grabando en parado, pero no quería despistarme y acordarme de encenderlo cuando llevara ya unos kilómetros recorridos, por esto a la primera duda de que empezábamos comencé a grabar el track, colocarme el pañuelo que me dejó David por olvidárseme el mío en casa, colocarme el casco, ponerme la cámara en la cabeza para quitarme el bulto de las manos y estirar un poco antes de arrancar.

No empezamos en la calle principal, a las 7:20am cuando llegamos ya estaba llena y también la mitad de la siguiente calle, cuando arrancamos empujando las bicis esta segunda calle se llenó y también las colindantes, realmente éramos mucha gente.

Fue cuando pasamos a la calle principal cuando pudimos montarnos en las bicis y empezar a pedalear despacio, empecé a grabar al público igual que ellos nos grababan y fotografiaban a nosotros, era una sensación distintas a otras pruebas en las que cada persona anima a su familiar o conocido, aquí todos animan a todos.

Al fondo se escuchaba la música de AC/DC a todo volumen me fijé en la hora que marcaba el reloj cuando pasamos por la línea de salida, 13min 15seg, en más de 13 minutos da tiempo a pasar a muchos centenares de ciclistas, empezaba con más de 2.000 personas por delante de mía pero mi prueba no era una carrera contra nadie, y tampoco contra mi mismo, era una carrera para mi.

Llevaba a David delante y a Roberto y Ángel Luis a un lado y seguía grabando toda la salida y disfrutando del momento, sabía que esto no iba a durar mucho y antes de que llegaran los malos momentos, duros y cansados, debía disfrutar de esta parte del día.

Al salir de Cabezón observé una cosa que fue la tónica de toda la prueba, en las subidas la gente se quedaba muy atrás no parece que se hubieran preparado para subir 4.500 metros pero sin embargo en las bajadas iban sin conocimiento bajando sin tocar los frenos, pasando a pocos centímetros unos de otros, si frenaban era en el último momento y muchas veces acompañado con un derrape.

No se que adelantan bajando así cuando luego en la siguiente subida van a perder todo, o cuando vamos subiendo en la posición 2600 y los ves en una bajada arriesgando todo por adelantar unos puestos y quedarse el 2550, creo que si eres malote en la bici, mejor ser malote con todos los huesos que malote con dos huesos rotos.

Los que de verdad van bien, han entrenado suficiente, quieren hacer un buen tiempo y no quieren tener problemas suelen madrugar para empezar lo más adelante posible y no tener que hacer los primeros kilómetros adelantando y siendo estorbados por cientos de ciclistas. Por esto como nosotros empezamos más atrás de la mitad, (salimos en el minuto 13 y el último salió en el minuto 19), incluso en la primera subida, hasta la ermita de San Antonio, no me adelantó prácticamente nadie, y fueron los pocos que lo hicieron subiendo porque en el resto de subidas nadie me adelantó.

Después de esta pequeña cuesta venía una bajada rápida por un camino ancho en el que la gente bajaba muy fuerte. Durante esta primera bajada vi varios botes de agua tirados por el medio del camino, en el resto de bajadas futuras por las que pasé no vi botes, imagino que los peor sujetos se cayeron pronto y los mejor sujetos aguantaron bien todo el recorrido. Esto de los botes era más peligroso de lo que parece, un tropiezo con uno de ellos suponía un vuelo seguro por encima de la bicicleta y contra el camino.

Esto es una de las cosas que también me han sorprendido, las bajadas. Después de muchos meses sufriendo en las subidas me he dado cuenta que no he entrenado y practicado suficiente las bajadas fuertes y rápidas de verdad.

En esta bajada nos encontramos a Roberto parado en la cuneta, algunos de los botes que habíamos visto por el camino era suyo, se apartó y fue a retirarlos, por una parte por recuperar los botes y el líquido pero por otra parte evitar el peligro de que se cayera alguien al suelo al pisarlo. Después de intentarlo consiguió recuperar uno, el otro fue imposible. Para recuperarlo hay que hacer algo similar a intentar cruzar una autovía en hora punta de tráfico. Imposible.

Respecto a llevar agua es otra cosa que este día era innecesario. Yo llevaba un bote de 750ml con polvos y en la mochila llevaba 1 litro de agua sola, la bolsa de la camelback es de 3 litros pero no quise llenarla para evitar peso y dejar más hueco para llevar ropa seca guardada. Cuando llegamos a meta tenía toda el agua, no había gastado ni una gota, bebí tres botes en tres avituallamientos y toda el agua de la lluvia que caía en mis labios que no era poca.

La segunda subida, también pequeña para todo lo que tiene la prueba, es llegar a la ermita de San Antón y desde allí otra bajada rápida hasta el primer avituallamiento en Caviedes el que llevábamos 21 kilómetros y llegamos a las 9:34h. que menos los 13 minutos que tardamos en salir fueron 1 hora y 20 minutos, una media más que suficiente para cumplir los objetivos.

Aquí estuvimos paramos 12 minutos en los que me acerqué a recoger plátanos para todos, unos pastelitos y un acuarios, cogí un plátano demás que le di a Roberto cuando llegó un poco más tarde de intentar recoger su bote de agua caído en las bajadas anteriores.

Desde aquí nos fuimos hasta La Cocina, otro pueblo en el que a la salida del mismo nos desviamos por un camino para ir a uno de los tramos más conocidos de la prueba, las lastras, es un camino con una pendiente de hasta el 18% en algún punto pero además lleno de piedras y barro. Antes de empezar y en los primeros metros que se podían hacer montado la gente ya se empezaba a bajar de la bici.

Se formó un tapón grande de gente empujando la bicicleta para arriba, aquí ya había empezado a llover, había empezado hacía ya un buen rato, nos tocó subir por un camino lleno de barro, piedras y una fuerte pendiente, empujando la bicicleta para arriba, íbamos aquí los 4 juntos. Yo miraba para arriba y veía los 100 metros de cuesta como algo duro pero típico que había que superar, pero después de esos 100 metros había otro tanto, y luego más, y luego más, así hasta algo más de dos kilómetros, dos duros kilómetros empujando la bici que consiguieron que me acordara del dolor de hombre que había olvidado hasta ahora.

Una vez terminadas las lastras y tras unos pocos metros de una bajada fácil la organización había puesto unas furgonetas cisternas con mangueras para echar agua a presión para limpiar las bicicletas, era algo necesario por la cantidad de barro que llevábamos ya en los cambios y eso que estábamos empezando. Nos volvimos a reagrupar los cuatro e iniciamos la subida a las Cuevas del Soplao.

En esta subida iba más fuerte de lo normal y empecé con un ritmo “rápido” que pude mantener toda la cuesta y fui adelantando a decenas y decenas de ciclistas, era como un reto ver a los 4 o 5 que tenía delante e intentar adelantarlos antes de llegar a la siguiente curva de las zetas que subían hasta las cuevas. Miraba para atrás y a Roberto lo iba manteniendo sin meter más distancia pero sabiendo yo que va mucho más fuerte que los demás simplemente que no me pasara ya me daba ánimos, David igual se iba manteniendo y sabía que en cualquier momento me podía sorprender y subir un plato o bajar algún piñón y ponerse a rueda como ya había hecho otras veces, pero de Ángel Luis sabía menos de su fuerza y entrenamientos y se iba quedando un poco atrás.

En realidad yo no sabía cuanto faltaba y cuando íbamos a llegar pero después de una curva vi una fachada de una casa junto a unas vías de tren turístico en la que ponía “El Soplao”. Me acordé que en verano David había estado aquí de vacaciones y que quería tener una fotografía en este punto. Pensé que si yo tiraba para adelante y le dejaba atrás no iba a parar para no perder tiempo así que lo mejor era que parara yo aquí y esperara a todos.

En menos de un minuto llegó Roberto y le llamé para que parara aquí para esperar y reagruparnos, y en otro minuto más llegó David y nos hicimos varias fotos mientras esperábamos a Ángel Luis pero nos estábamos quedando fríos de esperar y sabíamos que a poca distancia estaba el segundo avituallamiento, decidimos esperarle en el avituallamiento con unos plátanos para ir ganando tiempo y no enfriarnos, al continuar resultó que el avituallamiento estaba justo detrás de esta casa, a menos de 100 metros.

Aquí mientras todos se quedaban guardando las bicis yo me fui a por plátanos y comida para todos, en vez de uno cogí un manojo, y un par de puñaos de bollos y una lata de acuarios y una botella de agua para tirársela a la pinza de freno delantera que estaba tapizada de barro. La limpieza anterior con la manguera coloqué la bicicleta por el lado derecho para que me limpiaran el cambio pero las pinzas de freno pillaba en la izquierda y no me limpiaron nada empezando los frenos a hacer un ruido malo.

Esto fue otra de las cosas que observé en otros corredores, veía a muchos con las ruedas frenadas, los frenos les chillaban de una forma escandalosa, a algunos les comentaba algo sobre el ruido que llevaban y a la mayoría les miraba con cara de pena pensando que con ese ruido no llegarían al final, seguro.

Estuvimos parados 9 minutos, solo 9 minutos para dejar la bici, acercarme al puesto, coger comida para todos, volver, comer, estirar, ponerme el chaleco, y arrancar. Pensé que a este ritmo íbamos mal, llevábamos un mes entrenando con estiramientos y haciendo paradas para comer, beber, estirar, etc. y ahora íbamos corriendo. Roberto nos metió prisa para continuar rápido y yo solo me había comido los dos plátanos y puesto el chaleco, mientras todos se iban yo me comí un bollo, luego vi que quedaban más y me metí otro en la boca para el camino pero cuando arrancaba recordé que el siguiente avituallamiento estaba más lejos y abrí el bote para vaciarlo en la boca, no beber, vaciar en la boca, da igual que me mojara ya llevábamos mucho tiempo debajo de la lluvia y no me iba a mojar ni más ni menos de lo que estaba.

Pensé que no me importaba ir solo pero si me iba a importar desfallecer por falta de energía y me agaché para coger otro bollo que había dejado en el suelo y me lo metí en la boca como pude para iniciar una complicada bajada.

La bajada siguiente era calificada como peligrosa, era una camino ancho pero muy roto por los surcos de agua. Una bajada de casi 4 kilómetros realmente complicados para llegar a Celis en el kilómetro 37 y siendo ya las 11:44 am. cuando llegué abajo. Había bajado la media pero seguíamos en hora para cumplir con el objetivo. Para practicar bajadas como esta hay que hacer trialeras largas de muchos kilómetros, y más en el estado en el que estaba el camino este día lleno de agua y barro.

Cuando llegué abajo todos habían tirado para adelante sin parar en Celis, la verdad es que no me importó mucho porque pensé que tarde o temprano terminaría pillándolos, me encontraba fuerte y no me importaba perder algo de tiempo bajando sabiendo que lo iba a recuperar en las subidas.

Primero pillé a David porque me estuvo esperando, al ver que no bajaba de las cuevas disminuyó el ritmo y pronto me puse a su altura y juntos a nuestro ritmo empezamos a avanzar y adelantar a mucha gente que se iba parando por la lluvia, de Ángel Luis no sabíamos nada y suponíamos que iba delante nuestra con Roberto, seguimos al mismo ritmo y empezamos a adelantar a gente, íbamos dejando a muchos atrás.

Hasta Carmona hicimos otros 10 kilómetros “llanos” para lo que es esta ruta, 12:15pm. y kilómetro 47 de la prueba para iniciar otro punto duro del recorrido, la subida al Monte Aa. Este monte no es largo respecto a distancia pero tiene una pendiente considerable, son entre 4-5 kilómetros pero con tramos de 24% de pendiente, es una pendiente realmente dura pero que al no ser por tierra y ser por hormigón rallado en circunstancias normales podría subir encima de la bici pero entre tanta gente y pensando en todo lo que quedaba lo hice andando en muchos tramos.

Yo iba mirando para atrás para cuando venía un valiente subido encima de la bici haciendo eses luchando por no caerse no se viera entorpecido ni por mi ni por nadie, ya que yo iba ayudando y gritando para que se apartaran y animando al que lo intentaba. David tenía el reto de no bajarse de la bici en todo el recorrido. En las lastras de la subida al monte de la ermita de San Antonio ya lo intentó en varios tramos, pero había demasiada gente y el terreno estaba demasiado mal, pero aquí en el Monte Aa no se quiso bajar y consiguió llegar arriba sin bajarse.

Había leído que esta cuesta estaba entre los kilómetros 45 y 50 y no merecía la pena gastar energía y esfuerzo con la cantidad de kilómetros y metros por ascender que restaban a la prueba a no ser que tu intención fuera hacer un buen tiempo o estuvieras muy fuerte. Pero para una persona normal cuyo objetivo sea terminar no merece la pena cansarse aquí. Por otra parte el reto de no bajarse también es importante.

Cuando David llegó arriba me tuvo que esperar unos pocos segundos, no llegó ni a un minuto, entre subir montado y empujar deprisa la bici no hay diferencia en tiempo y sin parar tiramos para abajo en otra vertiginosa pendiente. Definitivamente si alguna vez vuelto a intentar superar esta prueba intentaré mejorar la técnica en las bajadas.

Seguimos sin parar y llegamos a Ruente, kilómetro 60 de la ruta, aquí sabíamos que llevábamos a Roberto por delante pero no cuanto por delante, desde que bajamos de las Cuevas de El Soplao no lo habíamos visto, y por un lado pensábamos que Ángel Luis iba delante nuestra porque no le habíamos vuelto a ver pero por otra parte aun estando medio llaneando nos extrañaba que en los pocos repechos que habíamos pasado no lo hubiéramos adelantado.

En Ruente hay un puente que hay que pasar de uno es uno, es otra imagen típica de la prueba, y otro de los muchos pueblos por los que se pasa y están llenos de gente animando. Hago otro inciso para comentar sensaciones durante la prueba, y es la animación de la gente. Esto es especial, durante el trayecto en muchos puntos había gente animando, aplaudiendo y gritando, llamándonos campeones, valientes y otros gritos de ánimos. Por ejemplo en la salida, cuando pasé por el arco de salida el primero había pasado hacía más de 13 minutos y la gente me animaba como si fuera el primero, pero así durante el kilómetro que hicimos hasta llegar al primer camino que estábamos rodeados de gente gritándonos.

Al cruzar cada pueblo los ánimos eran los mismos pero es que además hoy estaba lloviendo sin parar, llevábamos muchas horas bajo la lluvia pero por lo menos era haciendo lo que nos gusta, pero para el público es solo ver pasar a uno, a otro, a otro y así hasta más de 4.000 ciclistas a los que no conoces o en el mejor de los casos conoces a uno y estás durante una o dos horas gritando y dando fuerza a todos con los que se cruzan. Por último respecto a esto desmitificar también tantas bondades y pensemos que la mayoría de la gente que nos anima no son gente local, muchos son las mujeres, primos, amigos, etc... de los otros participantes.


Otra cosa en la que me fijé fue en la calidad de las bicicletas. Vi muchas bicis buenas pero también muchas de clase medio o incluso baratas. En cicloturistas de pueblos en las que he participado he visto mejores bicicletas, quizá el motivo sea que me moví entre la parte de atrás de los ciclistas y los primeros llevaban super bicicletas pero entre lo que me moví no me dio la sensación de estar rodeado de profesionales, vi muchas bicicletas normales del Decathlon, y también alguna con frenos v-brake, a un hombre que sacó una botella de dos litros de Fanta naranja del hueco del botellero, echó un trago y volvió a dejar la botella en su sitio, a alguno con una cesta en el manillar...

Pero al mayor friqui que vimos fue en el avituallamiento de El Moral, estando arriba bajo un toldo resguardándonos de la lluvia vimos a un tío con pinta de ciclista por el casco, pero llevaba un chubasquero naranja con un cartel de Cabezón de la Sal que nos hacía pensar que era de la organización, pero cuando abrió su mochila se le veía un paquete de tabaco, entonces ya muerto de curiosidad le pregunté que si era participante o de la organización, me contestó de participante y al decirle yo que lo había dudado al ver el paquete de tabaco me contestó con voz macarra que hay tiempo para todo, para la bici y para el tabaco y que después de una subida le gustaba echarse un cigarrillo. Un personaje.

Antes de llegar a Ruente y Ucieda nos cruzamos con muchos ciclistas que iban en dirección contraria, por una parte pensábamos que eran los primeros pero iban tan despacio que no era posible, por otra parte pensábamos que eran abandonos por la lluvia y frío pero eran tantísima gente la que iba en dirección contraria que no lo veíamos posible. Esto a mi me animaba a seguir, cuanta más gente abandone más dura será la prueba y más importante que nosotros acabáramos pero a David por un momento le desmotivó pensar que tanta gente se retiraba y que a nosotros nos podía pasar lo mismo en cualquier momento.

No paramos en Ruente y tampoco en Ucieda y al llegar aquí llegamos tercer avituallamiento en el kilómetro 65 de nuestra ruta. El avituallamiento estaba en un ancho apartado del camino y había una carpa grande. El avituallamiento era un barrizal enorme, no se podía ni andar. Era como un charco gigante y para moverte tenías que ir sobre el barro, césped y agua. Aquí estuvimos paramos 25 minutos, desde las 13:35 a las 14:00h. Nada más llegar David me empezó a regañar por la poca ropa que llevaba.

Yo iba muy bien y cómodo respecto a temperatura pero iba empapado. Durante la ruta pensaba en David en dos ocasiones, una cuando el agua me daba en los ojos y se me metía barro no dejándome ver o cuando las gafas se me manchaban de barro, había momentos en los que me costaba ver, en esos momentos pensaba que si yo lo estaba pasando mal David probablemente peor porque se le estarían empañando sus gafas graduadas. Y otro momento en el que pensaba en él era cuando yo pasaba un poco de frío, él mucho más friolero que yo debía tener la sensación que yo tengo por lo menos con 5 grados menos, frío para mi es mucho frío para él y en alguna ocasión yo pasé mucho frío.

Cuando paramos en el tercer avituallamiento lo primero que hizo David fue regañarme, me gritaba que mirara alrededor mío y le dijera a cuantas personas veía bajo la lluvia de manga corta, con pantalones cortos se veían a pocos pero todavía quedaba alguno pero de manga corta estaba yo solo. Fue parar y me empecé a quedar frío, hasta aquí iba bien y sabía que abrigarme mucho no me iba a servir, además ahora tocaba una larga subida de unos 10 kilómetros hasta la cima de El Moral. Pero por otra parte tenía razón me estaba quedando frío ahí parado, eché en el casco, que utilizo como si fuera una cesta de la compra en los avituallamiento, un par de bocadillos de jamón para cada uno, un par de plátanos para cada uno, una lata y unos bollos y volví con David y las bicicletas.

Me terminé deprisa toda la comida y David me ayudó a ponerme los manguitos pero no las perneras tenía las piernas llenas de barro y todavía las quería reservar para momentos más críticos con la temperatura, los estaba reservando para la bajada de El Moral pero la verdad es que tenía razón y no era cuestión de hacer el tonto y quedarme frío, realmente era la única persona allí en manga corta. En este momento David se llevó un disgusto, su gps no estaba grabando la ruta, la ruta más importante que quería grabar y la estaba perdiendo. Mientras se lió a cambiar las pilas y solucionar el problema me acerqué a por otro bocadillo y a la vuelta vi a Ángel Luis que aparecía por ahí.

Le habíamos adelantado y no nos habíamos dado cuenta. No se en que punto pero después de llevar 10 minutos comiendo apareció y se fue a poner cerca de nosotros y por esto le vimos, nosotros estábamos convencidos de que estaba por delante con Roberto. Mientras David seguía con las pilas y Ángel Luis se comía lo suyo yo me fui a por un cuarto bocata de jamón y otro bollo antes de salir, incluso si no fuera porque era el único con ganas de comer me hubiera comido otro o otros dos bocatas. En cualquier caso no hice caso al consejo de no comer mucho, mi intención era terminar la carrera y para mi todavía quedaban muchos kilómetros y muchos metros y pensé que iba a necesitar mucha comida y mucha energía para no terminar agotado.

Arrancamos dirección a El Moral con mucha gente en dirección contraria abandonando la prueba David y yo llevábamos un mismo ritmo pero Ángel Luis se iba quedando un poco atrás hasta que en el primer kilómetro David me dijo que el chubasquero que se había puesto le estaba dando calor, yo también tenía calor con los manguitos pero por no pinchar no dije nada, cuando paramos le ayudé a guardar su traje de agua y el me ayudó con los manguitos y mientras Ángel Luis nos adelantó pero al vernos quitarnos ropa él hizo lo mismo le pasamos y ya no le volvimos a ver.

Subimos a un ritmo muy bueno, adelantando a decenas de ciclistas, muchos subían ya con las bicis muy tocadas, muchos muertos de frío y otros con muchos kilómetros de menos de entrenamiento, nosotros no es que seamos dos fuera de serie, por la hora que llevábamos solo podíamos asegurar que íbamos bien para terminar pero a todos los que adelantabamos creo que lo tenían complicado para terminar.

A mitad de la subida vimos como bajaba una moto avisando que nos fueramos poniendo a la derecha que en breve bajarian los primeros por el mismo camino por el que nosotros subíamos. Esto provocó que me empezara a dar miedo adelantar, los cadáveres a los que iba adelantando iban por el centro del camino, para adelantarles por la derecha me tenía que meter pisando la cuneta embarrada y por la izquierda invadía el carril contrario con el peligro que ello conllevaba.

Cuando me crucé con el primero y luego con los siguientes me pareció espectacular, parece una exageración pero me dio la sensación de que el suelo temblaba, no veía más de 50 metros por delante mía, no es que hubiera niebla es que estábamos dentro de una nube, se escuchaba de fondo un ruido fuerte como si bajara un vehículo, un silbido fuerte y cruzarse contigo que subes a 9-12 km/h y cansado con un ciclista fuerte lanzado a 60 o 70 km/h. es impresionante.

Aquí estuve unos kilómetros que no veía a David, iba adelantando a muchos ciclistas con miedo por si me cruzaba con uno que bajara en ese momento pero no veía a David que iba por delante mía, a falta de un par de kilómetros para coronar le alcancé y terminamos juntos. Me dijo que se alegraba de verme porque al subir juntos en la cima no perderíamos tiempo esperándonos y podríamos bajar rápido sin enfriarnos mucho. Seguía lloviendo y según ascendíamos bajaba la temperatura.

Juntos seguimos adelantando cadáveres en bicicleta de los que yo seguía seguro que no iban a terminar, si consideraba que yo iba justo para terminar al que yo adelantara iba menos que justo pero cada uno tiene su reto y estábamos todos dando lo máximo que teníamos para cumplir.

A falta de 300 metros pasamos junto a otro mito de la prueba, un tal Yayo que llegando a la cima y con un cencerro te anima de una forma un tanto peculiar. Lo que hace es llamarte vago, decirte que el primero pasó hace horas por este punto, que has perdido muchos días de entrenamiento si solo haces esto, etc... cuando lo vi al fondo junto con otra persona pensé en los “ánimos” que me iba a dar pero sin embargo le escuché decir algo que me desconcertó.

Decía, vamos chicos que os faltan 200 metros y esto se termina, han suspendido la prueba por el frío y los casos de hipotermia de varios ciclistas, esto se lo decía al que iba delante mía, David se había escapado unos 20 metros y no lo había oído, cuando llegué a su altura le pregunté y me repitió lo mismo y entonces le dije, pero que me cuentas de frío ¿es que no ves que voy de manga corta?, se me quedó mirando y le dió un codazo a su compañero para que se fijara en mi que efectivamente iba con pantalón corto y maillot corto y con guantes de verano con los dedos al descubierto.

Volví a apretar y pasamos en el mismo minuto y segundo David y yo por el punto de control de El Moral, los dos muy enteros, los dos con muchas ganas y fuerzas pero desconcertados por los abandonos que veíamos y lo que nos habían dicho, no sabíamos que iba a pasar a partir de ahora, solo que teníamos que parar y descansar 10 minutos después de la larga subida y así dábamos tiempo a Ángel Luis a que nos pillara, hacíamos unas llamadas por teléfono y nos abrigábamos para bajar a La Pombieja y Los Tojos.

Cuando pasamos por el punto de control nos marcó el tiempo de 7:40 minutos, es decir eran las 15:40h. el kilómetro 77 de la ruta.

Fue parar y entrarme frío, David se empezó a abrigar y me dijo que hiciera lo mismo, pero al parar me empecé a quedar frío tan rápido que no tenía fuerzas para quitarme las zapatillas, quería cambiarme de calcetines y ponerme unos secos, volver a ponerme los manguitos, también las perneras y los cubre botas para proteger los pies en la bajada, me puse una cazadora fina encima del chaleco, y también me cambié de guantes por unos de invierno, pero durante todo este rato estaba debajo de la lluvia, me duró la ropa seca justo el tiempo que tardé en ponérmela. Al terminar de vestirme ya estaba otra vez mojado pero con más ropa encima.

David había hablado por teléfono con Roberto y le había dicho que había bajado el Moral por el lado que continúa la ruta pero que allí le habían cortado y no le habían dejado terminar, le dijo que nos esperaba a que bajaramos pero le explicamos que alguien de la organización nos había dicho que si volvíamos por la carretera no nos contarían los tiempo, que debíamos volver por el Moral, Ruente y Cabezón por el sentido de la ruta, por esto le dijimos que le esperábamos nosotros a él a que subiera. Es decir, David y yo estábamos en la cima esperando a Roberto a que se diera la vuelta que se había pasado y esperando a Ángel Luis a que subiera para volver a bajar.

El tiempo que estuvimos arriba fue de 1 hora exacta, 60 minutos debajo de la lluvia porque estando allí desmontaron el pequeño toldo que había para repartir agua y bebida isotónica, y la gente se empezó a ir. Cuando llevábamos allí una hora le dije a David que nos habíamos quedado solos, todo el mundo se había ido y ni Roberto ni Ángel Luis aparecían, había subido y llegado hasta aquí muy bien y había pasado a tener una cara de zombi que no era normal.

Acordamos en bajar ya antes de que nos echaran o desapareciera incluso los de la organización y despacio por la niebla, por el frío, por el agua y por la poca sensibilidad en las manos empezamos a bajar para volver a Cabezón de la Sal.

Aquí yo tenía una sensación rara. Por una parte cuando me dijeron que la prueba se había anulado me alegré, llevaba 7 horas pedaleando bajo la lluvia y no es agradable, pero además con frío y por caminos muy rotos, con mucho respeto a las bajadas y con subidas muy duras llenas de barro, pero por otra parte me fastidió encontrarme tan fuerte y con posibilidades reales de terminar y tener que abandonar o mejor dicho obligado a abandonar.

Por un momento pensé en que lo suyo sería bajar el Moral dirección Los Tojos que es como continúa la prueba y que fuera allí donde me mandaran desde la organización para atrás para volver a subir y bajar el Moral pero pensándolo detenidamente no tenía sentido bajar helado por un lado de la montaña para que después de tomar un café te manden para atrás y volver a subir con tanto frío y lluvia, al reto personal no añade nada, la prueba estaría igualmente sin terminar, en kilómetros apenas hubiera añadido 15 o 20 kilómetros, pero sobre todo el pensamiento más negativo era que no servía de nada ese esfuerzo. La prueba se había cancelado.

Estando allí las informaciones eran muy confusas, nos decían que los servicios médicos podían atender todos los casos de hipotermia que se estaban dando, que hubo un momento en el que la gente que intentaba subir Fuentes se quedaba a media altura y no podía ni bajar por sus propios medios, tenían que subir en coche a por ellos en estado grave. En un primer momento no reconocía tanto problema, había subido en manga corta y tenía todavía ropa seca guardada, además del maillot de manga larga que había dejado a la mujer de Miguel Ángel para reservar para última hora algo seco y abrigado, pero al poco tiempo de estar allí arriba parado me empezó a cambiar la cara.

David me dijo que mientras esperábamos que regresara Roberto y llegara Ángel Luis para terminar los 4 juntos debíamos cambiarnos a abrigarnos, si abajo en el avituallamiento ya era la única persona de manga corta aquí empezaba a ser un suicidio. Pero perdí temperatura a pasos agigantados, pasé de llegar muy bien a en escasos cinco minutos quedarme helado como para costarme quitarme la poca ropa que tenía mojada y ponerme ropa seca.

David me tuvo que ayudar a desabrocharme las zapatillas para ponerme unos calcetines secos, perneras y cubrebotas, pero en este momento la lluvia empezó a apretar, había un pequeño toldo en el que daban agua y bebidas isotónicas lleno de gente resguardandose pero al poco tiempo empezaron a desmontarlo. Ya eran pocos los que llegaban arriba, muchos se daban la vuelta antes sin llegar a subir el Moral.

Cuando conseguí ponerme toda la ropa seca que me quedaba más una térmica que me dejó David y el traje de agua ya estaba otra vez empapado, me había vestido debajo de una tormenta, algo absurdo que me sirvió para llegar más ropa encima y quizá bajar más caliente o mejor dicho sin que me diera el aire directamente en la piel pero respecto a mojado iba igual que antes.

Cuando llevábamos una hora debajo del toldo, empapados, con mucho frío y cara de zombis le dije a David que era absurdo que siguieramos esperando a Roberto y Ángel Luis, el primero tardaba mucho en subir y luego la bajada la haría más rápida que yo, lo suyo sería bajar y llegado el caso esperar en Cabezón para saludarnos y “felicitarnos” allí, y Ángel Luis subía algo más pegado y era posible que no hubiera llegado al final si le habían avisado de que la prueba se había cortado. Estábamos los dos abandonados y solos la cima sin saber si hacer una cosa u otra. Por esto decidimos bajar despacio hasta la meta para ver qué pasaba.

La sensación además del frío, de ir atravesando una nube, de la cantidad de agua que nos caía, de la temperatura, de tener poca fuerza en los dedos para cambiar de piñones, para girar, para ver correctamente el camino era de admiración máxima a los pocos que habían terminado la prueba. Eran solo unos pocos elegidos los que consiguieron terminarla y pasar por el corte antes de que se empezaran a suceder los abandonos masivos y los múltiples casos de hipotermia y la organización se desbordara por los casos de urgencias médicas pero esta gente que consiguió hacer toda la prueba son unos fuera de serie que rozan lo profesional.

Durante la bajada iba frenando mucho para controlar la bicicleta, y en las curvas cuando pasaba por zonas con piedras suelta observé que perdía mucho agarre, entonces me acordé de como bajaban los primeros cuando me cruzaba con ellos en este punto, con las bicicletas que parecían volar por encima del suelo que apenas tocaban.

El sobrenombre de “El Infierno Cántabro” que tiene la prueba se estaba consolidando. Esta prueba más que nunca fue un Infierno.

Al regresar a Ucieda la lluvia era igual de intensa pero la temperatura había subido unos grados, en El Moral estábamos a 3ºC y según dicen por el viento, el agua de la lluvia, la ausencia de sol, etc... había una sensación térmica en cuerpo de -3ºC, aquí habíamos subido a 6ºC, para lo que habíamos pasado algo casi veraniego.

Nos fastidiaba y mucho vernos tan fuertes. Íbamos esprintando, sin hacer tonterías no fuera a ser que tuviéramos una caída por el suelo mojado entre los coches que pasaban por la carretera pero muy rápidos. Entramos en Cabezón y nos dirigimos a la meta, primero para que constara que habíamos pasado por aquí y segundo por la ilusión de hacerlo.

Había gente, me imagino que mucha menos que si no estuviera lloviendo, pero había gente detrás de las vallas gritándonos y llamándonos campeones, a mi me gustaba y lo hice durante toda la prueba devolverles una sonrisa o un gracias para que se sintieran ellos también recompensados y siguieran animando al de más atrás como lo hacían conmigo. Y antes de pasar por el arco David y yo levantamos las manos, nos dimos la mano y compartimos la entrada juntos.

Como empecé la entrada este momento lo había visualizado muchas semanas antes, al pensar en este momento me entraban ganas de llorar y sabía que si lograba terminar lloraría en las calles de Cabezón pero sin embargo no lo hice, entré de una forma fría, y no me refiero a la temperatura, frío en el sentido de que después de tener muchas dudas de si lograría superar este reto ahora tenía claro que si lo hubiera logrado en unas condiciones normales y que por la climatología y cortar la prueba no lo había superado.

No lo sabíamos pero al pasar por meta la organización detecta el chip que llevas en el dorsal y dice tu nombre, después de escuchar nuestros nombres por el altavoz de meta nos dimos un abrazo cogimos una botella de bebida que nos daban y nos dirigimos a la carpa de las inscripciones donde sabíamos que daban comida y bebida.

Por la cantidad de kilómetros que hicimos, por la cantidad de metros, por el tiempo que llevábamos por el tiempo que nos quedaba, los kilómetros que nos quedaban, los metros que nos quedaba por el cansancio que teníamos, por como estaba planteada la etapa, la comida, todo, absolutamente todo, estoy convencido de que hubiéramos llegado.

Yo personalmente llevaba tres objetivos, el primero era terminar, es decir 16 horas para hacer el recorrido, el segundo era un “objetivo mejorado” que era ganar una hora y hacerlo en 15 horas, y el tercero era un objetivo campeón pero no imposible que consistía en hacerlo en 14 horas. Pasaré mucho tiempo sin olvidar lo sucedido este día y sin saber que hubiera pasado en otras condiciones, estoy convencido de que hubiera terminado y el objetivo lo hubiera conseguido, me he hecho las siguientes cuentas.

Tardé 7:40 horas en coronar El Moral, en condiciones normales sin descansar ya que era cuesta abajo comienzo la subida a Fuentes una hora después y ya me he dado 20 minutos abajo para comer una barrita o un par de plátanos que llevaba en el bolsillo trasera del maillot. Luego tenía dos horas de subida hasta la cumbre de Fuentes, subir Ozcava me puede suponer máximo otra hora, y el último Moral otra otra más, las bajadas son más “cómodas” pero también llevan su tiempo, pongamos media hora de bajar Fuentes, y 20 minutos de bajar Ozcaba y 1 hora de llegar a Cabezón desde El Moral, y a todo esto le sumo una hora más en paradas para comer. Me da un resultado de 14 horas. Esto está pensado para en el mejor de los casos pero todavía tenía dos horas de margen, que no es poco este tiempo, para cumplir el objetivo.

Pero todo esto no son más que pájaras mentales, la única realidad es que no pudimos completarlo y no sabemos con seguridad hasta donde hubiéramos llegado.

Me había prometido y hecho público en casa que el año que viene, 2013, no volvería a prepararme para volver a este Infierno Cántabro y lo tenía más que claro, ahora tengo dudas y hay posibilidades de que lo vuelva a intentar, no es lo mismo conseguirlo y dejarlo que no conseguirlo y dejarlo, pero creo que es peor aún pensar que lo podría conseguir y por circunstancias ajenas no haberlo hecho.

David tiene claro y seguridad en que en el año 2013 vuelve a presentar a la VII edición en BTT de Los 10.000 del Soplao, y además con objetivos más agresivos, llegar de día, no utilizar focos como este año que llevábamos preparados para la noche. Yo a cambio le he hecho otra propuesta, ir un fin de semana en septiembre con la familia y pasar un fin de semana allí, nosotros podríamos hacer el recorrido, calcular tiempos y quitarnos la espinita de completar la ruta en menos de 16 horas. No necesito un reconocimiento público de un diploma impreso en mi casa pero si quiero mi reconocimiento y seguridad de poder decir Yo soy capaz de hacer ese recorrido y hasta hoy no me lo he podido demostrar.

Ver las clasificaciones en las que hemos llegado arriba con un buen tiempo, cuando adelanté a cientos de ciclistas en cada cuesta arriba, cuando me cruzaba con cientos de abandonos, cuando adelantaba a ciclistas por los que no apostaba que terminaran, y luego ver las clasificaciones en las que solo aparecen 36 corredores por detrás mía, estoy en la última hoja, me parece injusto, como les puede parecer a los que llegaron más lejos y ni siquiera aparecen en la clasificación por no pasar por meta al pensar que la prueba había sido anulada. Son unas clasificaciones erróneas en las que no han hecho ni categorías, tengo el mismo tiempo en la general que por mi categoría. Muchos datos, muchos errores que han desvirtuado el reto número uno de este año en bici.

Después de comer un poco de pasta, pan, fruta y bollos nos fuimos todavía tiritando al coche para cargar las bicis y llegar al camping donde ya estaba Ángel Luis duchado, nos contó que llegó arriba del Moral medía hora después que nosotros pero que vió a poca gente, solo a un grupo debajo de un toldo (justo donde estábamos nosotros) pero que como llovía y hacía frío no se paró pensando en que nosotros ya nos habíamos ido y se volvió sin mirar mucho, por esto después de subir media hora después terminó mucho antes, aún eso todavía nos quedamos nosotros otra media hora después de que se fuera él de allí.

Al llegar al camping el reto era entrar en calor, en una cabaña de madera sin calefacción, nosotros íbamos preparados para ir a un hotel, sin toallas, con solo lo imprescindible y nos encontramos un poco abandonados. Utilizando de toalla la funda protectora de un colchón de unas de las camas libres y con ropa limpia y seca me fui a la ducha donde me quedé debajo del agua caliente más de una hora.

No cenamos mucho, nos tomamos un café en la cafetería del camping y sin ver el final del partido de la champions league nos fuimos a la cabañas. Estábamos muy cansados después de dos noche seguidas durmiendo poco y la carrera, lluvia y frío de este día. Nos acostamos para regresar pronto el domingo a casa y seguir pensando en próximos objetivos.